Poesía quechua contemporánea de Perú
Proyectil
Si pudiera ser la bala que escapa del fusil que dispara el soldado:
Iría en busca de los amantes de la guerra y traspasaría sin piedad su rocoso corazón.
Después al río me lanzará para que nunca más me vuelvan a disparar. Pero sólo soy mujer.
Si fuera la espada con que se reta al enemigo:
Cortaría sin temor con mi filo reluciente la cabeza de los masacristas que degüellan con sadismo a las madres y a los niños.
Después penetraría en la tierra reflejando, ondulante, de donde nunca más nadie me levante. Pero sólo soy bandera.
Si fuera el proyectil que sale del cañón para dar fin al combatiente:
Iría en busca de los que mandan la encarnizada y les cortaría el aire que respiran...
Lily Flores Palomino (Abancay, Apurimac, 1937)
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Carta
Te escribo para que la muerte no nazca de la esperanza.
Para que no se aquieten las llagas sobre las piedras.
Para que la sangre no enferme en la tristeza.
Y para que el dolor no se postre en su dolencia.
Te escribo urgente sin que sepa el viento para que nadie se humille.
William Hurtado Mendoza (Cuzco, 1946)
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Usamanta pikiyaq runa
(Hombre despierto)
Piojito negro piojito blanco
qué estas haciendo escondido
¡vivamente transfórmate en pulga!
cuando hay maqta ¡existe pueblo! cuando hay pasña ¡basura! dice el dicho
Pero con tus pies de pulga todos los maqtas con sus pasñas son capaces de conducir el pueblo por eso ¡hombre piojo de prisa conviértete en pulga!
(* maqtas: muchachos; pasñas: muchachas)
Dida Aguirre García (Pampas, Huancavelica, 1953)
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Tormenta Porque la tierra ya no es virgen, tampoco nuestra, las palomas están dejando su lamento en el manantial donde las mariposas lloran. Escucha hermano, no es tiempo de llorar, escucha la voz de los abuelos que gritan desde el corazón de los cerros porque ya llega nuestra tormenta de lluvia, no llores tanto porque mi corazón duele, como el cóndor que grita en las nieves, como el toro que defiende su pampa como tú, dios de la tierra que ya no quieres beber la sangre de las vicuñas que mueren de sed y hambre. Escucha hermano, no es tiempo de llorar, la tierra volverá a ser nuestra porque la tormenta de lluvia ya viene, viene la tormenta de lluvia a nuestro pueblo trayendo peces dorados, celestes como el cielo donde bailan nuestros abuelos.
Eduardo Nimango Mallqui (Huancayo, 1947)
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Vete ya, señor En nombre de la piedra te hablo, señor. Aquí muere tu soberbia.
La luna es nuestra, y su luz es más hermosa sobre nuestros sueños.
La nube es nuestra, nos enjuga las sienes en la brega de los días.
Y el sol, el sol --mariposa de tiempo y oro-- descubre el alma de las cosas y nos siembra de flechas y rumbos el corazón.
Nuestra es la tierra. Vete ya, señor.
Porfirio Meneses Lazón (Huanta, Ayacucho, 1915) |
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