Los periodos de alta o baja actividad coinciden con las modificaciones atmosféricas, dice
El Sol tiene efectos antropogénicos, e incide en el cambio climático: UNAM
También hay relación con infartos al miocardio y epilepsia, señala la científica Blanca Mendoza
Al intentar determinar el papel que desempeña el Sol en el problema del cambio climático se ha visto que el aumento de su actividad podría agregarse a los efectos antropogénicos (acción que se ejerce, por la influencia del hombre, en la introducción o desaparición de las especies), para dar como resultado un incremento significativo de la temperatura promedio del planeta, dijo Blanca Mendoza, del Instituto de Geofísica (IG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La investigadora señaló que los periodos de baja o alta actividad del Sol coinciden con cambios en el tiempo atmosférico regular del planeta.
Ese hecho, ya documentado, es una de las evidencias que apuntan hacia un efecto directo y puntual del estado del Sol en el clima terrestre. No obstante, es un tema controversial demostrar qué mecanismos específicos están involucrados en la interacción entre ambos factores.
Recordó que entre 1645 y 1710, en la época Isabelina, el río Támesis estuvo congelado. A esas décadas se les llama la pequeña edad glacial, que coincide con el tiempo en que el Sol se "deprimió", ya que no produjo manchas o auroras, sino que estaba en un periodo de inactividad.
"Se ha encontrado que en ocasiones el Sol ha presentado este comportamiento, en el cual rompe la periodicidad de su ciclo de 11 años, con lo que aumenta o disminuye su dinámica", añadió Blanca Mendoza.
Motor del clima
En la conferencia Algunas interacciones Sol-Tierra, la experta expuso que la luz solar es el motor del clima; sin embargo, podría ser que su efecto no sea directo, sino que se esté llevando mediante procesos de la biota; aún faltan estudios por realizar.
Lo mismo ocurre en relación con las repercusiones en la salud. Al respecto, señaló que hay estudios que indican que la variación de los campos magnéticos producidos en el planeta, asociados con la actividad solar, pueden generar problemas, como infartos al miocardio y epilepsia.
Sin embargo, el mecanismo por el cual esto ocurre está en intenso estudio y debate, "y no se puede concluir nada al respecto; no hay certeza, se debe analizar más ampliamente el tema", argumentó.
Recordó que del Sol sólo se observa la superficie. Como otras estrellas tiene una estructura interna que se infiere mediante cálculos físico-matemáticos; se forma en primera instancia por un núcleo, en el que se genera la energía.
En su centro, de manera constante se convierte el hidrógeno en helio por medio de una serie de reacciones nucleares. Uno de sus productos es la luminosidad. "Un dato que llama la atención es que la luz que se produce en su interior tarda 10 millones de años en salir a la superficie".
Luego tiene una zona radiactiva (o de radiación), y otra convectiva (o de convección), donde la energía se transporta mediante movimientos macroscópicos de material, hasta que finalmente sale a la zona visible, a la fotosfera, donde se observan las manchas. De ahí la radiación viaja ocho minutos hasta alcanzar la Tierra.
De ese modo, expuso, la primera conclusión de tal proceso de energía es que la luz que llega es vieja, ya que fue generada en el interior del astro hace millones de años.
La corona solar, en tanto, es una capa de la atmósfera que está cerca de un millón de grados y emite rayos X. Esta se escapa del sol por su alta temperatura; o sea, la gravedad no es capaz de contener ese gas y sale para formar lo que se conoce como viento solar.
Campos magnéticos
Otra característica la constituyen las mencionadas manchas solares, regiones de campos magnéticos intensos que impiden el transporte eficiente de energía; por esa razón son más "frías" y oscuras que el área que las circunda.
Su variación tiene un ciclo de 11 años, con una regularidad asombrosa, según muestran los registros desde 1750, año a partir del cual los datos son confiables, precisó Blanca Mendoza.
Galileo Galilei empezó a registrarlas de manera sistemática en 1610. Descubrió que las manchas se movían alrededor del Sol y concluyó que éste rotaba. Aunque fueron vistas en Grecia, China y Corea, varios siglos antes de nuestra era.
Tal manifestación fue durante muchos años la única que se pudo determinar. En la actualidad hay otros fenómenos que se han estudiado, como el campo magnético, las protuberancias y las emisiones de masa coronal, entre otras.