Cierra el domingo en el Zócalo con un concierto del vasco Fermín Muguruza
Ollin Kan, música en resistencia; la semilla del festival cruza fronteras
Fiesta itinerante: habrá ediciones en Puerto Príncipe, Caracas, Lisboa y Mali anuncian
Ampliar la imagen Fernando Gimeno, Anartz Gisasola, Sorkun Rubio y Fermín Muguruza Foto: Carlos Cisneros
La pasada conferencia de prensa del Ollin Kan fue una especie de pequeño festival del festival. En el foro abierto de la Plaza Loreto, un amplio abanico de los artistas que se presentarán en estos últimos días del Ollin Kan compartieron entre sí su música, que representa a culturas en distintos rincones del mundo: China, Panamá, Estados Unidos, Austria, País Vasco...
Se trata de ritmos auténticos, surgidos de las comunidades o las urbes, no nacidas de la mercadotecnia. Algunos de estos grupos hacen fusiones, pero no son productos de estudio, sino encuentros de una cultura con otra, muchas veces fruto de las migraciones de los propios artistas.
Esta era la singular escena: unos cien músicos de una decena de países tomaban turnos para escucharse, y aplaudían, entusiastas, a sus compañeros del otro lado del mundo: se meneaban en su asiento y chiflaban con la alegre cumbia de Panamá; se impresionaban con la música de Mongolia, interpretada por el chino Guo Gan (del grupo Fin Yin) en un erhu, especie de violín tradicional de dos cuerdas.
Otra característica de estas músicas: el uso de instrumentos tradicionales -como el nyckelharpa sueco (con cuerdas y teclas), el bock (gaita típica de Europa Central) y la zanfona- al lado de modernos.
Además, la gran mayoría de estos artistas reivindica una clara postura de izquierda y asume que la suya -como proclama el lema del festival- es una "cultura en resistencia". Muchos de ellos están involucrados en activismo local o internacional. El grupo skasero catalán Los Discípulos de Otilia, por mencionar un caso, donan un euro de cada disco a tres causas sociales, entre ellas, el mexicano Fideicomiso para la Salud de los Niños Indígenas. "No se vale ser músico y no implicarse, porque la música siempre ha sido el arma del pueblo", dijo Xavier Cánovas, de la banda catalana, a este diario.
El combativo músico y productor del País Vasco, Fermín Muguruza, afirmó ante el público de artistas y prensa: "Venimos a compartir con el México Bronco. Por el Día de los Maestros, saludamos a Oaxaca. También queremos saludar a Atenco, y a todos los zapatistas, a la otra campaña". Tras una casi imperceptible pausa, agregó: "Y queremos saludar también a López Obrador". Muguruza siempre ha apoyado al zapatismo, por ello fue expulsado del país en 1996.
Esperamos que "con todos los países del mundo que vinieron, visualicemos que otro mundo es posible", concluyó.
Atontados por el sistema
Por su parte, en plática con este diario, Cánovas, en primer lugar ofreció disculpas "a todo el pueblo de México", porque "el que dice ser presidente de los españoles la cagó al apoyar el pucherazo en México, y a nosotros se nos cayó la cara de vergüenza. Zapatero no representa a todos los españoles ni mucho menos nos sentimos representados con esta vergonzosa decisión".
Y siguió: "México es una esperanza. Es donde la izquierda se expresa con más descaro, tiene la capacidad de salir, paralizar las calles, montar un festival, esto es conjonudo".
En cambio, "los europeos estamos muy agilipollados por el sistema: nos venden que nazcamos, estudiemos, trabajemos, compremos una casa, tengamos hipoteca, tengamos familia... Esa no es la vida. En la vida hay árboles, flores, pájaros, ríos, montañas; hay el momento de quedarse en silencio sin hacer nada. O poder conectar esta conversación, enriquecedora. Todo eso es lo que vale la pena, no la mierda que nos intentan vender, de que para mantener el sistema tenemos que consumir, consumir, consumir".
Por su parte, los uruguayos de Agarrate Catalina ofrecieron una probadita de murga, música que tiene origen en el carnaval, "la fiesta popular más grande de Uruguay", contó a este diario Yamandú Cardozo, del grupo. "Las murgas son la voz del pueblo; nosotros somos gente común del barrio. No tenemos acceso a los medios, pero tenemos la murga; podemos decir cosas a través de ella". Sobre todo en tiempos duros, como durante la dictadura, "la murga se transforma en trinchera".
Estaba ahí, también, la banda Pistolera, que interpreta prendidas y comprometidas cumbias pop en español. Nativos de Brooklyn, por primera vez se presentarán en suelo mexicano.
De padres mexicanos, Sandra Velásquez, compositora, guitarrista y vocalista del grupo contó a este diario: "Me crié en San Diego escuchando música mexicana y también rock de Estados Unidos. Y cuando me mudé a Nueva York en 1999 me sentí muy lejos de la música mexicana, y por eso empecé a componer canciones que tenían esa influencia". Todas sus letras están inspiradas en "historias personales, aunque sean canciones políticas, como Cazador (sobre los minuteman)".
Esto se debe en buena parte a la influencia de su madre, Lilia Velásquez, abogada de migración: "cuando tenía 13 años me ponía a trabajar en su oficina, contestando teléfonos, ayudando a clientes, llevándome a la corte. Me abrió los ojos a lo que estaba pasando".
Pistolera ya tiene buena audiencia en Nueva York, Arizona y California ("en Nueva York, sólo Pistolera hace música mexicana incorporada con rock y pop", aseguró Velásquez). A sus conciertos asisten desde jóvenes indierockeros hasta mamás y abuelas.
De buena voluntad
Si bien a lo largo del festival han destacado los artistas de otras latitudes, sobre todo europeos, uno de los intereses fundamentales de los organizadores es "difundir las culturas originarias de México". En esta ocasión se presentaron dos grupos: Sak Tzevul (rock en tzotzil) y Hamac Caziim (seri).
El Ollin Kan, organizado por la delegación de Tlalpan con fondos públicos y privados (y la buena voluntad de los propios artistas a los cuales sólo se les pagan viáticos), ha ido ganando renombre a escala internacional, a tal grado que este gran escaparate de las músicas se volverá itinerante: su director José Luis Cruz anunció que ya hay acuerdos para hacer ediciones del festival en Puerto Príncipe, Haití; Caracas, Venezuela; Portugal y Mali. Además, en otros lugares se está en pláticas.
"Esperamos que la semilla del festival crezca en otras partes del mundo y que consigamos cambios reales", dijo Xavier Cánovas, de Los Discípulos de Otilia.
El director calculó que 450 mil personas han asistido al festival en las pasadas tres semanas. Y pronosticó que quizá unas 100 mil personas irán a la clausura el domingo próximo.
Programación completa: www.ollinkan.tlalpan.gob.mx/2007/index.html.