Recital del autor nicaragüense en el Foro Cultural Coyoacanense Hugo Argüelles
Ernesto Cardenal compartió su vena poética y las veredas de la memoria
Ampliar la imagen Ernesto Cardenal, anteayer, en el Foro Cultural Coyoacanense Foto: María Meléndrez Parada
Del amor de juventud a la denuncia social, de la piedad por la muerte de Marilyn Monroe a la reflexión espiritual y el llamado religioso, del canto revolucionario a la convicción utópica de un mejor porvenir. Entre la palabra precisa, llana, accesible; el humor sabio, y la denuncia incorruptible.
Ese fue el camino que esbozó anteanoche Ernesto Cardenal, un sendero de 82 años de vida, durante el recital que ofreció en el Foro Cultural Coyoacanense Hugo Argüelles, el último punto de su agenda antes de emprender el regreso a su patria, la madrugada de este jueves.
Durante cerca de una hora, el nicaragüense, llamado ''el más universal de los poetas de Latinoamérica", retomó diversos momentos y etapas de su creación poética para delinear con ello una especie de autobiografía lírica.
Su voz templada, amorosa y por momentos traviesa dio cuenta de una selección de 15 poemas, ordenados y recitados de manera cronológica que lo mismo hacen referencia al no tan añejo dolor por el asesinato de un entrañable camarada del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que a un intenso e inolvidable amor de juventud.
''Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:/ yo, porque tú eras lo que yo más amaba,/ y tú, porque yo era el que te amaba más./ Pero de nosotros dos, tú pierdes más que yo:/ porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,/ pero a ti nadie te amará como te amaba yo (...)"
Heterogéneo en cuanto a género, edad y posición social, el público que desbordó el foro coreó la lectura que hacía el también sacerdote y ex guerrillero, quien antes de emprenderla ofreció una breve presentación o semblanza de la génesis de cada poema.
Y así habló de su pasión por Claudia y de cómo ''ese amor por la belleza de la mujer fue lo que me llevó al amor por Dios, el creador de toda belleza", y decidió por ello asumir los votos religiosos.
Prevalece ''un falso sandinismo''
Cardenal recordó cuando, en 1957, ingresó al monasterio de Our Lady of Gethsemani, en Estados Unidos, y lo que fue su vida en ese lugar, donde el día comenzaba a las dos de la madrugada, para leer los salmos; y de cómo conoció allí a Thomas Merton, su mentor y amigo, a quien debe su interés por las culturas originarias del continente, lo cual se plasmó incluso en un libro, Homenaje a los indios americanos.
De su relación con el FSLN, Cardenal recordó cuando fundó una comuna en Solentiname, Nicaragua, por lo cual fue llamado al tribunal por sospecha de colaborar con la guerrilla. Y a César Augusto Sandino lo llamó el padre de una bella y gloriosa revolución, y recordó cómo ese personaje, en su estancia en México, aprendió el legado de Emiliano Zapata.
Las veredas de la memoria llevaron al poeta al día en que, estando en el monasterio estadunidense, se enteró de la muerte de Marilyn Monroe y cómo ese hecho le inspiró un poema:
''(...) Ella no hizo sino actuar según el script que le dimos,/ el de nuestras propias vidas, y era un script absurdo./ Perdónala, Señor, y perdónanos a nosotros/ por nuestra 20th Century/ por esa Colosal Super-Producción en la que todos hemos trabajado./ Ella tenía hambre de amor y le ofrecimos tranquilizantes (...)"
Para terminar la velada, se abrió una ronda de preguntas entre el público, en la cual Ernesto Cardenal reconoció en su poesía la influencia de Walt Whitman, no así la de José Martí; habló de cómo conoció a los escritores beats, entre ellos Allen Ginsberg, y opinó que en Nicaragua prevalece ahora ''un falso sandinismo".
Mencionó su gusto por la escultura, la cual cultiva desde joven a la par de la poesía, sobre la cual refrendó a manera de rúbrica: ''Yo he tratado, sobre todo, de escribir una poesía que se entienda".
Hace unos días, en el contexto de la celebración de los 60 años del Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana, Cardenal desplegó la juventud de su creatividad con la charla Somos polvo de estrellas.