Número 133 | Jueves 2 de agosto de 2007
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Opinión

Club Gay Amazonas de Tenosique
Ser gay y dejar de ser joto

 

Por Rodrigo Parrini y Armando Cornelio D. *

Para Juan es importante que lo llamen por su nombre: “Bueno porque antes en la calle te gritaban maricón, joto, puto y las veinte mil maneras de llamar a una loca ¿no?, entonces ahora por lo menos ya te llaman por tu nombre, eso es un logro”. Juan señala que el trabajo del Club Gay Amazonas le ha permitido reivindicar su nombre, entre los insultos y los apodos. Él vive en Tenosique, una ciudad del estado de Tabasco, en la frontera con Guatemala, al sur de México. Ciudad de rancheros y campesinos, con poco más de 30 mil habitantes. Es una cuidad de tránsito para mucha gente, tiene una base militar y es una de las rutas de migrantes centroamericanos. El Club Gay Amazonas, que toma su nombre de los guerreras mitológicas, fue creado en 1996 por un grupo de hombres gays, algunos de ellos travestis o transgéneros, como un espacio de sociabilidad, un lugar de interlocución con las autoridades y las instituciones y como una forma de enfrentar la epidemia del VIH/sida, que desde principios de los años noventa comenzó a afectar a personas de la ciudad. Cuando realizamos el trabajo de campo que permite este artículo ya había una larga lista de muertos y otra más extensa de personas portadoras del virus que sobrevivían en condiciones de marginación social, estigma y falta de acceso a atención médica y tratamientos antirretrovirales.
Durante sus 10 años de existencia, el Club ha interceptado una acción comunitaria de prevención, otra social de atención y ayuda a las personas enfermas, un trabajo de interlocución política con autoridades municipales y con miembros de los partidos políticos. En la última elección local todos los candidatos de todos los partidos políticos se reunieron, al menos en una ocasión, con los integrantes del Club. Hubo un trabajo intencionado de los partidos políticos para captar sus votos y para integrarlos en sus campañas.
Las condiciones sociales y culturales para la reivindicación y la vivencia de una preferencia sexual no heterosexual y de una identidad libre de estigmas han sido, y son, extremadamente difíciles en México. La opinión pública mexicana muestra tendencias altamente discriminatorias con respecto a este grupo. Por ejemplo, en la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación, levantada durante 2005, el 48 por ciento de los encuestados señalaban que no permitirían que en su casa ‘viviera un homosexual’. Asimismo, cuando se preguntó sobre la que debieran hacer las autoridades ante una comunidad que quisiera expulsar a los homosexuales, un 42 por ciento respondió que ‘nada’. Por último, si se consultaba sobre ‘el principal problema de los homosexuales para relacionarse con los demás’ un 46.4 por ciento respondía que su ‘preferencia sexual’, entre 15 opciones que incluían ‘discriminación’, ‘rechazo’ y ‘comportamiento’.
En este contexto: ¿Cómo ha sido posible la organización social y política de hombres gay en Tenosique? ¿Cómo han logrado el respeto de las autoridades? ¿Por qué son considerados por los partidos políticos? Pero también es importante preguntarse ¿qué ha sucedido en sus vidas? Juan pide un nombre, un lugar propio, refrendado colectivamente, respetado socialmente y situado políticamente. Ese lugar Juan lo ha construido junto con otros, también anhelantes de un nombre y de un espacio de reconocimiento y de legitimidad.

A las orillas del río… De lo puto a lo gay
El río Usumacinta corre lento y poderoso, vadeando Tenosique con un clamor sordo. La ciudad está de espaldas al río y sólo lo encontraremos mirando por las calles que bajan hasta sus orillas. A unos kilómetros está la frontera con Guatemala, los misterios profundos de la selva. Una ciudad construida con el esfuerzo y el tesón de sus habitantes. Por sus calles Alan camina presuroso, saluda a mucha gente, se detiene a conversar con algunos. Él es el presidente del Club. Nacido aquí en una familia de larga tradición en la ciudad, conocida y respetada, luego de muchos años en otros lugares, decidió regresar y asentarse. Parte de sus proyectos coincidieron con los de muchos de sus amigos, parte de sus anhelos se vincularon con los de otra gente que quería superarse, que deseaba lograr un lugar distinto en la sociedad a la que pertenece.
Así, poco a poco, fundaron el Club Gay Amazonas, que había sido precedido por Las Reinas de la Noche. Al principio, un club social y un espacio para compartir y divertirse. Luego, poco a poco, una organización que quería construir un lugar diferente para los gays de Tenosique. Un lugar de respeto, de reconocimiento, de colaboración y trabajo. Y paulatinamente lo consiguieron: primero lograron que la policía no levantara a los compañeros que vestían ropas de mujer; luego, participaron en el Carnaval de la ciudad con un carro alegórico y al poco tiempo ganaron los primeros lugares. Cruzaron la ciudad diciendo claramente lo que eran: éste es el carro alegórico del Club Gay Amazonas.
Los integrantes del Club se identifican a sí mismos como gays. Le dicen a la gente que no sólo sirven para la fiesta y el desmadre, que son personas responsables, creativas, de trabajo. Alan recorre Tenosique solicitando ayuda para las personas afectadas por el VIH. La gente sabe que se preocupan por sus conciudadanos, que ayudan a quienes nadie ayuda. Un día tras otro, durante 10 años. Esgrimiendo la solidaridad, pero también la creatividad, los integrantes del Club le enseñan a su comunidad que tienen valores importantes, que pueden realizar tareas relevantes. ¿Quién llevó las primeras pláticas sobre prevención del VIH a las escuelas y secundarias? Fueron ellos: Licho, Alberto, Miguel, junto con Alan y Juan y otros más. El trabajo del Club permitió construir, poco a poco, una identidad con rasgos positivos, y ya no las características “raras’ y amenazantes de los putos, objeto de estigma y burla.

