Usted está aquí: sábado 30 de junio de 2007 Opinión Gaza: no sólo una prisión, también un laboratorio

Naomi Klein

Gaza: no sólo una prisión, también un laboratorio

Ampliar la imagen Fuerzas de Hamas patrullan las concurridas playas de la ciudad de Gaza, ayer durante el tradicional día de descanso del mundo musulmán Fuerzas de Hamas patrullan las concurridas playas de la ciudad de Gaza, ayer durante el tradicional día de descanso del mundo musulmán Foto: Ap

Gaza está en manos de Hamas, con militantes enmascarados sentados en la silla presidencial; Cisjordania está al borde de una crisis; en los Altos del Golán se instalan apresuradamente campamentos militares israelíes; hay un satélite espía sobre Irán y Siria; está a nada de una guerra con Hezbollah; tiene una clase política, plagada de escándalos, en la cual la población ya perdió la fe.

A primer vistazo, las cosas no van bien en Israel. Pero la pregunta es: ¿Por qué, en medio de tal caos y matanza, la economía israelí está en auge, como si fuera 1999, con un mercado de valores que hace su agosto y tasas de crecimiento cercanas a las de China?

Recientemente Thomas Friedman ofreció su teoría en The New York Times (diario del cual es columnista. N de la T). Israel "nutre y recompensa la imaginación individual" y, por tanto, su gente constantemente crea ingeniosas nuevas empresas de tecnología de punta -sin importar los desastres que hagan sus políticos. Tras examinar los proyectos escolares de estudiantes en ingeniería y ciencia de la computación en la Universidad Ben Gurion, Friedman hizo uno de sus famosos pronunciamientos de sentido falsificado: Israel "descubrió petróleo". Al parecer, este petróleo está localizado en las mentes de "los innovadores jóvenes y los financiadores" de Israel, que están demasiado ocupados haciendo grandes negocios con Google como para ser retrasados por la política.

He aquí otra teoría: la economía israelí no está en auge a pesar del caos político que devora los titulares, sino debido a él. Esta fase data desde mediados de los años 90, cuando Israel estaba a la vanguardia en la revolución informática -la economía que más depende de tecnología. Después de que la burbuja del punto com reventó en 2000, la economía de Israel estaba devastada, y se enfrentó a su peor año desde 1953. Luego vino el 11 de septiembre de 2001 (los atentados en Nueva York y Washington), y se abrieron nuevas posibilidades de ganancias para cualquier compañía que asegurara que podía divisar terroristas en las muchedumbres, sellar fronteras ante ataques y extraer confesiones de prisioneros renuentes a hablar.

En un lapso de tres años, se redefinieron radicalmente grandes secciones de la economía tecnológica de Israel. Puesto en términos friedmanescos, Israel pasó de inventar las herramientas para tejer redes (celulares, software, etcétera. N de la T) en "el mundo plano" a vender vallas para un planeta apartheid. ("El mundo plano" es un término utilizado por Friedman para describir los efectos niveladores de la globalización. N de la T).

Muchos de los empresarios más exitosos del país usan el hecho de que Israel es un Estado fortificado, rodeado de furiosos enemigos, como una suerte de sala de exposición y venta abierto las 24 horas del día -un ejemplo viviente de cómo disfrutar de una seguridad relativa en medio de una constante guerra. Y la razón por la cual Israel ahora disfruta de un gran crecimiento es que esas compañías exportan ese modelo al mundo.

Las discusiones sobre la industria militar de Israel normalmente se enfocan en el flujo de armas hacia el país -los buldozers Caterpillar estadunidenses utilizados para destruir hogares en Cisjordania y las compañías británicas que surten de partes a los F-16. No se menciona el enorme y creciente negocio de la exportación. Israel ahora envía 1.2 mil millones de dólares en productos de "defensa" a Estados Unidos -subió drásticamente de 270 millones de dólares en 1999. En 2006, Israel exportó 3.4 mil millones de dólares en productos de defensa -más de mil millones de dólares más de lo que recibió de ayuda militar estadunidense. Eso hace de Israel el cuarto vendedor de armas en el mundo, rebasando a Gran Bretaña.

