El Presidente inauguró la muestra Epopeya mural, en el Palacio de Bellas Artes
Rivera nos enseñó a revolucionar conciencias, dijo Felipe Calderón
El artista pugnó por sacar el arte a las calles y “dio derecho de picaporte a los rostros morenos”, subrayó la titular del INBA
Encuentro del pueblo mexicano con la obra de Diego: Sergio Vela
Ampliar la imagen Elementos de la Policía Federal Preventiva, antenoche, custodiaron las inmediaciones del Palacio de Bellas Artes, durante la inauguración de la muestra Diego Rivera: epopeya mural, que marca el comienzo del homenaje nacional al artista a medio siglo de su muerte Foto: Víctor Camacho
La noche del jueves, el Palacio de Bellas Artes permaneció sitiado por la Policía Federal Preventiva (PFP) para que el presidente Felipe Calderón pudiera inaugurar la muestra Epopeya mural, dedicada a Diego Rivera –que marca el comienzo del homenaje nacional al artista con motivo del 50 aniversario de su muerte–, sin ser molestado por reclamos y rechiflas.
En su discurso el mandatario afirmó que la muestra se encontraba “orgullosamente abierta a todo el pueblo de México”.
Se refería, al menos en esta ocasión, a sus invitados esa noche: coleccionistas, funcionarios culturales, empresarios y muchos integrantes del Estado Mayor Presidencial (EMP), quienes impidieron el acceso libre al máximo recinto cultural del país, donde el gran artista guanajuatense pintó su mural La dictadura, entre otros.
El estilo militar se adueñó de la gala: 45 minutos antes del arribo de Calderón, un integrante del EMP tomó el micrófono y dio las “instrucciones” para portarse bien frente al “ciudadano presidente”.
Anunció el orden de los oradores (los “ciudadanos” Teresa Franco, Sergio Vela y Calderón); luego de los discursos, dijo, la comitiva presidencial recorrería la exposición y el resto de los presentes permanecería en el lobby hasta recibir la señal de que ya podían pasar.
“Para hacer más llevadera la espera se ofrecerán aperitivos. Espero que les haya quedado absolutamente claro”, concluyó con tono autoritario para dar paso a una música de fondo, también “para hacer más llevadera la espera”: melodías de Juan Gabriel, eso sí, interpretadas en guitarra.
No faltó el integrante del EMP que invitó a tan “culto” acto a su mamá y con prepotencia le abrió paso a su familiar para colocarla en primera fila, enfrente inclusive del director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Alfonso de Maria y Campos.
Obra grandiosa
Cuando en el lobby del recinto se iniciaban las notas de No me vuelvo a enamorar, hizo su arribo Felipe Calderón, mientras afuera se encontraba en su apogeo el intercambio de insultos y empujones entre unos 200 manifestantes y elementos de la PFP.
La directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), Teresa Franco, fue la primera en tomar la palabra y afirmar que Diego Rivera siempre pugnó por sacar el arte a la calle para acercarlo a las personas, “dio derecho de picaporte a los rostros morenos”.
Afuera del palacio permanecía cerrada la avenida Juárez y dos carriles del Eje Central, en tanto los manifestantes repartían condones a los invitados que llegaban de última hora.
El titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Sergio Vela, también se sumó a la que pareció la falacia de la noche: “este es un encuentro del pueblo mexicano con la obra de Rivera”.
Calderón, en su turno, continuó: “Es una obra grandiosa, orgullosamente abierta a todo el pueblo de México”. Afuera, ni siquiera quienes acudieron a la función de la Compañía Nacional de Danza, que presentó la obra Romeo y Julieta, se salvaron del maltrato de la PFP, cuyos elementos interrogaban, revisaban y mandaban de retén en retén a las personas, como si éstas estuvieran tratando de cometer un delito y no sólo asistir a una función de ballet.
El Presidente dijo que el muralismo de Diego Rivera “tenía una función didáctica, una función política, una función de divulgación de valores y, sobre todo, de construcción de identidad”.
Resaltó que el artista “no sólo se atrevió a soñar con fuerza y a creer en sus sueños, sino a militar activamente para llevarlos adelante.
“Diego Rivera fue un líder de su tiempo que se atrevió a imaginar un México mejor, denunciando a través de su obra los atropellos de la historia pasada y del presente, las injusticias, formando a nuevas generaciones de artistas también comprometidos con su realidad social y arriesgando también su propia vida.”
Por la puerta trasera
El volumen del equipo de sonido que reproducía las palabras de Calderón era tan alto que nadie escuchaba el gran barullo de la calle, ocasionado por los automovilistas atrapados en el Eje Central debido a la trifulca entre algunos integrantes de la llamada “resistencia civil creativa” y policías federales.
Calderón seguía su alocución: “debemos ver en Rivera a alguien que fue capaz de hacer a un lado la gran tentación humana de ser igual que siempre y que pudo y logró apostarle a trascender y a pensar y a trabajar por algo distinto.
“Su vida y su obra nos enseñan que desde cualquier profesión u oficio que sea, podemos contribuir a construir un país mejor, a mover la participación de todos, a revolucionar conciencias, a transformar a México.”
Luego de recorrer la exposición, el Presidente salió del Palacio de Bellas Artes como llegó, por la puerta trasera. Afuera, el malestar popular se extendía en varias calles a la redonda.