Por Christian Rea Tizcareño
Durante 14 días permanecen encerrados dentro de una de las cien plataformas petroleras que existen en Campeche. Vienen principalmente de Tampico, Veracruz, Tabasco. También hay extranjeros y gente de los pueblos cercanos. La mayoría son hombres que para incorporarse al ambiente laboral de Petróleos Mexicanos (Pemex) necesitan tener liberada la cartilla militar, estudios mínimos de secundaria o bachillerato, comprobante de domicilio y un examen médico que incluya la prueba de VIH/sida, un requisito prohibido por la Norma Oficial Mexicana en materia de VIH/sida. El Jarocho, quien proviene de “uno de los lindos puertos de Veracruz”, cuenta la vida de esos hombres dentro de una plataforma localizada en Ciudad del Carmen, municipio isleño que ocupa el primer lugar en incidencia acumulada de casos de VIH/sida en Campeche. Según él, “la mayoría de los gays declarados se ubican en la cocina del lugar; son unos diez”. Pero también hay varones asumidos como heterosexuales que disfrutan de encuentros con personas de su mismo sexo, los cuales no forman una cifra visible. El Jarocho pertenece a estos últimos y prefiere quedar en el anonimato.
El “ligue” entre “machos” y el sida
Una sábana azul que se disuelve con el cielo rodea la plataforma, donde viven de cotidiano unas cien personas. Ahí, algunos varones se “ligan” secretamente dentro de un ambiente social en donde “ser macho” es el trofeo que se tiene que ganar a toda costa. “Lo que más se da es el sexo oral, el faje y el toqueteo. Buscas lugares ocultos para evitar burlas, señalamientos o apodos femeninos. Puede ser un taller, una oficina, o hasta en los consultorios médicos”, menciona El Jarocho.
Dice que la Secretaría de Salud (Ssa) estatal “si acaso una o dos veces” les ha llevado pláticas sobre VIH/sida a él y a sus compañeros. “De homofobia y discriminación, ninguna”. El Jarocho es ingeniero electromecánico y hace cinco años siguió los pasos de su padre cuando dejó a su familia para incorporarse a la paraestatal más importante de México. “Es muy difícil que se dé un caso de VIH a bordo, porque las compañías privadas hacen exámenes y Pemex, por igual, cada año está haciendo un examen general, de acuerdo con la cláusula 106 del contrato colectivo”, comenta.
Si algún trabajador resulta VIH positivo, su contrato puede darse por terminado o restringido “para evitar que propague el virus”. Si es restringido, “ya no se le permite volver a plataforma y se le regresa a tierra a trabajar con un puesto y un salario inferior al que tenía —60 o 70 por ciento menor— y Pemex tiene la obligación de pagarle los medicamentos”, explica el Jarocho.
Sin embargo, según información de la Ssa estatal, Pemex, de 1985 a la fecha, registra sólo dos casos de sida atendidos, de los 776 que han ocurrido en la entidad.
El auge del petróleo
En cuanto a incidencia acumulada de casos de sida a nivel nacional, Campeche ocupa el décimo primer lugar. Alrededor de 75 por ciento de las personas se infectaron entre los 20 y 44 años de edad. Por cada cinco hombres seropositivos, hay una mujer. De éstos, sólo 42.9 por ciento aún viven, y los focos rojos están en los hombres que tienen sexo con otros hombres, quienes representan cerca del 80 por ciento de los campechanos afectados por la epidemia. La zona más afectada es, precisamente la que concentra las instalaciones de Pemex en la entidad: Ciudad del Carmen.
Alberto Poot, secretario técnico del Consejo Estatal sobre sida (Coesida), y la doctora Catalina Domínguez, responsable del Programa Estatal de VIH/sida, señalan que la industria petrolera —principal bastión económico de la zona— y el turismo han convertido en una urbe cosmopolita a la isla, en donde conviven personas de todas partes de México y del mundo.
El problema —añade Poot— no está en los gays, ni en el trabajo sexual, sino en los hombres que tienen sexo con hombres y que se consideran heterosexuales, según lo han revelado estudios epidemiológicos en amas de casa que fueron infectadas por sus maridos y también porque la mayoría de los varones registrados como seropositivos, tiempo después de adjudicarse una orientación heterosexual, confesaron haber sostenido prácticas homosexuales sin protección. A diferencia de otras ciudades de la República, en Ciudad del Carmen no existe una zona de tolerancia. De esta manera, las prácticas homosexuales se llevan a cabo dentro y fuera de la plataforma en la clandestinidad. Además existe una violación de derechos humanos cuando se les obliga a los trabajadores a practicarse involuntariamente la prueba de VIH; no existe una ley local contra la discriminación que lo impida. Los casos de VIH/sida de Pemex se van entonces a la Ssa, indica Domínguez.
Prevención por abajo del agua
En cuanto a prevención, el Programa Estatal de VIH/sida ha instrumentado campañas dirigidas a la población en general, sobre todo en época de carnaval y cerca del Día Mundial de Lucha Contra el Sida. Igualmente, reparte a través de las organizaciones civiles unos 250 mil condones anuales. Sin embargo, no ha coordinado una estrategia específica y permanente con los varones con prácticas homosexuales. En 2005 a este sector solamente se le distribuyeron 20 mil trípticos, pero “por debajo del agua”, luego de que la mayoría de los miembros del Coesida se opusieran a la difusión del material con el argumento de que contenía “imágenes agresivas” de sexo anal y oral, y besos entre varones, según dijo Lorenzo Bravo, presidente de la asociación civil “Mano a mano”.
Respecto a la problemática de VIH en plataformas, Bravo expresa: “Los de la jurisdicción del Carmen vienen a pedir que hagamos algo. Derechos Humanos dice ‘no podemos hacer nada’, porque por desgracia Pemex se cubre bien las espaldas con las empresas filiales, que son particulares. ¿Por qué demonios no se someten a las leyes de la nación? Nadie puede estar por encima de la Constitución, ¿acaso, igual que el Ejército, se creen un mundo o gobierno aparte?”.
En Carmen —como la nombran sus poco menos de 200 mil habitantes— existen dos organizaciones no gubernamentales que luchan contra la homofobia y el VIH/sida: “Lazos de Vida” y “Por un Carmen sin discriminación”. Representantes de ambas coinciden en que los esfuerzos se tienen que multiplicar para que El Jarocho, sus colegas y sus “ligues” o “contactos” no sucumban ante la desinformación y la violación evidente de los derechos humanos y laborales.
* Este texto forma parte de la “Estrategia de Comunicación e Información de Combate a la Homofobia y Discriminación para Crear Climas Favorables para la Prevención del VIH”, apoyada por Censida en 2006. |
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