Un par de años antes, el cubano se había retirado del canto y lustraba calzado
Mi sueño materializó el anhelo de Ibrahim Ferrer de cantar boleros
"Me muero mañana y me queda la satisfacción de que pude lograr mi deseo", dijo en 2005
En un principio se consideraba que su voz fina era poco adecuada para este género
Ampliar la imagen Los integrantes de la grabación: Cachaíto López (contrabajo), Ibrahim Ferrer, Manuel Galván (guitarra) y Roberto Fonseca (piano) Foto: Johann Sauty
Puro sentimiento. Mi sueño, disco póstumo de Ibrahim Ferrer, es puro sentimiento.
La voz del veterano cubano, mundialmente famosa a partir de Buena Vista Social Club, llega directo al corazón de quienes lo escuchan. "Ibrahim tenía un don para cantar boleros", dijo en una entrevista Roberto Fonseca, el talentoso y joven pianista, coproductor del álbum, producido por World Circuit y en México, por Discos Corason.
De manera paradójica, lo que Ferrer más cantó durante su vida profesional fueron sones. Algunos creían que su voz no era adecuada para boleros. "Se consideraba que era demasiado fina, que no tenía la virilidad convencional del género", dijo Nick Gold, director de World Circuit y coproductor de Mi sueño, en una entrevista en enero de 2007.
Gold fue uno de los productores de las míticas sesiones de grabación para el disco Buena Vista Social Club, llevadas a cabo en 1996. Fue entonces cuando conoció a Ferrer.
La historia, como se ha repetido tantas veces, tiene un final feliz: un par de años antes, el cantante se había retirado de su carrera profesional, desilusionado de ella, y trabajaba de bolero. El día que lo fueron a buscar, estaba lustrando zapatos. Le dijeron que había unos señores en los estudios EGREM que querían oírlo cantar. No estaba interesado. Insistieron. Lo convencieron. De ahí, directo, se fueron al estudio.
Cantó Dos Gardenias. "Nos pareció evidente que era un espléndido cantante de boleros, porque lo hacía directamente desde el corazón, con una dosis increíble de lirismo y espíritu", contó Gold.
Pronto descubrieron que, además, tenía una gran capacidad para improvisar.
Logra que un lento y adolorido canto al amor perdido se transforme, de una nota a la siguiente, en una celebración del dolor, al compás del son, como en la destacada pieza Dos almas.
O en la conocida canción Perfidia: "Le dimos un sabor fuerte de jazz, y lo increíble era que tanto en vivo como en el estudio, Ibrahim improvisaba una sección como si hubiera estado haciéndolo con jazz toda su vida. Este loco tenía una increíble musicalidad, enorme, lo cual me llenaba de admiración", dijo el pianista.
Gold, por su parte, opinó que las canciones, "sin importar qué tan lentas sean, tienen un movimiento increíble, y están llenas de ritmo y swing".
Mi sueño se llama así porque el gran anhelo de Ibrahim Ferrer era justamente ese: grabar un disco de puros boleros.
"Me muero mañana y me queda la gran satisfacción de que pude lograr mi deseo. Mi sueño era cantar un bolero", dijo Ibrahim Ferrer en entrevista tras terminar la grabación del álbum, en 2005.
Poco después, falleció.
Desde el vientre materno
Ibrahim Ferrer nació en 1927, en San Luis, cerca de Santiago de Cuba, cuna del son en ese país. Se dice que contaba que había sentido este ritmo desde el vientre materno, porque su madre comenzó con los dolores del parto durante un baile.
Ferrer fue carpintero, vendedor de dulces y cargador en el muelle. Pero lo que le importaba de verdad era cantar. Era, también, un hombre de profunda fe religiosa.
En Santiago de Cuba participó en varios conjuntos musicales, tocaba en fiestas y carnavales. Llegó a tener éxito en los años 50 y se mudó a la capital.
En La Habana cantó en la agrupación de Beny Moré y fue uno de los vocalistas de Los Bocucos hasta 1991, cuando se retiró.
Luego vendió boletos de lotería y se hizo bolero.
Tras ser "descubierto" y participar en la producción de Buena Vista Social Club (World Circuit/Nonesuch Records), ganadora de un Grammy, grabó dos discos como solista (Buena Vista Social Club presenta a Ibrahim Ferrer y Buenos Hermanos; éste, ganador de un Grammy que no pudo recoger por aquel sonado caso de que el gobierno estadunidense le negó la visa).
La grabación
La selección de los boleros la hizo, sobre todo, Ibrahim Ferrer.
El pianista y coproductor y Roberto Fonseca sugirió Quiéreme mucho, hizo un arreglo especial e incorporaron el arpa. "La forma en que Ibrahim canta me deja sin aliento: le añadió pequeños adornos a la melodía que podrían haber estado en la canción original", describió el pianista.
La mayor parte de los boleros incluidos son bien conocidos, como Cada noche un amor, Quiéreme mucho y Copla guajira; otros no, como Dos almas.
Respecto de la selección de músicos, Gold explicó: "Queríamos quedarnos con un grupo muy unido, íntimo, capaz de realizar los matices y detalles que expresaban el mensaje profundamente personal de Ibrahim".
El "reparto básico" para el proyecto incluyó a grandes artistas: Roberto Fonseca (piano), Cachaíto López (contrabajo), Manuel Galbán (guitarra) y Ramsés Rodríguez (percusiones).
Se trata de dos generaciones: por un lado, Cachaítos y Galbán; por el otro, Fonseca y Rodríguez. Al respecto, el pianista contó la experiencia: "Tuvimos que ponernos a su nivel, con toda la experiencia que ellos tenían". Y explicó que si bien "a veces estas generaciones están en conflicto porque no se entienden musicalmente, afortunadamente, la música que estábamos haciendo era un solo lenguaje".
Además, "Cachaíto y Galbán siempre tenían las ideas más frescas, a un grado que yo no podría haber anticipado".
Y el resultado, dijo, "fue una gran conversación musical".
Los productores quisieron hacer todo lo más sencillo posible: desde el reducido número de músicos con los que trabajaron, hasta la mezcla. Las piezas se grabaron en vivo, a partir de 2004, en los estudios Egrem, en La Habana. Mezclaron poco, porque querían que fuese lo más fiel a como se había escuchado en el estudio, que era como Ferrer había querido que sonara.