El otro rostro de la capital
Jóvenes y rebeldes, con peculiares atuendos, ellos forman las nuevas tribus
Ampliar la imagen Apolíticos e individualistas, a todos los une su deseo de ser diferentes. Neogóticos Foto: Yazmín Ortega Cortés
Ampliar la imagen Apolíticos e individualistas, a todos los une su deseo de ser diferentes. Una joven EMO Foto: Yazmín Ortega Cortés
Ampliar la imagen Javier, skasero tradicional Foto: Jazmín Ortega Cortés
Ampliar la imagen Miranda y Mina son neopunks Foto: Jazmín Ortega Cortés
Ampliar la imagen Los rockabillies Christian y Francisco Foto: Jazmín Ortega Cortés
Ampliar la imagen Michel y José, representantes del indie Foto: Jazmín Ortega Cortés
Tienen entre 16 y 24 años. Unos visten así todos los días. Otros esperan el sábado para ataviarse de modo distintivo y lanzarse al Tianguis del Chopo. Quizá van no tanto a comprar discos (para qué, si ya todos los bajan de Internet), sino a hacerse notar, a estar entre iguales, a cohabitar en una zona en la que nadie los cuestionará.
El rock no muere: siempre hay jóvenes que vuelven a descubrirlo; la música sigue siendo lo que los une e identifica. Y aunque cada quien defiende su afinidad hacia un género, ya de cerca todos asumen valores similares: la libertad, la autenticidad, el pensamiento despojado de prejuicios...
Singular en su generación es que son realistas. No son utópicos ni esperan cambiar nada. Son apolíticos e individualistas; algunos sólo aman la estética del vestuario por sí misma. Otros son más letrados; los hay acelerados o tranquilos. En su mirada no hay efusividad, pero tampoco inocencia. Son los nacidos en los años ochenta, a la par de una crisis que no cesa. Son escépticos, mas no desesperanzados.
Aquí, una aproximación a algunas de las actuales tribus rocanroleras urbanas, que ciertos jóvenes clasemedieros representan mediante su vestimenta y filiación musical.
Los EMO
EMO (así, con mayúsculas) viene de emotional. Los EMO dicen que su música involucra sentimientos profundos. Pero más bien es una etiqueta impuesta a un hardcore ligero con melodías y letras pop, así como vestuarios que emulan los clichés del punk y el glam. Se trata de la tribu más joven.
Brian nació en 1991 y se asume como un EMO: "Eso implica emociones tristes. Hay mucha desilusión por el vacío de la sociedad". Habla poco, pero su pose en la foto es como si la hubiera ensayado desde siempre. Se muestra satisfecho de no pasar desapercibido, como si cumpliera su cometido: "Visto así para que noten que soy diferente", dice. Y aunque su apariencia es como la de un punk, se diferencia por ser menos desaliñado. Musicalmente tal limpieza es similar: oye a My Chemical Romance, Thursday, Silverstein y Colchón.
Karla, de 17 años, apunta: "Siempre he sido melancólica, triste, solitaria... Al vestirme así quiero decir que no soy igual a todos, que no me siento bien. Expreso inconformidad. Pero no me gusta la política: para estar en ella hay que embarrarse de mierda".
Los neogóticos
La gente los llama darketos. Ellos precisan: "somos góticos". Son una de las tribus más enraizadas en la contracultura capitalina. Pintorescos y románticos, tienen fama de ser los más cultos y amables. Y sí. Javier, de 18 años, saluda de beso, como si siempre lo hubieras conocido. Igual hace su chica, Estefanía, de la misma edad. Infinitamente pálidos, en contraste con sus terciopelos a prueba de altos grados centígrados, la sombra azul tras la mirada de Javier, así como sus decímetros de pelo hacia el cielo, reflejan a un ser tranquilo: "Me gustan el gótico, el dark, el punk, pero más bien soy diverso. Oigo clásico, ópera, música tradicional, rockabilly. Me late que la música exprese acontecimientos sociales. Y si es dark, que explore algo interno, filosófico... Lo importante del vestir es no copiar, tener personalidad. No hay que dejar que te impongan nada. Debo disfrutarlo ahora, pues quizá luego cambie mi forma de pensar; tal vez ingrese al mundo laboral y ya no podré vestirme así".
Estefanía detalla: "Al dark y al gótico nos confunden. El gótico es más literario, artístico, elegante. El dark es más fachoso, depresivo... Es una forma de vida, no una moda. Tardo en vestirme como tres horas, pero lo disfruto muchísimo. Yo soy más bien gótica: sentir todo intensamente, la naturaleza, la música, los libros, el amor... Lo que más me gusta es leer. ¿Música? Lacrimosa, Epica, After Forever, Diamanda Galas, Two Witches".
