Esos asesinos son miembros de las fuerzas de seguridad, denuncian ONG
Han mutado los escuadrones de la muerte de El Salvador en grupos de sicarios
San Salvador, 31 de agosto. La captura de policías acusados de ejecuciones extrajudiciales alienta el trabajo de activistas y expertos en sus denuncias sobre el retorno de los escuadrones de la muerte en filas de las fuerzas de seguridad, como ocurrió durante la lucha contrainsurgente en los años 70 y 80.
Organizaciones de derechos humanos y expertos han denunciado en reiteradas oportunidades que estos grupos operan impunemente y aseguran que han mutado de escuadrones de la muerte del pasado a los actuales grupos de sicarios para “ajustes de cuentas, dirimir desacuerdos personales, “sacar de la competencia” a otro empresario, limpieza social o al servicio del crimen organizado”.
El abogado Jaime Martínez, del Consejo Latinoamericano del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales, señaló que estas estructuras “son el rostro visible del crimen organizado y realizan su trabajo sucio”.
Hay indicios fuertes y repetitivos respecto de que en la Policía Nacional Civil (PNC) se han “incrustado grupos delincuenciales”, aseguró Martínez. Lamentó que las autoridades no lo asuman como una “preocupación de primer orden”, cuando pretenden desestimar los hechos al afirmar que se trata de “malos agentes” que se deben desechar de la policía.
“No podemos seguir creyendo en la tesis de las manzanas podridas”, increpó el experto, quien desarrolló investigaciones sobre asuntos de seguridad ciudadana y grupos de exterminio cuando dirigió por 13 años el Centro de Estudios Penales de la no gubernamental Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho.
El sargento Nelson Arriaza y el agente Roberto Carlos Chévez fueron detenidos el 28 de julio, junto con el ahora prófugo Rember Martínez, acusados del asesinato del campesino Amado García, en el municipio de Nueva Esparta, en el nororiental departamento de Morazán.
Otros cuatro policías fueron arrestados el lunes pasado en el oriental departamento de San Miguel en conexión con el grupo comandado por Arriaza y de pertenecer a un comando de exterminio. Otro agente y un civil más están pendientes de ser apresados por supuestos vínculos con el grupo.
Jefes de la PNC han reconocido esos potenciales nexos, aunque aseguran que se trata de “hechos aislados” que nada tienen que ver con la estructura de ese cuerpo de seguridad. Pero la fiscalía no descarta una investigación sobre posibles conexiones de Arriaza con otros miembros de la PNC y otros asesinatos registrados en San Miguel, donde el policía estaba destacado.
Sumado a esto, desde hace dos semanas circula en el municipio de Chalchuapa, a 80 kilómetros de San Salvador, un volante firmado sólo con las iniciales E. L. en que se “decreta” un “toque de queda” y pide a la población y a la misma PNC abstenerse de circular en la noche.
Durante los años 70 y 80, los escuadrones de la muerte capturaron, torturaron y asesinaron a miles de estudiantes, obreros, maestros y dirigentes políticos de izquierda, en el contexto de la llamada “cruzada anticomunista” liderada por el ya fallecido mayor Roberto D’Abuisson, fundador de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que gobierna el país desde 1989.
El conflicto armado de 1980 a 1992 entre las fuerzas de seguridad del Estado y la guerrilla izquierdista reunida en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) dejó 75 mil personas muertas y unas 8 mil desaparecidas. En la actualidad, son asesinados diariamente entre 10 y 12 salvadoreños.
Tras la firma de los acuerdos de paz en 1992, varios dirigentes del ahora transformado en partido político legal FMLN fueron asesinados o resultaron víctimas de frustrados atentados, en tanto que Mario López y Darol Francisco Velis fueron dos ex jefes guerrilleros ejecutados al año siguiente por escuadrones de la muerte.