Durante la Segunda Guerra Mundial salvó a 40 mil personas cuando era cónsul
Rinden homenaje al diplomático Gilberto Bosques en el Museo del Holocausto
Ampliar la imagen Gilberto Bosques, al centro, en la embajada de México en Cuba en 1964, con Raúl Castro, Fidel Castro y Ernesto Guevara Foto: Archivo de la familia Bosques
Muchos le dicen "el Schindler mexicano" porque durante la Segunda Guerra Mundial, como cónsul general de México en Francia, ayudó a huir de la amenaza franquista y nazi a unos 40 mil refugiados españoles republicanos, judíos franceses, libaneses y otros perseguidos, entre ellos líderes políticos europeos de oposición y miembros de la resistencia antifascista.
Unos más lo consideran como un "mexicano heroico" o un "salvador" o un "valiente", porque cuando estuvo un año como prisionero de guerra en Alemania asumió, junto con su familia y colaboradores, una actitud digna, a la altura de la política exterior mexicana de aquella época, la cual ganó el respeto de sus custodios.
Se llamó Gilberto Bosques, nació en 1892 en Chiautla, Puebla, y vivió 103 años. Fue revolucionario, congresista, educador, periodista, escritor, diplomático y, sobre todo, humanista y patriota: esto último en un sentido poco comprendido ahora.
Por todo ello, la comunidad judía en México ha decidido rendirle un homenaje con una exposición fotográfica, como una forma más de agradecimiento a la tradición de asilo y solidaridad de nuestro país.
La muestra se llama Embajador Gilberto Bosques: un hombre de todos los tiempos y fue inaugurada en el Museo Histórico Judío y del Holocausto Tuvie Maizel (Acapulco 70, Condesa) la semana pasada.
Integrada por 88 fotos, la exposición aborda la vida de Gilberto Bosques desde que nació hasta su muerte, en 1995. Las imágenes y cédulas informativas son organizadas en 25 paneles y en ellas aparecen fotos del Holocausto en Francia, un aspecto casi desconocido.
Todas las imágenes fueron copiadas del archivo de la familia Bosques, y ahora el museo podrá prestar la exposición para que se presente en otros espacios. La curaduría la realizó el especialista Erick Saúl en Estados Unidos. Es una "curaduría histórica, no museográfica", que duró dos años y tuvo el apoyo del museo Tuvie Maizel.
Salvar vidas, levantar espíritus
En la exposición podrán verse imágenes sobre las diversas etapas de la larga vida de Gilberto Bosques: su participación en el movimiento revolucionario de 1910, a los 17 años, su labor en pro de los trabajadores como legislador local en Puebla y luego federal en las décadas de los 20 y 30, sus aportes a las reformas educativa y política, o su etapa como director del periódico del gobierno, El Nacional.
También, del comienzo de su carrera diplomática con el estallamiento de la Segunda Guerra Mundial, haciendo concreta la política exterior del presidente Lázaro Cárdenas y luego de Manuel Avila Camacho.
Pero sobre todo se muestra el trabajo diplomático de Bosques en Francia, a las órdenes del ministro mexicano Luis I. Rodríguez: sus peripecias para otorgar visas o salvoconductos que salvaran perseguidos tras la invasión alemana a ese país, su traslado de París a varios lugares hasta llegar a Marsella.
En ese puerto el consulado general de México alquiló dos castillos (el de Reynarde y el de Montgrand) para albergar y proteger a cientos de refugiados de las deportaciones o del envío a los campos de concentración o de exterminio, mientras se tramitaba y organizaba su salida. En esos lugares se realizaban actividades artísticas para "levantarles el espíritu" a los perseguidos, como decía Bosques.
Desde Marsella el embajador mexicano hizo frente al hostigamiento de las "autoridades" proalemanas francesas, al espionaje de la Gestapo, del gobierno del dictador Franco y de la representación diplomática japonesa, que tenía sus oficinas en el mismo edificio de la delegación mexicana.
Bosques resistió desde allí los embates de los gobiernos de Francia y, sobre todo, de Alemania, cuando, por recomendación suya, en 1943 México rompió relaciones con esos países. La Gestapo, por ejemplo, asaltó violentamente la sede mexicana y se llevó dinero de una caja fuerte.
El diplomático mexicano, su familia (esposa y tres hijos) y unos 40 colaboradores fueron arrestados por oficiales franceses y alemanes y llevados a Bad Godesberg, donde estuvieron recluidos en un hotel durante un año, en el que también realizaban actividades artísticas. Allí destacó la actitud de dignidad de Bosques y de México ante un funcionario alemán:
"Le manifesté que todo el personal mexicano se sometería al reglamento que acababa de leernos, porque México estaba en guerra con Alemania y por ello éramos prisioneros de guerra. Que podía estar seguro de que no pediríamos ninguna excepción, ninguna gracia sobre esas disposiciones, pero que tampoco aceptaríamos ningún trato vejatorio, como acostumbraban ellos con los prisioneros."
En 1944 los mexicanos fueron liberados y repatriados mediante un intercambio con prisioneros alemanes que, a su vez, habían sido concentrados en Perote, Veracruz.
Tras la guerra, Bosques fue designado ministro de México en Portugal, Finlandia, Suecia y, de 1953 a 1964, en Cuba, etapa ésta de la que se muestran fotografías del embajador mexicano con personajes como Fidel Castro y Ernesto Che Guevara.
Laura Bosques, hija de don Gilberto, vivió con su familia todos esos episodios europeos e incluso leía poemas de Rubén Darío en las tertulias durante la reclusión de Bad Godesberg.
"Esa época fue un drama intenso. Agradezco a mis padres el habernos hecho, a mis hermanos y a mí, sensibles al sufrimiento. La guerra fue una cosa tremenda que no debe volver a ocurrir, aunque la violencia continúa en el presente."
Laura Bosques habla en una de las oficinas del Centro Comunitario Nidjei Israel, donde se ubica el museo Tuvie Maizel. Ahí se encuentran también Enriqueta Loaeza Tovar, asesora de prensa, y Leyla Malki, coordinadora del museo, quienes sintetizan:
"Gilberto Bosques fue un mexicano heroico. Con la exposición, este museo y la comunidad judía en México le rinden un homenaje, como una muestra más de agradecimiento a él y a este país."