Aceptan pero no perdonan
Poco a poco, a fuerza de trabajo y de insistencia, sin amilanarse ni esconderse, los integrantes del Club construyen un lugar de reconocimiento creciente. Lo que exigen es algo fundamental: respeto. “Sí, queremos que nos respeten y que nos respeten como gays”, le dicen a la ciudad, a las autoridades y a los políticos. Se lo dicen claramente: aquí estamos y esto somos. A partir de esta afirmación, que corresponde por una parte a la construcción del lugar colectivo que hemos mencionado, y por otra, a un reclamo consistente, que se expresa en diálogos, pero también en acciones. La insistencia tiene sus premios; la porfía finalmente les confiere una dignidad que muchas veces se les ha negado.
Entonces, se establece una relación favorable entre una identidad que se dota de señas positivas, que rechaza el estigma y la burla, con un trabajo colectivo de afirmación y de visibilidad. El Club logra conquistas crecientes: sus integrantes comienzan a ser reconocidos y respetados, pueden ocupar un lugar público, ya no se reprime sus manifestaciones. La sociedad de Tenosique se adapta lentamente; cambia la burla por el diálogo. Pero será siempre un cambio oscilante. Alan lo señala: “te aceptan, pero no te perdonan”. No perdonan, entre otras cosas, menciona Alan, la expresión pública de afecto entre hombres. La aceptación tiene sus propios límites, zonas donde la intolerancia se intensifica. Pero los integrantes del Club saben esperar, saben concitar tiempos favorables para su identidad y su deseo. Como el río, que corre silencioso y profundo, ellos han soñado su futuro y han imaginado su dignidad; como el río saben que están ahí y que nos los podrán mover.
Alan cruza nuevamente la ciudad, se detiene en un comercio y habla con una señora sobre una de las mujeres que viven con VIH (el esposo muerto hace ya tiempo), algo le cuenta sobre sus hijos, le pide ayuda para que pueda viajar a Villahermosa, la capital del estado, porque tiene cita con el médico. Así lo conseguirá todo: con simpatía y con insistencia. Él y todos los integrantes del Club.

* Parrini es maestro en Estudios de Género y colabora en el Programa Universitario de Estudios de Género y en el Censida. Cornelio es sociólogo y labora en la Secretaría de Salud de Tabasco. Este artículo es producto de la investigación “Procesos Subjetivos de Ciudadanía: Sexualidad y Derechos Humanos”, coordinada por la doctora Ana Amuchástegui, financiado por la Fundación Ford, y realizada en colaboración por la Universidad Autónoma Metropolitana, sede Xochimilco, y el Grupo de Información en Reproducción Elegida AC. Agradecemos también la colaboración y ayuda del Censida y del Programa de VIH/SIDA del Estado de Tabasco. El trabajo de campo se ha realizado desde el mes de diciembre de 2006 hasta la fecha.

 

 
Nada más amaos los unos a los otros
 
 
Alan Contreras es presidente del Club Gay Amazonas. Concentrado en su trabajo de prevención del VIH/sida y contra la homofobia, sobre todo entre miembros del Ejército Mexicano acuartelados en la zona e indocumentados centroamericanos, Alan se ha ganado un espacio dentro de la comunidad de Tenosique. Los saben sus cuatro hijos adoptivos, todos jóvenes, Paty, Danielito, Joseito y Carlitos, quienes también saben que el condón es una herramienta fundamental para la vida. Ellos se han unido a las campañas contra el VIH/sida y la discriminación por preferencia sexual que organizan Alan y sus compañeros en la localidad.
“Los gays en Tenosique hemos luchado por el respeto. Primero empezamos a defendernos de los policías que nos agredían. Hemos logrado que la gente nos reconozca. Nos permiten entrar a la radio, a las escuelas a dar pláticas de prevención. Antes no había tanta apertura, ser gay era motivo de burla, de sorna. Aunque la homosexualidad no es bien vista por la religión. El cura Blas, el coordinador de los derechos humanos, a veces nos dice ‘aceptamos que sean así, lo que no aceptamos son sus prácticas’. Yo le contestó: ‘Jesucristo dijo amaos los unos a los otros, pero no dijo de qué sexo’. El sacerdote nada más se ríe”, comenta Alan. (Christian Rea Tizcareño)