Usted está aquí: miércoles 18 de abril de 2007 Opinión Presencia de Elizondo

Javier Aranda Luna

Presencia de Elizondo

Si usted sospecha de la abundancia inopinada de papel moneda, células, glóbulos blancos o escritores; si aún es capaz de percibir la barbarie de no pocos programas culturales o el ''empaquetamiento" de los bienes y obras del espíritu, ''con el criterio de los que hacen paquetes de planchas eléctricas o utensilios de cocina"; si piensa que la principal paradoja de nuestro país (riqueza en el subsuelo, pobreza en la superficie) sigue vigente o cree que la ausencia de una crítica efectiva señala el momento en el que las manifestaciones que carecen de ella comienzan a declinar, y si además está seguro de que James Joyce es el escritor más grande de nuestro tiempo y que es hora de revalorar a Céline con parámetros estrictamente literarios, debe leer Pasado anterior, libro ''póstumo" de Salvador Elizondo, publicado por el Fondo de Cultura Económica.

Pocos escritores de culto son tan populares como Elizondo. Sin escribir todo el tiempo en ''do" de pecho, como hiciera Sabines, sin lanzarse al ruedo con puras arias, sino al contrario, sus experimentos más arriesgados no sólo han tenido varias ediciones sino varios editores.

Al percatarnos de la prolongada vida editorial de Elizondo, uno se queda con la impresión de que no sólo existen más lectores en México de los que nos hablan las ortodoxas estadísticas sobre lectura en el país, sino que los happy few son, más que una escuálida secta, una legión considerable de personas que tienen un entusiasta trato con los libros.

Sin llegar a ser una marca registrada como Rulfo -y lo digo sin hipérbole-, El Chato Elizondo ya es, qué duda cabe, una de las huellas digitales de nuestra literatura de la segunda mitad del siglo XX.

Debemos a la estupenda fotógrafa Paulina Lavista algunos de los mejores retratos de Elizondo y, ahora, la publicación de Pasado anterior, libro que reúne los textos que Salvador publicara en el periódico Unomásuno, entre el 17 de noviembre de 1977 y el 6 de marzo de 1979.

Elizondo ya había publicado en forma de libro sus anteriores ejercicios periodísticos en los volúmenes Contextos y Estanquillo. Ahora esperamos que la paciencia de Paulina nos sorprenda de nuevo rescatando más textos del autor de Farabeuf, del silencio de las hemerotecas.

Pasado anterior sorprende por la curiosidad del autor sobre los temas más disímbolos: la visita del Papa, la vida de los ajolotes, la excomunión de Diego Rivera, la cirugía reconstructiva, la televisión, la moda, la decadencia del machismo, los abusos del fisco, sus libros mágicos, sus autores favoritos en los que incluye al consabido Joyce, a Edmundo d'Amicis, a Paul Valèry y a Julio Verne, a quien prefiere nombrar en español por no incurrir en un crimen de ''lesa memoria", pues lo leyó por primera vez, como la mayoría de nosotros, en español.

La generosidad también está presente en el libro de distintas maneras: la que reconoce en Fernando Benítez, su primer editor, y la que él mismo practica como agradecido lector ante textos de escritores como Octavio Paz, José Luis Martínez, Jaime García Terrés o Gabriel Zaid.

Otro acto de la generosidad de Salvador Elizondo es notorio cuando nos advierte a sus lectores de esos escritores burócratas, cuyo estilo determina su chamba en turno y que se preocupan más de lo que dicen de ellos que de lo que ello dicen.

Algunos de los textos periodísticos de Pasado anterior cumplen 30 años de haber sido escritos y su actualidad permanece. No la sostienen los temas, sino la escritura. Una escritura que se hizo para leerse hace tres décadas o pasado mañana.

 
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