Ojarasca 121  mayo 2007

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Perspectivas de las luchas indígenas en América
 

Elementos para reflexionar
desde Iximchén
 

Raquel Gutiérrez



Del 26 al 30 de marzo de 2007 se llevó a cabo la III Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala en el centro ceremonial Iximchén, Tecpán, Guatemala. El lema del evento decía: "Pueblos y nacionalidades indígenas de la resistencia al poder". Bolivia, Perú, Ecuador y Guatemala tuvieron las delegaciones más concurridas y compactas. Son, junto a México, los territorios donde habitan los pueblos originarios más numerosos y organizados, donde se han producido los más enérgicos movimientos indígenas y donde existen más organizaciones de indígenas. El resto de las delegaciones (Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Venezuela, Panamá, Nicaragua, Honduras y El Salvador) estaban constituidas por unos cuantos delegados de numerosas organizaciones. Los mexicanos ni siquiera se presentaban como delegación.

Hubo una amplia y heterogénea participación de hombres y mujeres mayas y de otras nacionalidades de Guatemala: dirigentes de organizaciones que luchan contra el saqueo de las transnacionales en sus territorios, representantes de pueblos y comunidades y autoridades tradicionales, así como funcionarios y miembros de organizaciones de promoción social y responsables de diversos proyectos indígenas. Si bien la participación indígena de Guatemala fue la más numerosa, se exhibieron tensiones, fisuras y posturas enfrentadas. Es posible distinguir dos grandes bloques. Uno, organizaciones locales, pueblos y comunidades que resisten a las transnacionales, aglutinadas en la Coordinadora Indígena y Campesina. Y organizaciones de promoción social auspiciadas por ONGs.

La delegación peruana estaba conformada básicamente por dirigentes y representantes de la Confederación Nacional de Comunidades Afectadas por la Minería. El eje de sus preocupaciones estaba en ampliar y consolidar la resistencia conjunta a la depredación transnacional, sobre todo minera, en vastas regiones de la sierra peruana, que afecta a muchas comunidades qhiswas. Desde esa impugnación al capital transnacional que subordina, desestructura, conmociona y destruye los equilibrios y redes sociales ancestrales en los Andes, la resistencia ha adquirido contenido étnico. La lucha contra el avance del capital ha abierto un espacio nuevo de politización para comunidades qhiswas golpeadas durante la guerra interna y la represión de Alan García y Fujimori, que reivindica el carácter comunitario de su lucha, e impugna el proyecto de cooptar, subordinar y vaciar las reivindicaciones indígenas que impulsó el expresidente Toledo en sintonía con las políticas multiculturalistas de USAID y el Banco Mundial.

La delegación ecuatoriana, compuesta sobre todo por Ecuarunari afiliada a la Conaie, al igual que peruanos y guatemaltecos, consideró centrales la impugnación a la depredación social y medioambiental de las multinacionales (en este caso petroleras), el enlace con otros hermanos y el impulso a transformaciones políticas por la vía de ocupar puestos de elección popular. Es, en cierta medida, su experiencia.

La delegación boliviana estuvo compuesta por casi sesenta personas del Altiplano paceño, Chuquisaca, Potosí, Cochabamba, Chapare y Oriente: antiguos dirigentes de las luchas de 2000-2005 que hoy son diputados o constituyentes y jóvenes incorporados a las estructuras partidarias del MAS o del gobierno.

Se señalaron como problemas centrales: el avance de las transnacionales asociadas con los gobiernos locales, tanto por la explotación, despojo y contaminación de los territorios comunitarios y originarios como por la devastación que ocasionan los cultivos transgénicos; la migración que desangra a los pueblos indígenas y los debilita para la resistencia y la reproducción colectiva; el daño que causa a la producción y forma de vida indígena la apertura comercial indiscriminada a productos extranjeros subsidiados; la militarización en todos los territorios indígenas del continente bajo distintos pretextos: lucha anti-droga, seguridad pública, vigilancia de "áreas protegidas", y la agresión sistemática a las comunidades que ven criminalizadas sus acciones de auto-defensa y protesta; la subordinación política cuando se entablan relaciones con los gobiernos locales o los organismos "de cooperación" privados o de gobiernos extranjeros.

Se discutieron los distintos modos de resistencia y lucha, desde lo jurídico (en el marco de la regulación internacional) y la negociación en cada Estado-nación a partir de un específico "reconocimiento de derechos", hasta la expulsión de las transnacionales y las luchas por modificar o anular leyes o decisiones de los gobiernos.

Esta diversidad de experiencias ha abierto una gama de ensayos políticos: la "aspiración de construcción autonómica de los pueblos" con sus variantes de reforma estatal para el reconocimiento de cierta "autonomía regional" o búsqueda de autogobierno comunitario y/o supracomunitario con base en acuerdos y alianzas entre distintos pueblos, y ocupación de espacios gubernamentales para implementar las transformaciones. En relación al segundo tipo de ensayo político, la variante más exitosa es el gobierno de Evo Morales, y esta postura fue dominante en Iximchén, con el apoyo de una parte de la delegación ecuatoriana.

Dos debilidades de esta postura quedaron fuera del debate. El desconcierto que se introduce en la discusión cuando se confunde la "ocupación" del aparato gubernamental con el trastocamiento de las relaciones de dominación económicas y políticas soportadas por los pueblos y comunidades. El lema "de la resistencia al poder" como síntesis de la experiencia boliviana constituye cuando menos una exageración, pues su proceso en marcha es el paso de la resistencia --generalizada, auténticamente descolonizadora, diversa, polifónica, asambleísta y enérgica-- a la ocupación del aparato administrativo y burocrático heredado y dentro de normativas liberales recompuestas.

Al plantearse la lectura de la experiencia boliviana como decisiva se dificulta la discusión de la resistencia realmente existente en el continente: su eficacia, su posibilidad de generalización, la construcción colectiva de enlaces y coordinación desde abajo.

En la cumbre pudo verse el desplazamiento del anterior espejismo multicultural liberal de promoción de políticas de reconocimiento a la diferencia, para instalar una estrategia de "toma del poder" (señalando el camino electoral como fundamental) que engarza con antiguas prácticas izquierdistas de vanguardismo que costaron tantas sangre y derrota a los mismos pueblos que nos recibieron en Guatemala.

Participar en la cumbre de Iximchén mirando los rostros y cadáveres de los hombres y mujeres aparecidos en las fosas comunes que enlutaron Guatemala, presentes a través de grandes carteles, me deja un sabor amargo. El vanguardismo izquierdista que abandona el uniforme verde olivo y reaparece en ropaje multicolor hablando de pueblos ancestrales, haría mejor si se detuviera a pensar en las herencias de sufrimiento y muerte de sus anteriores ensayos verticalistas, sordos e irrespetuosos.

Los funcionarios de organismos internacionales y los empleados de los gobiernos liberales parecen dejar el sitio a quienes en las alturas andinas, hace dos décadas, llamábamos q`aras izquierdizantes. De todas maneras, son tantos los agravios y es tan largo el camino, que más vale que continuemos andando: preguntando caminamos.
 
 

 

Una versión más amplia se publicó en la página Ukhampacha Bolivia, http://www.ubnoticias.org.es




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