Su rehabilitación costará 18 mil pesos mensuales
Tengo la esperanza de recuperar movimiento, expresó Goribar
Su novia, la halterista Carolina Valencia, quiere ganar oro y beca para ayudar
Ampliar la imagen Aunque ahora no me puedo mover, eso no me impide sonreír, dijo el clavadista de 22 años Foto: Carlos Cisneros
"Mi vida cambió por completo, pero no hay que dar marcha atrás sino ver hacia delante, porque tengo la esperanza de que algún día lograré recuperar el movimiento de una parte de mi cuerpo.
"Doy gracias a Dios de estar vivo, es lo más importante'', dice Sergio Rafael Goribar Morales, tras el accidente que sufrió hace ocho meses en Taiwán, que lo dejó cuadrapléjico cuando ofrecía un espectáculo de clavados de altura.
En el cuarto 203, del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) que comparte con otros internos, el rostro del clavadista de 22 años se ilumina al tener a su lado a su novia, la halterista Carolina Valencia, de la misma edad, y su padre Gustavo Goribar, con quien regresó a México después de ser dado de alta del hospital de las Fuerzas Armadas en la nación asiática.
Postrado en la cama, con una traqueotomía expuesta y una sábana que deja al descubierto sus fuertes piernas, la voz del deportista es apenas audible y amablemente conversa con este medio.
"Qué bueno es estar con mi familia y en mi país. Sé que será larga la recuperación, y así como le echábamos ganas en el deporte cuando era clavadista de alto rendimiento y entrenaba en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano (CDOM), en el CODE de Jalisco, ahora lo haremos aquí.
"A pesar del accidente he tratado de estar siempre contento y platicar, porque si me altero y me deprimo me vuelvo loco. Pienso cómo era antes de niño travieso, juguetón, amigable. Aunque ahora no me pueda mover eso no me impide sonreír'', señala el atleta de ojos rasgados apodado Tachiro.
Sergio casi no quiere hablar del percance que tuvo el 8 de septiembre de 2006, al lanzarse de una altura de ocho metros con una bandera que sostenía de las puntas con sus manos y pies. La tela se enredó en la torre metálica, cayó y su cabeza pegó en la orilla de la alberca que le provocó una herida y fracturas en la cuarta y quinta vértebra cervical.
Del suceso refiere que fue un accidente, quizá la más dura caída que jamás pensó que le sucedería, pues no es un "improvisado'' en ese tipo de exhibiciones, ya que lo había hecho en Estados Unidos después de que abandonó el deporte de alto rendimiento al no clasificarse a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
La tragedia de Tachiro, ex medallista en Olimpiadas Nacionales, es un llamado de alerta para aquellos clavadistas que desean incursionar en este tipo de espectáculos en centros de diversiones.
Invitado por un amigo del medio acuático, Goribar Morales firmó un contrato de un año con la empresa suiza Oliver Show, que se anuncia por Internet, con una paga superior a ocho mil dólares mensuales sin seguro médico.
"Fue un contrato muy engañoso'', menciona el clavadista, quien demandó a esa empresa y la taiwanesa para que le cubran los gastos por más de 32 mil dólares que su familia pagó al hospital de Taiwán, así como una indemnización que, según su mentor, sería aproximadamente de más de medio millón de dólares.
Agradecidos por el apoyo de los gobiernos asiático y mexicano, de la organización Caritas de Cancún, donde viven sus padres, y de clavadistas como Fernando Platas, Rommel Pacheco, Paola Espinosa y Jashia Luna, Tachiro no oculta que su familia es de escasos recursos y cualquier ayuda económica será bien recibida.
Su hospitalización en el INR no será gratuita; mensualmente le cobrarán nueve mil pesos durante el tiempo que dure la terapia y tendrá una enfermera particular que cobrará la misma cantidad.
Su compañera Carolina Valencia, ex subcampeona mundial juvenil en halterofilia, debe continuar entrenando en Sonora de cara a los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro en julio próximo.
Quiere ganar la medalla de oro e incrementar su beca y los apoyos que recibe de la iniciativa privada para solventar los gastos de la rehabilitación de su novio, quien con una sonrisa y un beso le desea buen viaje, porque "hay que tener paciencia y esperar un milagro''.