Rechazan granos criollos e híbridos, señala experto; pide no aceptar convenios
Una trampa, pactar con consorcios maiceros
Ampliar la imagen Plantación de maíz en New Berlin, Illinois, Estados Unidos, afectadas por la falta de lluvias, en imagen de la semana pasada Foto: Ap
La agricultura por contrato con empresas trasnacionales o grandes consorcios mexicanos, como Monsanto y Maseca, para elevar la producción de maíz, es una trampa, ya que rechazan todos los maíces criollos e híbridos mejorados del banco de germoplasma del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y los califican de inservibles, "porque no cubren la calidad para producir harina", denunció Alejandro Espinosa Calderón, integrante del Centro Campo Experimental del Valle de México del INIFAP.
El también integrante del consejo técnico de la Confederación Nacional de Productores de Maíz de México (CNPAM) comentó que los directivos de dicha organización no consultaron con éste la firma del acuerdo con Monsanto con la que presuntamente crearán un banco de germoplasma del maíz. "Me preocupa la firma de ese convenio, porque si se acepta la siembra de maíz transgénico en el país tendremos algo en nuestra conciencia".
En el seminario La Agricultura Mexicana Frente al 2008, organizado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria, propuso al secretario de la CNPAM, Carlos Salazar, revisar dicho convenio: "en el consejo técnico de la organización hay inquietud porque no sabemos en dónde quedará ese banco de germoplasma".
El investigador del INIFAP -creador junto con 11 de sus colegas de la semilla de maíz híbrido H-50, especial para los valles altos del país, y con el cual la productividad pasaría de tres a seis toneladas por hectárea- agregó que es inadmisible que en México la semilla de maíz sea más cara que en Estados Unidos, debido a la expansión de los monopolios y al menosprecio a las pequeñas empresas campesinas que aún la producen. "El costo de producción de un kilo de semilla es de tres pesos y las grandes empresas la venden en 70 pesos".
Además, la agricultura por contrato es la promoción de sembrar con la semilla aportada por esas empresas, que se dice son mejores para la producción de harina de maíz, pero perdieron calidad nutricional; "si se continúa expandiendo la tortilla producida con harina, pronto habrá un problema de desnutrición en el país", advirtió.
A ello, el representante del consejo regulador de la cadena maíz-tortilla, Guillermo Campos Coy, habló de su preocupación de que la discusión en torno al gano se centre en la harina o en las variedades criollas, cuando el consumo de la tortilla cayó, en el último lustro, en 25 por ciento. "Antes de satanizar hay que asegurar que la población consuma el alimento y en elevar la producción del grano. Si sólo nos enfocamos a la producción de maíces criollos, el consumo de tlacoyos de maíz azul será sólo entre los habitantes de las Lomas de Chapultepec y la mayoría de la población tendrá que aceptar comer sólo sopas Maruchan. Espero que a la tortilla no le pase lo que al pulque, porque lo real es que está perdiendo terreno entre los consumidores".
En el foro, el secretario técnico de la CNPAM, Carlos Salazar, desmintió que el convenio de la organización con Monsanto promueva la siembra de maíz transgénico y apunte la monopolización de las semillas. "Esta es una organización plural, sí hay productores de Chihuahua, Tamaulipas y Sinaloa que están a favor de la siembra de maíz transgénico, pero también hay otros que defienden a los criollos; nosotros representamos a todos y a ellos les daremos respuesta".
Antes, Cynthia Hewitt de Alcántara, de El Colegio de Jalisco, asentó que la producción de maíz y de otros granos es un asunto complejo que no se puede meter en el "cajón de los simplismos", y asentó que los productores están entrampados en las viejas políticas y en la falta de interés de los académicos. Además, el problema de la pobreza implica un cambio en el modelo macroeconómico.
En otro ámbito, el coordinador del Congreso Agrario Permanente (CAP), Gerardo Sánchez García, dijo que el gobierno federal, las administraciones estatales y los actores involucrados en la cadena de producción de maíz, no deben permitir el cultivo de transgénicos para consumo humano y les pidió que cuiden las especies nativas.