En cerrado duelo volvió a anotarle al América y se convirtió en el héroe de su equipo
De la mano de Cacho, Pachuca se coronó campeón del Clausura 2007
Los Tuzos se impusieron con marcador global de 3-2
Redondearon su marcha triunfal del presente año al conseguir su quinto título, además de las copas Sudamericana y de la Concacaf
Ampliar la imagen Miguel Calero encabezó los festejos de la familia tuza, cuya euforia se desbordó dentro y fuera del estadio Hidalgo Foto: Víctor Camacho
Pachuca, Hgo, 27 de mayo. Cuando parecía que Cuauhtémoc Blanco se convertiría otra vez en el héroe del América, Juan Carlos Cacho apareció dentro del área y, con ese olfato goleador que se le despertó en esta final, anotó su tercer tanto y puso al mundo en orden:
Dio al Pachuca no sólo el título del Clausura 2007, sino su confirmación como el mejor equipo de México en los años recientes.
Blanco, en su último partido con la playera de las Aguilas antes de emigrar a EU, había despertado las ilusiones amarillas con un tiro libre que puso el global 2-2, pero a ocho minutos del final Cacho se ratificó como el hombre gol; marcó el 1-1 y los Tuzos lograron su quinto título y rompieron con la maldición del superlíder.
Con el silbatazo final de Marco Rodríguez, los aficionados del conjunto hidalguense brincaron de alegría, mientras los Tuzos alzaron los brazos al cielo -bajo las notas clásicas de We are the champions-, y los jugadores del club de Coapa emprendieron un amargo regreso al vestidor.
Ante 30 mil aficionados que abarrotaron el estadio Hidalgo, Pachuca se confirmó como un cuadro prácticamente invencible en casa, al sumar 26 partidos sin derrota como local.
En el lado contrario, las Aguilas tuvieron la entereza de regresar a la cancha por sus medallas de segundo lugar y el dolor de perder dos torneos en apenas cinco días.
Dueños del título y la alegría, los aficionados locales encontraron en en un palco al presidente de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, a quien le lanzaron, puntillosos, el "quiere llorar-quiere llorar".
En las tribunas los hinchas locales no dejaron de alentar a los suyos y borraron por completo los gritos de aliento de la pequeña porra visitante.
Tena inició con dos modificaciones: los ingresos de Juan Carlos Mosqueda y de Oscar Rojas, cuyo rendimiento fue decepcionante.
Los minutos iniciales fueron de amplio dominio local. Los Tuzos se mostraron como un equipo compacto, recio en la defensa y con alternativas ofensivas.
En la zaga destacó Aquivaldo Mosquera, quien se convirtió en una auténtica muralla y nulificó por completo los tímidos intentos visitantes. Al frente, el Chaco Giménez fue un pivote que bajó y subió, en busca de los peligrosos Cacho y Chitiva.
El cuadro local tuvo su primer aviso al minuto 12, en un contragolpe y tiro de Chitiva a primer palo, donde Ochoa ahora sí estuvo atento y rechazó con los puños. Las Aguilas tan sólo respondieron con un tirito débil de Villa que fue fácilmente controlado por Calero.
Pachuca tuvo un amplio control del balón. Tanto, que por momentos sus jugadores lucieron displicentes y no realizaron llegadas de peligro sobre la meta visitante.
El partido por momento se tornó ríspido, por lo que el silbante Rodríguez dialogó con los rijosos y mantuvo las acciones dentro de la legalidad.
Sobre los últimos minutos del periodo hubo disparos desviados de Alvin Mendoza y del Chaco Giménez, que fueron reflejo de un primer tiempo de mucha marca, tensión e imprecisiones.
América, obligado a ir al frente, en estos primeros 45 minutos sólo tuvo tres remates intrascendentes de Germán Villa y Alvin Mendoza, ya que sus hombres de ataque dejaron el talento en casa.
Para el complemento, Tena ingresó a Nelson Cuevas por Mosqueda; Blanco se retrasó y pudo retomar los hilos del equipo. Así, apenas a los 40 segundos América tuvo su mejor ocasión de gol, en centro del Temo que Villa prolongó con la cabeza, cerca del poste derecho de Calero.
Sin mucha autoridad, más por entusiasmo, las Aguilas tomaron el control del juego y entonces Enrique Meza realizó su cambio mágico: el ingreso del argentino Damián Alvarez.
El genio de Blanco apareció a 25 minutos del final, cuando empezó a dejar de discutir y comenzó a jugar, con lo que puso en aprietos a la zaga local. En tribunas surgió el grito de ¡Temo!, quien correspondió al cobrar un tiro libre y mandar el balón a la izquierda de Calero, para el 1-0.
El momento anímico fue de los visitantes, que empezaron a jugar mejor, mientras los locales eran ahora los que cometían los errores.
Pero entonces empezó a aparecer el apodado Chilindrina Alvarez con sus clásicos desbordes, hasta que al 82 realizó la jugada clave: ingresó por izquierda y mandó centro al área; el balón llegó a segundo palo, donde Cacho sólo dio el pase a la red y el estadio Hidalgo hizo erupción.