La certificación Sello Verde garantiza que están libres de químicos
Cultivos orgánicos, la mejor apuesta de productores agrícolas en el DF
Siembra de traspatio, todavía con pequeños volúmenes, reconoce la Corenader
Ampliar la imagen Recolección de fresa orgánica de la sociedad de producción rural Xochimancas, en la zona ecológica comunitaria de San Nicolás Totolapan Foto: Carlos Cisneros
Ampliar la imagen La señora Emeteria Molina Nava muestra orgullosa los productos de la asociación Xochimancas Foto: Carlos Cisneros
Concebida como estrategia para impulsar entre los núcleos rurales la agricultura orgánica en el Distrito Federal, la certificación Sello Verde, que implica la eliminación definitiva de químicos en toda la cadena productiva, ha comenzado a dar sus primeros frutos al contar con 84 productos orgánicos libres de contaminantes, que inclusive por su calidad son exportados a Estados Unidos y Europa.
Hortalizas, frutas, maíz, miel y nopal, son algunos de los artículos que por conducto de 23 organizaciones de agricultores, en los pasados cinco años, han logrado cumplir con los requisitos de calidad exigidos por dicha norma.
La transformación no ha sido fácil, confiesa Gerardo Camacho, fundador de la asociación Xochimancas y pionero en el cultivo de fresas bajo esta modalidad, al explicar que el mayor problema al principio es la colocación del producto en el mercado, pues aún no se ha generalizado el consumo de este tipo de alimentos a escala nacional.
En el frío y nebuloso valle de Chichicaspa, ubicado entre los Dinamos y el Ajusco, que limita las delegaciones Magdalena Contreras y Tlalpan, este agricultor detalla que los productos orgánicos tienen mayor valor nutricional, su cultivo es más barato porque producen sus propios insumos, pero lo mejor de todo son los beneficios para la tierra porque no se utiliza ningún agroquímico.
Xochimancas es una empresa familiar reconocida porque ha logrado insertarse en todo el proceso orgánico. Comenzó con el cultivo de hortalizas, después siguió con la elaboración de fertilizantes a base de microorganismos y en la actualidad también se dedica a la enseñanza.
"Practicamos la rotación de cultivos para inhibir las plagas. La cebolla, por ejemplo, crece con un hongo que ataca al de la fresa, o el cilantro, que es repelente a la mosca blanca, es decir, que no necesitamos un plaguicida químico, porque lo tenemos de manera natural en las propias plantas."
Estos conocimientos, que adquirió con agricultores de Brasil, pero que ha aderezado con los propios, ha comenzado a extenderlos a otros estados de la República. "Hemos dado asesorías en Jalisco, Guerrero, estado de México y Oaxaca, donde hemos replicado el modelo que llevamos aquí, pero siempre aprovechando las características de cada región", apunta.
Andrés de la Rosa, de Agropecuaria Chichicaspa, empresa también de carácter familiar, ha optado por el policultivo. En invernaderos o al aire libre, por medio del riego por goteo, con agua de manantial, o por niebla, dependiendo de la temporada, cosecha espárragos, brócoli, chícharos, espinacas, acelgas, zanahorias, lechugas, manzanas, peras y ciruelas, entre otros productos libres de químicos.
Admite que al igual que el cultivo tradicional, en el orgánico también se padece el intermediarismo, donde se queda la mayor parte de las ganancias. "Mercado sí hay, porque somos pocos, pero está mal acostumbrado, desdeñan el producto pequeño, piden crédito y exigen facturación", agrega.
De hecho, señala que ése fue uno de los motivos por que la familia decidió también incursionar en la comercialización de los productos. "Tenemos una transformadora donde hacemos mermeladas, aderezos y pastas para sopa, aunque pensamos ampliar el número de artículos", comenta.
Proyecto incipiente
La Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenader), dependencia que promueve la certificación Sello Verde, apoya a los agricultores orgánicos en siete líneas de acción, que van desde asesoría normativa y asistencia técnica hasta promoción y comercialización.
Su director general, Eliseo Moyao Morales, reconoce que la conversión de cultivos, del tradicional al orgánico, aún es incipiente, pues aunque ya son varios los productos certificados, inclusive algunos de exportación como el nopal, se trata de agricultura de traspatio con volúmenes de producción muy pequeños, por lo que hay que dar mayor promoción a este proyecto.
"Las tierras dedicadas al cultivo en el Distrito Federal son mínimas si se comparan con la superficie de otras entidades, por lo que no sería inalcanzable levantar la bandera blanca como la única entidad dedicada a la siembra con esta modalidad", concluyó.