En tiempos de aguda escalada represiva y corruptora
del Estado, cuando la ley se degrada en "reformas" a cual más de
vergonzosas y los derechos de hombres y mujeres libres se van por el caño,
no es posible soslayar el horizonte de desigualdad que define la vida humana
en nuestro país.
La lucha de clases no ha desaparecido, contra lo que quisieran muchos exizquierdistas y todos los derechistas que mandan y acomodan el México nuestro a favor del bísnes suyo y de sus amos, que son todavía peores.
Una variable histórica no prevista por los clásicos han resultado en América los pueblos indios, y por extensión el vasto campesinado aún existente, y son la médula de la migración al norte (esa otra variable nueva). Borrador de una carta no enviada a Bertolt Brecht, y a décadas de distancia, la cuarta "tesis sobre la historia" de Walter Benjamin parece escrita hace un par de horas y aquí a la vuelta:
"La lucha de clases que tiene siempre ante los ojos el
materialista histórico educado en Marx, es la lucha por las cosas
toscas y materiales, sin las cuales no hay cosas finas y espirituales.
Estas últimas, sin embargo, están presentes en la lucha de
clases de una manera diferente de la que tienen en la representación
que hay de ellas como un botín que cae en manos del vencedor. Están
vivas en esta lucha en forma de confianza en sí mismo, de valentía,
de humor, de astucia, de incondicionalidad, y su eficacia se remonta en
la lejanía del tiempo. Van a poner en cuestión, siempre de
nuevo, todos los triunfos que alguna vez favorecieron a los dominadores.
Como las flores vuelven su corola hacia el sol, así también
todo lo que ha sido, en virtud de un heliotropismo de estirpe secreta,
tiende a dirigirse hacia ese sol que está por salir en el cielo
de la historia. Con ésta, la más inaparente de todas las
transformaciones, debe saber entenderse el materialista histórico".
(En Tesis sobre la historia y otros fragmentos, Editorial Contrahistorias,
México, 2005. Edición y traducción --excelentes--
de Bolívar Echeverría).