Un minuto de silencio por muertos en el bombardeo
Recuerdan en Gernika a millones de víctimas de todas las guerras
Ampliar la imagen El sobreviviente de Auschwitz Julius Waldstein firma el manifiesto Gernika por la Paz Foto: Reuters
Madrid, 26 de abril. En Gernika, la ciudad que fue sumida en el caos y la destrucción hace 70 años, devastada por más de 30 mil kilos de bombas explosivas e incendiarias lanzadas por la Legión Cóndor alemana por órdenes del dictador Francisco Franco, ondeó hoy la bandera de la paz y la concordia.
Desde esta pequeña localidad vizcaína, donde las ventanas de las casas mostraban el duelo de sus habitantes con crespones negros, se guardó un minuto de silencio por millones de víctimas de las guerras de ayer y de hoy. Se recordó que en estos momentos hay 30 conflictos bélicos abiertos, que demuestran que "el ser humano sigue teniendo una asignatura pendiente".
Con banderas a media asta, Gernika recibió a cientos de personas que asistieron a la conmemoración de uno de los actos más brutales de la guerra civil española (1936-1939), que pasó a la historia como el primer bombardeo contra una población civil indefensa, hecho que fue inmortalizado por el pintor español Pablo Picasso.
Los sobrevivientes del bombardeo que asistieron al homenaje, todos mayores de 80 años y con la memoria marcada por esos días de incertidumbre y miedo, refrendaron desde su "autoridad moral" el manifiesto de Gernika, que afirma que la "paz es el valor supremo de las personas y la primera prioridad".
El aniversario del bombardeo de Gernika congregó a representantes de otras ciudades que han corrido igual o peor suerte, como Hiroshima, población japonesa sobre la cual Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica contra una población civil, así como otras ciudades que sufrieron destrucción y aniquilación en conflictos bélicos: Hamburgo, Pforzheim, Dressde, Volvogrado -antigua Estalingrado- y Varsovia.
El presidente del gobierno vasco, el nacionalista moderado Juan José Ibarretxe, leyó en la Casa de Juntas de Gernika el manifiesto por la paz y la concordia, documento que además también hizo referencia a la necesidad de construir un marco de pacificación para el conflicto del País Vasco.
El manifiesto, también firmado por el Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel y el Nobel mexicano Mario Molina, señala que "el proyecto ético por la paz tiene implicaciones muy claras: necesita un compromiso incondicional con las vías dialogadas y diplomáticas para lograr la paz tanto en el País Vasco como en cada rincón del mundo", lo que implica "respeto a la diferencia y aceptación mutua".
Ibarretxe, en su lectura del manifiesto, señaló que el bombardeo de Gernika "es un espejo en que hoy se retratan los bombardeos de injusticias que lo recorren y nos permite ejercitar la empatía con las 30 guerras abiertas, aún hoy, en nuestro planeta".
El bombardeo se perpetró un lunes de mercado, con el pueblo lleno de gente de la comarca que acudía a comprar y vender enseres. Alrededor de las 16:30 horas sonaron las alarmas ante el acecho de los aviones alemanes e italianos, pero en esa ocasión el objetivo no eran puentes y centros militares, sino la población civil y sus viviendas.
Durante unas tres horas los aviones arrojaron más de 30 mil kilos de bombas que, además de incendiar más de 80 por ciento del pueblo, provocó la muerte de más de 250 personas, aunque algunos historiadores sitúan esta cifra en más de mil 500.
Después de la lectura del manifiesto, los asistentes y habitantes del pueblo devastado hace 70 años guardaron un minuto de silencio en homenaje y recuerdo a millones de personas que han sido asesinadas en las guerras, con especial atención a la situación dramática que prevalece en Irak.
En este sentido, Pérez Esquivel señaló que "el diálogo es la única forma para poner fin a la espiral de la violencia en el planeta", al tiempo que pidió al gobierno español del presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero que "continúe, a pesar de todo, buscando los caminos de la paz a través del diálogo", y pidió a ETA que abandone definitivamente la violencia.
Gernika, con esa vocación de trascender al resto del planeta su símbolo de paz y concordia, logró que en otras ciudades del mundo se lea el manifiesto y se recuerde a las víctimas de las guerras. En este sentido, el acto de Gernika se hermanó con otros similares llevados a cabo en Buenos Aires, ciudad de México, Santiago de Chile, Mar del Plata, Bahía Blanca, Montevideo, Boise, Sydney, Nueva York, Berlín y Madrid.