Usted está aquí: domingo 2 de septiembre de 2007 Espectáculos La Radiolina, nuevo material de Manu Chao, se toca sólo en la red

La distribución comercial se inicia el 5 de septiembre; primer álbum de estudio en 6 años

La Radiolina, nuevo material de Manu Chao, se toca sólo en la red

Con músicos callejeros de Barcelona produjo La Colifata; El Chopo, distribuidor no oficial

Tania Molina Ramírez

Ampliar la imagen Presentación del clandestino en el Zócalo de la ciudad de México, en marzo de 2006 Presentación del clandestino en el Zócalo de la ciudad de México, en marzo de 2006 Foto: Marco Peláez

Con sus cantos sencillos y vitales, sin proponérselo, se ha vuelto una de las voces imprescindibles en el mundo del rock. Sus canciones, rabiosas y alegres, pegajosas y llenas de verdad, sonorizan reventones, soledades y manifestaciones políticas en el planeta. Pero Manu Chao no es super star; sigue siendo, con persistente necedad, el chaval de barrio de siempre... a sus 46 años.

Nació en París, de padre gallego y madre vasca, pero reside desde hace tiempo en Barcelona. Es pata de perro y le gusta mezclarse con otros; se nutre de las calles y las culturas africanas, caribeñas y latinoamericanas, lo cual le ha permitido crear su muy particular sonido reggae-punk-ska-electro-rumba-rockero.

Muchos insisten en etiquetarlo como músico del altermundismo, pero no se deja. Una cosa es que se identifique y se comprometa con los rebeldes, sean zapatistas, artistas callejeros o locos de la Colifata, y otra que abandere algo. Su reticencia a ser encasillado remite a la desesperación de Bob Dylan cuando los reporteros insistían en que representara al movimiento contra la guerra en Vietnam.

Como Dylan, Chao simplemente está vivo. Vive el momento y se compromete de lleno con lo que ocurre a su alrededor. No tiene respuestas ni certezas; está igual de perdido que cualquiera. “The world go crazy/ it’s an atrocity”, canta en Rainin in paradize, de su reciente cidí La Radiolina (Because Music), que sale a la venta el 5 de septiembre.

Se trata del primer álbum de estudio en seis años, escrito, compuesto y producido por él. Desde hace meses se puede escuchar en la red Rainin in paradize y en el sitio en Internet (www.manuchao.net) se anuncia que cada día se sube un extracto nuevo.

Algunas de las 20 piezas del material son ya conocidas por los seguidores de Chao, como El Hoyo, inspirada por las calles de Tepito. También destaca Me llaman calle, compuesta para la película Princesas, de Fernando León de Aranoa, y La vida tómbola, dedicada a Maradona y producida para el documental que Emir Kusturica realizó sobre el futbolista.

La Radiolina es nombre del espacio que Manu Chao abrió en su página de Internet para que la gente pueda enviarle su música.

Luego de romper hace cuatro años con Virgin Records, el artista trabaja ahora con la pequeña disquera Because Music, que también graba a la pareja maliense Amadou & Mariam (con la producción de él mismo) y al mexicano Colectivo Nortec.

“La estamos inventando a diario”

Luego de seis años de ausencia, a principios de 2006 Manu Chao estuvo en la ciudad de México, acompañado de Radio Bemba Sound System. Aquí comenzó y finalizó su gira por América Latina. El cierre formal reunió a más de 150 mil personas en el Zócalo capitalino.

Pero el auténtico cierre fue un día después, en el Multiforo Alicia. En el recital presentó material inédito con mucho sabor brasileño. Se le veía entusiasmado, cómodo, en casa.

Chao comenzó en los bares y los metros de Francia y España. Defiende al barrio y tiene su corazón político a la izquierda. Es solidario con los zapatistas y suscribe la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.

