Se enciende una luz de esperanza: familiares de plagiados
Inicia hoy el presidente venezolano mediación entre Uribe y rebeldes
Santafé de Bogotá, 30 de agosto. La visita de 10 horas que realizará Hugo Chávez a esta capital puede convertirse en un paso definitivo hacia la concreción de un intercambio de prisioneros entre el gobierno de Álvaro Uribe y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), opinaron hoy líderes políticos, analistas y familiares de las personas que están privadas de la libertad.
El mandatario venezolano mantiene buenas relaciones con su vecino colombiano –pese a la cercanía de éste con Washington– y al mismo tiempo goza del respeto y la admiración de la guerrilla, pero –igual– su tarea está sembrada de dificultades.
Su principal obstáculo será acercar a las partes en torno al tema de la desmilitarización de dos municipios del suroccidente, exigida por las FARC para hacer el canje y considerada “no negociable” por Bogotá.
Este nuevo capítulo en la ya larguísima historia sin fin del intercambio humanitario se inició tras una solicitud pública de intermediación que le hiciera el pasado 5 de agosto la senadora liberal Piedad Córdoba a Chávez durante el programa Aló Presidente. Al aire, el mandatario contestó afirmativamente y anunció que pondría todo su empeño en lograr el canje.
Pocos días más tarde, envió dos aviones a Bogotá para recoger a los familiares de las personas que están en poder de la guerrilla y sostuvo con ellos una reunión de más de tres horas en el Palacio de Miraflores.
“Por primera vez en los últimos años se nos ha encendido la luz de la esperanza”, dijo a la salida del encuentro Yolanda Pulecio, madre de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, quien lleva más de cinco años de cautiverio en la profundidad de la selva amazónica colombiana.
Chávez ofreció el territorio de su país para la realización del canje, pero el pasado fin de semana el vocero de las FARC, Raúl Reyes, insistió en que éste deberá hacerse en suelo colombiano, no sin antes agradecer y aceptar la intermediación del presidente venezolano.
Por su parte, Uribe asignó a su ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, la tarea de llevar a cabo una campaña nacional contra el despeje militar de los municipios solicitados por las FARC y advirtió, en tono enfático, que no desmilitarizará ni un centímetro de territorio.
Con semejante distancia entre las partes, aseguran analistas locales, Chávez tendrá que hacer uso de toda su capacidad persuasiva, tanto en la reunión que sostendrá este viernes con Uribe en la Casa de Nariño como en su contacto directo con las FARC, cuya fecha y condiciones todavía no se han definido.
El mandatario de Venezuela instó a Manuel Marulanda, máximo jefe de las FARC, a flexibilizar sus posiciones sobre el despeje y lo invitó públicamente a dialogar en el Palacio de Miraflores.
En la agenda de la visita de Chávez figura un encuentro con los familiares de los guerrilleros presos, incluidos los de Anayibe Rojas, alias Sonia, extraditada hace dos años a Estados Unidos y condenada a 16 años de prisión por una corte federal el mes pasado.
Las FARC han dicho que esta guerrillera y Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad, tambien extraditado por Uribe y condenado en una corte estadunidense, encabezan su lista de canjeables.
Según Carlos Lozano, dirigente del opositor Polo Democrático, “contrario a lo que han dicho muchos, las recientes declaraciones de Raúl Reyes no son un portazo a la gestión de Chávez, sino que abren nuevos escenarios para el logro del intercambio pues habrá un contacto de alto nivel entre el presidente venezolano y la dirigencia de las FARC”.
En el mismo sentido se pronunció el profesor Gustavo Moncayo, padre de un oficial del ejército que lleva 10 años en poder de las FARC, quien caminó más de mil kilómetros hasta Bogotá clamando por un acuerdo entre el gobierno y la insurgencia.
Moncayo, quien asistió la semana pasada a la reunión con Chávez, instaló una carpa en la Plaza de Bolívar, el corazón político del país, y dijo que no se irá hasta que su hijo recupere la libertad.
En medio de este ambiente polarizado, Chávez parece dispuesto a jugarse el todo por el todo en esta empresa, cuyo éxito podría afianzar su liderazgo regional e incluso llenarlo de prestigio internacional.
Por ello, no resultan descabelladas las declaraciones de varios dirigentes políticos, según las cuales Uribe está haciendo todo lo posible para que Chávez fracase, con lo cual –de paso-– aislaría aún más a las FARC a escala latinoamericana y mundial.