Usted está aquí: miércoles 16 de mayo de 2007 Opinión Ciudad perdida

Ciudad perdida

Miguel Angel Velázquez

Buscan los azules ocupar la capital

Absurda petición de que el Ejército entre a vigilar

Si fracasa, ¿qué más queda? ¿Los USA marines?

Con la irresponsabilidad propia del panismo, y la tara en el razonar que les heredó Vicente Fox, algunos legisladores azules, y alguno de sus adyacentes, pidieron que sea el Ejército el que vigile la seguridad de la capital del país, luego del crimen en contra de uno de los más importantes miembros de la inteligencia en la Procuraduría General de la República (PGR).

El asunto es grave del modo que se le pinte. Por una parte nos deja ver que en cualquier parte del país, no sólo en la capital, cuando el narco va por una víctima la encuentra y la asesina. En el caso del funcionario de la PGR, lo mismo hubiera pasado en Monterrey que en Hermosillo, nada tiene de particular el lugar donde se perpetró el crimen, salvo que la ciudad de México es la sede de dicha procuraduría.

Así que las voces de la histeria y el odio de los azules hacia la ciudad se pueden ubicar en el mismo sitio de donde provienen los discursos de Fox, o las promesas de Calderón: en el absurdo.

Lo que sí queda claro es que de cualquier manera el gobierno de Calderón busca penetrar en la capital. Ya lo intentaron con Tepito, y han ido ganado terreno en supuestos operativos conjunto con la policía capitalina, pero su éxito ha sido marginal, para no decir nulo. No obstante, cualquier problema en el caso de la seguridad sirve para que el panismo levante la voz pidiendo soldados para la capital.

Hay que recordar cuántas veces Calderón, en eso que se llamó campaña política, y que más que en tierra se realizó en medios electrónicos, llegó a la capital para decir que la ciudad de México era la más insegura del país. A poco de su gobierno, Nuevo León, Sonora, Baja California, Tamaulipas, Michoacán y Guerrero, entre otros, le taparon la boca.

Imposibilitado para ofrecer y dar soluciones reales al problema de la delincuencia, como el empleo, la educación y la salud, se recurrió a lo que el corifeo de medios a modo llama la última línea en la guerra contra el narco: el Ejército, que por ningún motivo debió ser implicado en ese combate.

Los fracasos hablan por sí solos. A la extradición -razón primordial de la escalada de la violencia- de muchos miembros del narcotráfico a Estados Unidos, y la ocupación de pueblos enteros por las fuerzas armadas, la respuesta ha sido el crimen en contra de funcionarios de las dependencias federales de procuración de justicia y el Ejército.

En la locura y la obsesión perniciosa del gobierno federal por ocupar a la ciudad de México, no se han dado cuenta, o no se quieren dar cuenta de que el fracaso de la última línea del gobierno en la guerra contra el crimen organizado en la ciudad sería cavar su propia tumba.

Y si esa última línea fracasa en esa guerra, vale preguntar: ¿qué más queda? ¿Los USA marines? Tal vez en eso es en lo que se está pensando.

Cosa de hacer cuentas. A partir del 11 de diciembre de 2006 se iniciaron los operativos que involucran al Ejército. Los primeros se realizaron en Michoacán. Desde aquel tiempo y hasta la fecha, los operativos se han sucedido en el siguiente orden cronológico: Baja California, 2 de enero; Guerrero y Sinaloa, 15 de enero; Nuevo León y Tamaulipas, 18 de febrero, y Veracruz, 11 de mayo. Desde entonces y hasta hoy han muerto cerca de mil personas, entre mandos policiacos, soldados y aquellos civiles que supuestamente han traicionado a los jefes narcos.

El fracaso se puede, entonces, argumentar con números, porque además lo más importante: la droga, sigue circulando sin ningún problema y los muertos siguen apareciendo en casi todo el territorio nacional, pero eso no importa para la fijación de Calderón, que al costo que sea quiere vengarse de los habitantes de la ciudad de México.

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