Ska tradicional
Javier, de 23 años, tiene mucha prisa. Ya casi no se ve a chicos de su tipo, pues la euforia hacia el ska, tan vigente entre fines de los 90 e inicios de los dosmiles, va de salida. Pero él no es el típico skato: "A mí me late el ska tradicional, el que surgió en Jamaica en los años 50 y 60, cuando quienes lo ejecutaban vestían de forma elegante. Me gusta el early reggae, el rocksteady..." Con sombrero, camisa de vestir y zapato lustrado, se muestra tímido. Su novia se lo lleva corriendo, se pierde entre la muchedumbre. No alcanza a discurrir sobre su forma de pensar. No aparece otro como él en toda la tarde.
Neo-punks
Andan en pareja. Con su mejor amigo o amiga, no en bolita. David y Daniel, de 17 y 16 años, respectivamente, destacan entre la masa. Más allá, sorben su raspado Miranda y Mina, atiborradas de tatuajes y delineador grueso bajo los ojos.
David, alto y espigado, se advierte punk con su peinado mohawk, pero no luce como los punks mexicanos de los años 80 y 90; esto es, ya no aplica la chamarra de cuero negra ni los estoperoles, pues mientras dicha generación precedente interpretó a su modo y de lejos lo que habría sido el punk de los 70 en Inglaterra, este chico ya es hijo de Internet, de modo que su vestuario se apega más a lo que, se nota, ha visto en fotografías del Londres del 77: pantalones y chalecos a cuadros, con el estampado escocés rojo y negro tradicionales.
-¿Cómo llegaste a asumirte punk?
David: Primero por la música: Rancid y los Sex Pistols. Ya después me clavé y conocí a los Casualties, los Addicts, The Exploited, GBH, Escorbuto... Luego vino la ideología, que implica el anarquismo, el antisocialismo. Ir contra el sistema y la religión, la cual se me hace una mamada. El anarquismo es para mí ser liberal, hacer lo que tus güevos dicten, no hacerle caso a nadie. El gobierno para mí es la mamada más grande que hay, porque quiénes son ellos para imponernos reglas y decirnos qué está bien y qué mal, si son los primeros que están llenos de mierda.
Daniel, con playera que dibuja igual una hoja de cannabis que la leyenda de un grupo de metal, con pelos alborotados y botas altas, dice: "Yo más bien soy punk-metal. Los Sex Pistols me laten un chingo... cuando vi a Sid Vicius dije: 'eso es tener güevos'. Y cuando oí el Master of puppets de Metallica, dije: 'no mames, eso es lo chido de la vida'. Ahora una de mis bandas favoritas es Pantera... Por donde vivo, en la Doctores, hay puro reggaetonero que me ve raro y se burla de mí. Pero ya en la Secundaria 45, conocí a gente como este pendejo (señala a David y ríe), y ya me clavé con el punk".
-¿La actitud punk puede durar por siempre? ¿Algún día se vestirán como oficinistas?
Daniel: Sí, yo no tengo pedo. Porque habrá que trabajar, hay que vivir de algo. Claro que no perderé la esencia y le inculcaré a mis hijos que piensen libremente, que hagan lo que quieran.
David: Yo no, porque soy músico, y siempre me voy a vestir así; me late un chingo este pedo, de aquí soy. Ahora está cabrón sobrevivir de esto, porque están saliendo muchas bandas, pero si le echas güevos, sí la haces.
-¿O sea que no asumen la frase "no hay futuro", del punk de los años 70?
David: Para nada.
Daniel: Es posible combinar el desmadre con el estudio, que salga algo para comer, y ya con eso.
Miranda y Mina son novias. Se besan, no se sueltan. Miranda trae sombra roja alrededor de los ojos, como amoratada; mallas a rayas, falda con olanes, pelos alborotados. Mina viste de negro, más sobria. Miranda dice haber asumido la vestimenta punk desde los 13 años: "Cuando conocí a los punks, me parecieron los seres más hermosos del mundo... Lo mío es la pro tolerancia. Ir contra los convencionalismos, la hipocresía, el falso pudor, todos esos prejuicios. Pero la vestimenta es algo individual; todos se visten distinto, incluso cada fresa se viste diferente. La ropa nunca te va a hacer, pero sí refleja cómo eres: tus gustos, la música que oyes. Claro que también hay mucho poser que sólo copia y no tiene sustento. Ahora, a mí se me facilita vestir así, pues estudio arte, y en mi entorno no es mal visto que ande yo así. No sería igual si estudiara derecho. Como a todas las mujeres, me fascina la ropa. Finalmente, vestirse así implica hacer algo divertido".
Remata Mina: "Me late el psychobilly, pero no me visto así necesariamente. Me puse tatuajes porque se ven chidos y ya. No hay mayor complicación. Me los hice como me pienso hacer muchas más mamadas... y como se las pienso hacer a esta cabrona", remata entre carcajadas.