En esa ocasión, Chao platicó con La Jornada. Atento, siempre miraba al interlocutor a los ojos y usaba inquieto las manos para conversar, moviéndolas constantemente. Estaba más interesado en platicar sobre las experiencias locales de cambio en las comunidades que de políticas a escala nacional o internacional. Paradójicamente, sus canciones son tocadas en manifestaciones altermundistas o se utilizan en la defensa de los migrantes.

Antes de que su música se volviera una moda, ya exponía la gran torre de Babel en que se ha convertido el mundo: combinación de salsa, ska, reggae, rap, electrónico, cumbia y cantos en español, francés, inglés, portuñol, árabe, gallego y wolof.

El músico viaja mucho y conoce bien algunos países de América Latina. Ha vivido en Colombia, Brasil y Venezuela. “En el pedacito de Venezuela que conozco vi cambio: llegó la medicina al barrio y la educación; mucha gente está motivada colaborando, pero hay algo que me emocionó: vi un cambio en los balandros (...) Ya no es sólo el dinero rápido, hay una conciencia de lo que pasa. Ahora puedes montar un concierto de hip hop sin que acabe a balazos. Eso es una inmensa victoria”.

Sobre Hugo Chávez, señala: “De ahí no lo sacarán. Pueden intentar otro golpe de Estado, lo que quieran, pero los chavales están súper convencidos de que eso hay que defenderlo”.

Los locos y los músicos de calle

Buenos Aires tiene el primer hospital siquiátrico desde el cual se emite una estación de radio, La Colifata, hecha con la colaboración de los propios pacientes. Hace algunos años, un amigo de Chao le pasó grabaciones de los programas: “Me apasioné por esas cintas. Fueron los cidís más conmovedores de estos años para mí. Era magia pura”.

El descubrimiento se combinó con las calles de Barcelona. Chao explicó que para él y otros músicos los malecones fueron “un local de ensayo fabuloso”, que daba de comer. “Barcelona tenía la tradición de que podías vivir como músico callejero”, pero ahora hay leyes duras y te confiscan el instrumento. “Es una hipocresía: dicen que luchan contra la delincuencia, pero si le quitas al músico su instrumento, ¿qué le queda? El camino directo a la delincuencia”.

Chao y otros decidieron usar la música que se queda en las computadoras sin ser distribuida (“sale a la calle tal vez 10 por ciento de lo que tengo grabado”). “Nos considerábamos periodistas musicales, todos dábamos una canción y las juntábamos con la idea de crear algo así como una revista de música”.

Aquí es donde regresa la historia de La Colifata. Chao cuenta así las historias: suelta un hilo, luego otro; uno no sabe bien hacia dónde va y de pronto todo adquiere su armonía.

Conocieron el trabajo de la radiodifusora argentina y decidieron entremezclar las canciones con “los colifatos para filosofar sobre la vida”. El resultado es La Colifata, un disco con músicos de la calle y locos al alimón, “un cidí totalmente pirata. Oficialmente no lo hizo nadie”, pero los músicos de la calle lo venden en la calle. “Ha funcionado bien”, dijo.

El material ya puede conseguirse en el tianguis del Chopo. Sorprendido por la revelación, Chao señaló: “También hubo ese problema. Los músicos, la gente se quejaba de que no podía conseguirse en Madrid, en la Coruña, la gente se quejaba por Internet.

“¿Vamos a distribuir el disco? Alguna tienda intentó venderlo, pero los únicos que pueden hacerlo son los músicos de la calle. Hemos decidido no distribuirlo; lo que queremos distribuir es la sabiduría de lo que se hizo en Barcelona. Hemos mandado chavales a Madrid a explicar cómo ha funcionado y que cada ciudad haga lo mismo con sus músicos de la calle.”

Chao sigue trabajando. Para La Radiolina realizó un video; en Córdoba, Argentina, visitó el periódico La Luciérnaga, que venden los jóvenes de la calle. También estuvo con los piqueteros. Todos estos pequeños proyectos son “bastante esperanzadores”, concluye.

 
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