Insiste en la resistencia civil pacífica para lograr el cambio radical necesario
La CND busca atender necesidades de la gente: Encinas
La Convención Nacional Democrática (CND) apunta a construir, más allá de cuestiones electorales, un movimiento que atienda a las necesidades de la gente; los partidos políticos no tienen capacidad para cobijar un movimiento tan amplio. Y desde la convención los ciudadanos podrán conformar su derecho a ser mayoría y gobernar este país, ante un enemigo que no es sólo el PAN, sino también sus grupos adherentes.
Ante la polarización a la que, como nunca, ha regresado el país, se requiere una transformación radical, no violenta, de las instituciones, mediante la resistencia civil y pacífica, advirtió Alejandro Encinas en el foro Reflexiones en torno a la segunda Convención Nacional Democrática, ante alumnos de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. También hablaron el articulista Luis Javier Garrido, el cartonista José Hernández -ambos colaboradores de La Jornada-, y los profesores de dicha facultad Leonardo Figueiras y Jerónimo Hernández Vaca.
El acontecer político en la CND es "novedoso" y "muy heterodoxo", agregó Encinas, quien dividió los procesos de cambio y transformación de las décadas recientes en la vida política moderna de México, que la izquierda y las fuerzas democráticas han impulsado, partiendo del principio de reconocer que los cambios que se han logrado han sido resultado no de la dádiva gubernamental, sino de la movilización política y social.
Para ello, dividió esas etapas en cuatro: 1968-1979, que marcó un hito en la historia del país por la lucha estudiantil y social contra un régimen profundamente autoritario; surgen grupos guerrilleros en zonas rurales y urbanas, así como la guerra sucia, y es cuando la izquierda inicia un proceso de reflexión para buscar su reconocimiento legal y su participación en la lucha democrática; segunda: 1979-1988, la izquierda logra su registro legal y se inicia un proceso de unificación de sus fuerzas, pero, sobre todo, a raíz de los sismos de 1985 y luego, cuando Heberto Castillo cede la candidatura presidencial a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988; la tercera, 1988-1989 a 2000: se registra una andanada de violencia para desaparecer al PRD -más de 600 perredistas muertos en el país durante el salinato- y, a pesar de la adversidad, en un escenario muy complejo, surgen fenómenos que transforman la vida política nacional, como el EZLN, en 1994, y los asesinatos políticos, Cárdenas -entonces era "un peligro para México y ahora es el bueno de la película"- gana la capital del país.
Finalmente, la última etapa, 2000-2006: cuando se logra la "alternancia", se consolidó el proyecto de izquierda en el país, pero, al mismo tiempo, el proceso de desafuero contra Andrés Manuel López Obrador y el fraude electoral de 2006, y la lucha por la transformación del país no termina.