Usted está aquí: domingo 27 de mayo de 2007 Cultura La Compañía Nacional de Danza estrena hoy La sílfide y el escocés en Bellas Artes

Dirigida por Dariusz Blajer y música original de Hermann von L

La Compañía Nacional de Danza estrena hoy La sílfide y el escocés en Bellas Artes

La Jornada tuvo acceso al ensayo general desde la zona sagrada: detrás del escenario

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Ampliar la imagen Ensayo general de la obra, que se estrenó en 1932 en la Opera de París y que la Compañía Nacional de Danza incorporó a su repertorio desde 1990 Ensayo general de la obra, que se estrenó en 1932 en la Opera de París y que la Compañía Nacional de Danza incorporó a su repertorio desde 1990 Foto: Marco Peláez

Ampliar la imagen Tras bambabilas ocurre de todo: se estirán los músculos, se repasan diálogos y coreografías, pero también se disfruta con la tensión del ensayo Tras bambabilas ocurre de todo: se estirán los músculos, se repasan diálogos y coreografías, pero también se disfruta con la tensión del ensayo Foto: Marco Peláez

La Compañía Nacional de Danza estrena hoy el ballet La sílfide y el escocés en el Palacio de Bellas Artes. El jueves pasado se realizó el ensayo general de esa pieza y La Jornada tuvo acceso a la zona sagrada: tras bambalinas.

En el ballet existen dos mundos: el de la fantasía que habita el escenario y la realidad que se vive detrás la escenografía. En el primero, las hadas, los cisnes y las sílfides toman forma y encantan; también viven príncipes y princesas, brujas y magos. En el otro, las cintas de las zapatillas se rompen y hay que coserlas, los vestidos de las bailarinas no ajustan de manera perfecta a sus cuerpos pequeños, hay estiramientos de músculos, repasos apresurados de coreografías, risas y, sobre todo, mucha concentración.

Ese otro mundo, el que no es de fantasía y magia, es zona prohibida para todo aquel que no baile o no esté involucrado en la escenografía, el sonido o la iluminación. De este lado se descubren todos los secretos: se ven los clavos, el escenario es sólo tela pintada, las chimeneas y paredes son en realidad estructuras de madera, las puertas y escaleras no llevan a ninguna parte y las ventanas abren hacia paisajes que no existen

Las primeras notas

De pronto comienzan a escucharse las primeras notas. Es música de Hermann von L*venskjold y ahora corresponde tocarla a la Orquesta del Teatro de Bellas Artes. Entonces, los bailarines dan vida a la sílfide, a James y su prometida, Effie; a la bruja Madge; a la mamá y a la amiga de Effie; a los invitados a la boda; las doncellas, los gaiteros y las otras sílfides.

Esta historia se contó por primera vez en 1932, en la Opera de París: James, un joven escocés, contraerá matrimonio con Effie; todo está preparado, pero el día de la boda se queda dormido en un sillón y aparece una sílfide. James no logra olvidar la belleza de ese ser etéreo; entonces llega Madge, la bruja, pero el galán la trata de manera violenta, así que ella inicia una pequeña venganza, y al leerle la mano a Effie le dice que no contraerá matrimonio con James, sino con Gurn, primo del protagonista.

Mientras los invitados bailan antes de la boda, la sílfide aparece nuevamente y James la sigue al bosque, donde Madge ha preparado un brebaje con el que empapa una bufanda. James toma la prenda creyendo lo que dice la bruja: que con ella logrará retener a la sílfide sin saber que en realidad estaba envenenada.

En su primera versión, esta coreografía se tituló La sílfide, creada por Filippo Taglioni y Adolphe Nurrit, con música de Jean Schneitzhoeffer. En 1934, el coreógrafo Auguste Bournonville hizo una adaptación a la obra de Taglioni; la llamó La sílfide y el escocés, y encargó la música a otro compositor: Hermann von L*venskjold. Con La sílfide comenzó el ballet romántico que integra fantasía, naturalismo y poesía. En México, esta obra se estrenó en 1981 con el Ballet de la Opera de París y en 1990 se sumó al repertorio de la Compañía Nacional de Danza.

Ultimos detalles

El jueves pasado, mientras la orquesta tocaba y el ensayo general continuaba, se escucharon las observaciones de Dariusz Blajer, director de la Compañía Nacional de Danza, quien pedía que las luces siguieran a los solistas, que se colocara bien una tela ("se ve un agujerito, la tela debe llegar hasta el piso") o solicitando a una dama sacar el ramo de flores. Al concluir una pieza, el director de orquesta preguntó si debía esperar los aplausos o continuar de inmediato con la música.

Los bailarines y bailarinas que no estaban en ese momento en el escenario practicaban sus pasos; algunos daban vueltas con las faldas escocesas (kilts) y otros veían a sus compañeros bailar.

Aquí ya no fue posible permanecer en la parte oculta. Después de 35 minutos tras bambalinas se abrió paso el mundo de la fantasía. La realidad quedó atrás.

La sílfide y el escocés se presenta hoy a las 17 horas; 29 y 31, a las 20 horas, y el 3 de junio a las 17 horas. Palacio de Bellas Artes, Av. Juárez y Eje Central, en el Centro Histórico.

 
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