Ciudad Perdida
El plañir de Luis Carlos
El IFE, en el tinglado de venganzas políticas
La guerra subterránea de dos poderes fácticos
La justicia, en este país, llega a veces... a veces llega, pero su advenimiento no necesariamente pretende corregir lo que fue injusto, sino que sirve de instrumento para la venganza de alguien que la usa para golpear al enemigo, y entonces de poco sirve extirpar lo podrido si el mal persiste.
En política así sucede. El lloriqueo de Luis Carlos Ugalde, que en algún momento se sintió el dueño de la verdad y la patraña electoral en México y lloriqueó más intenso aún que las lluvias del huracán que pasó por el país en los días recientes, no responde, como han expresado sus lamentos, a la defensa de la autonomía del Instituto Federal Electoral que él mismo empeñó en la pasada elección a favor de los azules, sino a tratar de salvaguardar el poder de quien allí lo impuso.
Luis Carlos Ugalde no es más que otro de los soldados, para decirlo mejor, es uno de los oficiales de alto cargo en el ejército de Elba Esther Gordillo, contra quien en realidad está dirigido el golpe, y se inscribe no en el hecho de corregir el camino torcido, ni mucho menos de conceder la razón a la gente, que ni la repetición electrónica de la falacia electoral le ha convencido de que la elección presidencial fue limpia, sino en la guerra entre dos poderosos factores del subterráneo político en México: Manlio Fabio Beltrones y Elba Esther Gordillo.
Nadie que más o menos tuviera idea de la geografía política del país podría negar que desde siempre –desde que los consejeros del instituto fueron electos por los partidos políticos–, se tuvo como sabido que Ugalde era parte de los alfiles del tablero de la Gordillo, que ya había decidido favorecer a un candidato contrario a sus enemigos en el PRI, y a quien había despreciado su fuerza en la propuesta de una alianza que sólo a ella convenía.
Así que el cuento de la defensa heroica de la autonomía del IFE no es, de parte de Ugalde, más que otro de los tristes argumentos que trata de enderezar para defender los intereses, que hoy parecen entrar en ocaso, de la mal llamada maestra.
Y esto responde a la venganza jurada que Manlio Fabio Beltrones Rivera levantó sobre la propia Elba Esther. El senador priísta ha logrado, por medios que en nada tienen que ver con la visión de Estado o la convicción política, alianzas con grupos como Nueva Izquierda, del Partido de la Revolución Democrática, para dar paso a una dizque reforma política que no corrige en su raíz el mal que afecta al sistema político mexicano, pero sí golpea en uno de sus pilares al poder de la Gordillo.
Pero esta señora no está manca, y enterada de cómo venían las cosas ya mandó un mensaje de guerra por medio de un ataque al pasado de uno de los aliados de Beltrones, que tiene fuerza, sobre todo, en el Distrito Federal y que pertenece al PRD. El misil pasó cerca, pero no dio en el blanco, y la explosión no causó el escándalo que se esperaba, pero los cañones ya tienen otras cargas, aunque la diana sigue siendo la misma.
En fin, esa guerra está declarada y estamos en presencia de los primeros escarceos. Pero que nadie se vaya con la finta de que aquí se está haciendo justicia al fraude que se perpetró en contra de la gente y de Andrés Manuel López Obrador, ni menos aún de la sana intención de lograr una reforma política que evite el abuso del poder en eso que Ugalde llama democracia.
Se trata de un juego de venganzas donde lo más barato será la cabeza de Ugalde y sus compinches, así que nadie se vaya con la finta. ¡No se dejen engañar!