Mucho de este crecimiento se ha dado en el llamado sector de "seguridad interna". Antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001, la seguridad interna prácticamente no existía como industria. Para finales de este año, las exportaciones israelíes en el sector ascenderán a 1.2 mil millones de dólares -un incremento de 20 por ciento. Los productos y servicios clave son las vallas que usan tecnología avanzada, aviones-robot, sistemas biométricos de identificación, equipo de video y audio para vigilancia, sistemas para crear perfiles de pasajeros aéreos y para interrogar prisioneros. Justo las herramientas y tecnologías que Israel ha usado para encerrar a los territorios ocupados.

Y por eso el caos en la franja de Gaza y el resto de la región no amenaza los resultados financieros en Tel Aviv, y, de hecho, puede beneficiarlos. Israel aprendió a convertir la interminable guerra en un activo: transformó el desarraigo, la ocupación y la contención del pueblo palestino en una ventaja de medio siglo en la "guerra global contra el terror".

No es ninguna coincidencia que los proyectos escolares en Ben Gurion que tanto impresionaron a Friedman tienen nombres como "Innovadora matriz de covarianza para la detección de blancos en imágenes hiperespectrales" y "Algoritmos para la detección y evasión de obstáculos". Treinta compañías de seguridad interna fueron fundadas en Israel sólo en los pasados seis meses, gracias, en buena medida, a los generosos subsidios gubernamentales que han transformado al ejército israelí y a las universidades del país en incubadoras para las nuevas empresas en seguridad y armamento (algo que se debe mantener en mente en los debates sobre boicots académicos).

Las compañías más reconocidas viajarán a Europa para el Air Show de París (del 18 al 24 de junio. N de la T), el equivalente de la Semana de la Moda de la industria armamentista. Una de las compañías israelíes que montará una exhibición es Suspect Detection Systems (SDS, Sistemas para la Detección de Sospechosos), que exhibirá su Cogito 1002, un kiosco de seguridad blanco, que parece de ciencia ficción: le pide a los pasajeros aéreos que respondan a una serie de preguntas generadas por computadora, adaptadas según el país de origen, mientras toman de la mano a un sensor de "biorretroalimentación". El artefacto lee las reacciones del cuerpo a las preguntas y ciertas respuestas etiquetan al pasajero como "sospechoso".

Al igual que cientos de otras nuevas compañías israelíes de seguridad, SDS presume que fue fundada por veteranos de la policía secreta de Israel y que sus productos fueron probados en los palestinos. La compañía no sólo probó las terminales de biorretroalimentación en un puesto de control en Cisjordania; asegura que "el concepto se refuerza y mejora gracias al conocimiento adquirido y asimilado del análisis de miles de estudios de caso relacionados a suicidas bomba en Israel".

Otra estrella del Air Show de París será el gigante israelí de la defensa Elbit, que planea exhibir sus aparatos aéreos no tripulados Hermes 450 y 900. En mayo, según informó la prensa, Israel utilizó los aviones-robot en misiones de bombardeo en Gaza. Una vez probado en casa, son exportados: el Hermes ya fue usado en la frontera Arizona-México; las terminales Cogito1002 son probadas en un aeropuerto estadunidense no identificado; y Elbit, una de las compañías detrás de "la barrera de seguridad" de Israel, se asoció con Boeing para construir la valla fronteriza "virtual" alrededor de Estados Unidos, un proyecto del Departamento de Seguridad Interna, con un presupuesto de 2.5 mil millones de dólares.

Desde que Israel comenzó su política de acordonar los territorios ocupados, activistas de derechos humanos muchas veces han comparado Gaza y Cisjordania con prisiones al aire libre. Pero al investigar el auge del sector de seguridad interna de Israel, un tema que exploro a mayor detalle en un libro que pronto será publicado (The shock doctrine: the rise of disaster capitalism), se me ocurrió que también son algo más: laboratorios donde se prueban las aterradoras herramientas de nuestros estados de seguridad. Los palestinos -ya sea los que viven en Cisjordania o en lo que los políticos israelíes llaman "Hamastitan"- ya no son sólo blancos. Son conejillos de Indias.

Así que de cierta manera Friedman tiene razón: Israel encontró petróleo. Pero el petróleo no es la imaginación de sus empresarios tecnológicos. El petróleo es la guerra contra el terror, el estado de constante temor que crea una interminable demanda de artefactos para observar, escuchar, contener y encontrar "sospechosos". Y resulta que el miedo es el máximo recurso renovable.

Copyright 2007, Naomi Klein, www.nologo.org

Este texto fue publicado en The Nation (www.thenation.com)

Traducción: Tania Molina Ramírez

 
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