Usted está aquí: miércoles 25 de abril de 2007 Capital De tortugas y filósofos de barril

De tortugas y filósofos de barril

ENRIQUE MENDEZ

En una ruta de desesperación por la derrota política y teológica que le infligió la mayoría perredista al aprobar la despenalización del aborto, los asambleístas de Acción Nacional -vestidos con camisetas negras- optaron por refugiarse en una discusión callejera y sin rubor alguno Jorge Triana personalizó el debate al afirmar que el cuarto hijo de Andrés Manuel López Obrador nació "el día de la defunción del derecho a la vida".

La doble personalidad y la falsa moral de los panistas parecía no tener límites y a lo largo de diez horas de discusión en el recinto de Donceles y Aalende, ésta se desbordó. No sólo José Antonio Zepeda comparó a los diputados que aprobaron el tipo penal del aborto con Hitler y Stalin, sino que gritó: "¡Calígulas, que niegan los derechos humanos y quieren matar inocentes!"

Más aún, su compañera de fracción, María de la Paz Quiñones, a quien desde la bancada perredista le impusieron el mote de Sor Quiñones, perdió el control: "¡Para aquellos diputados que dicen que un aborto se puede practicar hasta con una aspiradora, pues que se la metan!"

Sentado en su curul, Víctor Hugo Círigo observaba los arrebatos del panismo, que asumió la reforma como de carácter obligatorio. En los días recientes, la Iglesia católica amagó con excomulgar a los diputados que este martes aprobaran, como lo hicieron, el dictamen que despenaliza el aborto en la ciudad de México.

"Nada más que vivimos en un Estado laico -acotó-, pero si viviéramos en un Estado confesional ya estarían ardiendo en leña verde. Hoy, esa visión confesional del PAN es la que salió derrotada".

Sin embargo, las presiones de la jerarquía católica sí tuvieron algún efecto.

El coordinador priísta, Jorge Schiaffino Isunza, llegó preocupado a la sesión. En los próximos días será padrino de una boda y la apuración es que, de hacerse efectiva la sanción eclesiástica, no le permitirían entrar ni a la iglesia. Por eso fue que, en la tribuna, justificó su voto por el dictamen que, exclamó, no es en favor del aborto, sino para frenar un problema de salud pública.

Los amagos también tuvieron otros efectos. El diputado priísta Tonatiuh González, autor de la iniciativa, reculó de última hora y votó en abstención. Eso sí, se declaró católico, temeroso de Dios, pero también representante popular, y aseguró que la intención de la reforma es no ver a más niños en las calles o soñando en un barril con comerse una torta de jamón.

Una mujer que desde los palcos aplaudía las intervenciones de Acción Nacional reviró: "¡Entonces, que maten a todos los niños pobres!"

La mayoría del PRD y del PRI, que desde el mediodía prefiguró el sentido de la votación al rechazar una moción suspensiva de Acción Nacional, respondió a las voces panistas con críticas al ideólogo yucateco Carlos Castillo Peraza, al que el panismo citó por su artículo Bienaventuradas las tortugas, y al "filósofo" Roberto Gómez Bolaños, Chespirito.

Porque la diputada panista Paula Soto Maldonado tuvo a bien citar, con poca ventura, el artículo del fallecido ex dirigente de Acción Nacional, y Salvador Martínez della Rocca, El Pino, le reviró irónico desde la tribuna: "las tortugas están en proceso de extinción, las mujeres no. Pregunto: ¿ha habido alguna acusación de una tortuga de haber sido violada? ¿Alguna tortuga tiene sida? ¡Carajo! Del Chapulín Colorado ahora pasamos a los huevos de tortuga. Pregunto a la compañera, ¿no se desayuna usted huevos en la mañana? Porque ya mató al pollito y a la gallina".

A los alegatos del PAN, como los de la asambleísta Quiñones, quien defiende que cada coito redunda en un embarazo, El Pino les recomendó ir al Instituto de Investigaciones en Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México para que les dé una cátedra el doctor Ricardo Tapia.

Una y otra vez, el panismo, que en la Asamblea Legislativa es minoría, cuestionó la mayoría de facto que ayer aprobó el dictamen sin cambios, cuando apenas en los días recientes sus compañeros en la Cámara de Diputados, en alianza con el PRI, aplastaron a una minoría perredista para aprobar la reforma a la Ley del ISSSTE. Pero ayer, en el recinto del Donceles, era el mundo panista al revés.

Agustín Guerrero, ex dirigente del PRD en la ciudad, reviró que la actual mayoría en la asamblea es resultado de los votos de los capitalinos, y se remitió al debate que, sobre el aborto, se dio en Francia a finales de los setenta, donde, a pesar de las presiones del Papa en turno, el presidente Valery Giscard D'Estaing respetó la despenalización aprobada por su asamblea.

"Hace unas semanas conocimos una declaración del espurio, del pelele, que representa la voz no del Estado, sino de su partido. ¿Qué diferencia hay entre un hombre de Estado como Valery Giscard y un enano?", dijo

A las cinco de la tarde, la diputada Soto Maldonado llevaba su tercer vaso de café Starbucks. Desde la tribuna, la perredista Leticia Quezada lanzó: "despierten ya a la realidad imperante en la ciudad. No todo es el mejor café ni los mejores zapatos". Sentada en la corraleta del PAN, entre los invitados especiales, la dirigente local de ese partido, Mariana Gómez del Campo, levantó su propio vaso de la misma bebida.

Todavía sin éxito, el diputado Leonardo Alvarez, del Verde Ecologista, buscó convencer al PRD de incluir una modificación para que, antes de autorizar un aborto, un médico pueda exigir a la mujer un ultrasonido para comprobar que está en el límite de las 12 semanas de gestación. Y, le dijo a Círigo, el médico le pude decir: "oiga, no manche, usted ya tiene más semanas".

A las nueve de la noche, la polémica sesión se cerró. El perredismo se fue a festejar a un café del Centro Histórico y el PAN ahora pretende que sea la CNDH la que presente el recurso de inconstitucionalidad.

 
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