REPORTAJE
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Ni mexicano ni español
La Catedral Metropolitana tiene dos hermanos gemelos: los órganos monumentales del Evangelio y el de la Epístola, mejor conocidos como el mexicano y el español, pero esa división quedó superada hace siglos.
El de la Epístola recibe su sobrenombre porque fue traído desde España, en 1695; su construcción se realizó en el taller de Jorge de Sesma y fue el modelo que siguió, cuatro décadas después, Joseph Nassarre para construir el del Evangelio, que se conoce como el mexicano, porque fue hecho aquí.
Sin embargo, el órgano de Sesma nunca funcionó bien, explica el restaurador Marc-Theo Schwarz, quien forma parte del equipo de Gerhard Grenzing.
"Siempre hubo problemas con el órgano monumental de Sesma, así que cuando llegó Nassarre primero tenía que hacer que funcionara, cuando lo logró los señores de la Catedral le pidieron construir el del Evangelio poniendo como condición que siguiera con las mejoras del español".
El nuevo órgano, agrega, tenía que ser construido a semejanza del otro, simplemente más grande pero con el mismo estilo, pero cuando acabó el mexicano le dijeron ''ahora haces aquel igual a éste", así que Nassarre muchas veces tomaba un tubo del otro y lo ponía aquí, o donde funcionara mejor, muchas piezas se intercambiaron.
Por ello, agrega Schwartz, cuando entras en el de la Epístola no hay nada que lo diferencie del del Evangelio, tienes que saber muy bien en dónde estás para distinguirlos.
''En realidad el órgano español no existe".