Chaderton responde a las declaraciones de Carlos Fuentes contra Hugo Chávez
Sólo por el odio un maestro de las letras se rebaja: embajador de Venezuela
Abandonó la región más transparente y terminó convertido en un gringo viejo, espetó
El embajador de Venezuela en México, Roy Chaderton Matos, rechazó “las declaraciones ofensivas” que el escritor Carlos Fuentes formuló contra el presidente Hugo Chávez, a quien calificó de “payaso” y lo comparó con Adolf Hitler y Benito Mussolini.
En conferencia de prensa, manifestó que siente gran admiración por la obra literaria del escritor mexicano, pero consideró “irrespetuosos” los señalamientos que Fuentes formuló acerca del presidente Chávez y su gobierno. Lamentó que intelectuales a los que consideraba progresistas, ante “una revolución en serio” terminen flaqueando.
El jueves por la noche, durante un foro en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, el embajador Chaderton ya se había referido al tema. Dijo que días antes leyó un artículo en el que “un personaje” escribió sobre Hitler, Mussolini y Chávez.
“Este personaje abandonó la región más transparente, cambió de piel, ahora tiene el aura de converso y en su avanzada senilidad ha terminado convertido en un gringo viejo”, parafreseó.
En ese foro, Chaderton protestó ante la ofensiva para crear “una imagen horrorosa” de Hugo Chávez en ciertos sectores de la sociedad mexicana.
La respuesta a Fuentes, un día después de que éste entregó su acervo bibliográfico a la UNAM, fue directa, aunque el embajador de Venezuela no llamó al escritor por su nombre, deslizó que “así como a Supermán le dañaba la criptonita, parece que la revolución en serio es como criptonita para ciertos superhéroes del progresismo internacional”.
Odio y racismo
Ayer, en conferencia de prensa, el diplomático se refirió a las declaraciones del escritor en contra del presidente de Venezuela. Dijo que sólo una visión “anglocentrista y racista de la vida” puede permitir un lenguaje tan inapropiado.
“Solamente un odio inyectado o inoculado” puede explicar, insistió, que un maestro de las letras, “como es ese gigante de la literatura latinoamericana, puede haberse rebajado a utilizar un lenguaje de su propia creación que no denigra al objetivo de su ataque, sino que lo denigra a él mismo”.
Justificó la defensa del presidente Chávez, ya que, dijo, en su condición de embajador no sólo está obligado a promover los intereses de su país, sino también a defenderlos, “eso incluye la defensa de las personas ungidas con la representación popular”.
Chaderton fue también cuestionado en torno al cierre de Radio Caracas Televisión en mayo pasado, tras caducar su concesión. Explicó que la televisora había impuesto una “dictadura mediática” que, por ejemplo, en un país multiétnico como Venezuela, trasmitía patrones de belleza que no se correspondían con la realidad del país.
Aunado a ello, recalcó, la empresa televisiva silenciaba las voces populares que apoyan a Chávez, como ocurrió con el golpe de Estado del año 2002 contra el mandatario venezolano.
“Desde que decidimos enfrentar la dictadura mediática, hoy Venezuela es uno de los países que mayor libertad de expresión tiene y hay menos corrupción que en Europa occidental”. Hizo notar al respecto que en España retiraron la edición de una revista “por una caricatura erótica de la familia real”.
Un día antes, durante el Foro sobre las modificaciones a la Constitución Bolivariana de Venezuela, el embajador insistió en que pese a que se diga lo contrario el derecho a la libertad de expresión está garantizado en su país.
“Nunca habíamos tenido tanta libertad de expresión en Venezuela; algunos se dan el lujo de invitar al magnicidio y quedan impunes; no hay país donde pueda ocurrir eso: si fuera en Estados Unidos o Francia sería cadena perpetua”.
Ante un público universitario, Chaderton dijo que una campaña mediática “es la que ha llevado al envenenamiento a través de la mentira” a la sociedad venezolana y mundial, sobre todo a la clase media, que es la más atemorizada.
La dictadura militar en Venezuela concluyó en enero de 1958, pero comenzó una especie de “dictadura mediática”, en la que se dio más peso al valor monetario que a los contenidos críticos y culturales, pese a que en teoría se transitaba hacia un sistema democrático.