Los rockabillies
Copetes inmensos, camiseta arremangada. Pantos zancones, zapatito blanco. Son los rockabillies, quienes tras medio siglo emulan unos idealizados años 50, desde los cuales arrastran lo que estuvo a su paso: el punk de los 70 (punkabilly) y el mismo revival cincuentero de los 80 (esos chalecos de leopardo). Son ligeros, directos, alegres. Christian tiene 20 años, Francisco 17.
-¿En qué consiste el estilo de vida rockabilly?
Christian: Pss.. Nomás echar desmadre con la pandilla y salir a bailar, ¿no? Me gusta mucho esta música, por mis papás... Johnny Burnet, Johnny Cash, Bill Haley. Más pa' cá, los Stray Cats... De México, Los Rebel Cats, los Desenfrenados, los Ultratumbas.
Francisco se clava más, tonito de barrio y movimiento de manos, cual película de Resortes: "Nenas, alcohol y rocanrol, ¿para qué más? (risas)... Bueno, pero también soy algo punk... Mira, no creo que sea necesario estar dentro de un clan, sólo hay que tener la mente clara, tener libre albedrío, no cerrarte a las nuevas ideas. Ser espontáneo. Nos estereotipan de que si somos puro slam, drogas, desesperanza, y nel, es algo más alegre. Hay que llevar las ideas a cabo, no quedarse en habladurías, como por décadas han hecho los presidentes... Esa madre del anarquismo es pura utopía, tendrías que ser un ermitaño. La mejor manera de combatir al poder es con un libro: el conocimiento rompe barreras..."
Los indie
El término ya está muy manoseado, y lejos de lo que significaba. En los años 90, se llamaba bandas indie a las que, como indica su nombre, se hallaban en el circuito independiente o alternativo. Con el tiempo, el mainstream se apropió del apelativo para etiquetar a un conjunto de nuevas bandas que estuvieran "haciéndola", dizque al margen de la gran industria. De ahí que muchos de la actual generación lo apliquen como si se tratara de un "género" (cuando no lo es) o piensan que es aplicable a toda banda de rock "no popera" que haya salido a partir de los Strokes (2001). La cosa es que aquí los autodefinidos como indie son identificables por andar a la moda, cercanos en look al punk pero sin ideología, ni pelos parados, menos desaliñados: coloridos, ligeros, poco críticos, y a gusto con lo comercial. También se vale.
Michel, de 17, y José de 15, lo tienen claro: "No. Ni emo ni punks. ¡Somos indie!"
-¿Y cómo es ser indie?
Michel: Cada cabeza es un cosmos. Sólo tratamos de ser naturales, mostrarnos tal cual somos.
-¿Y en qué creen?
Michel: En el amor y la paz. En que no hay que destruir a este mundo. Eso es lo principal.
José: Sí. Hay que respetar al individuo tal y como es.
Michel: "Porque muchos se burlan de nosotros por cómo vestimos. Nos dicen: 'qué pedo, te aprietan los güevos...' Vivimos por Churubusco, ahí hay puro chacal que se viste con su gorrita y sus pantos aguados, como esos que roban... (risas). Y bueno, la verdad es que nos vestimos así por moda... aunque yo investigué por Internet, porque no me quería ver emo..."
-¿Por qué?
Michel: Pues porque leí que el emo es para gays...
-¿Ah, sí? Que yo sepa no es así...
Michel: Pues no, pero por si acaso...
-¿Pero qué no hablaban de respetar al individuo?
Michel y José se ríen nerviosos. Y responden: "Psss, sí, pero nosotros no lo somos". Luego enumeran la música que les gusta: "Pastilla, Porter, Six Million Dollar Weirdo... los Strokes, los Yeah Yeah Yeahs, Franz Ferdinand..."
El rasta-raver
Carlos, de 22 años, porta gorra y pantalones tipo militar. Usa dreadlocks en el pelo, fuma puro y usa un collar tipo prehispánico. Es alivianado, aunque habla poco, pues se tiene que poner a vender: "Uso los dreads porque soy artesano, y eso me identifica con lo callejero. Es donde consigo mi trabajo, mi varo. Soy afín con toda la banda, menos con los fresas, o sea, los que tienen dinero y andan bien vestiditos. Esos no me laten. Porque psss... yo soy rasta, desinteresado de lo material; me importa más lo cultural".
-¿Te interesa la política, la lucha social?
-Nel. La política oprime al pueblo.
-¿Te definirías más como un ambientalista?
-Sí... el verde es vida.. (risas). Y pss la yerba está rica...
-¿Y qué música oyes?
-Pues reggae, electrónica. Los raves me gustan mucho.