Usted está aquí: miércoles 18 de abril de 2007 Opinión En puerta, el quinto Celam

Bernardo Barranco V.

En puerta, el quinto Celam

Con la mayor concentración de católicos en el mundo, 50 por ciento, la Iglesia católica latinoamericana se prepara para realizar en mayo su quinta conferencia general carente de síntesis novedosas que fortalezcan su rumbo e identidad. La preparación ha pasado casi inadvertida y la participación ha sido escasa, a diferencia de las precedentes con intensos debates.

Benedicto XVI por primera vez visitará como pontífice América Latina e inaugurará la quinta conferencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), que se realizará en Aparecida, Brasil. Existe cierta expectación por escuchar su mensaje, pues hasta ahora, a dos años de su pontificado, ha sido tan europeo como ajeno a nuestras realidades. Su contacto más intenso con nuestro continente ha sido a través de las polémicas y disputas en torno a la teología de la liberación en los años 80.

A partir del Concilio Vaticano II (1962-1965) se han realizado tres grandes conferencias en Medellín, Puebla y Santo Domingo, que han marcado las directrices históricas en términos teológicos, pastorales y los niveles de compromiso social de los católicos. En estas conferencias los obispos de América Latina, asesorados por teólogos y peritos, formulan pautas y análisis sobre la ubicación, papel y prioridades sociales de las Iglesias en el continente. Es necesario destacar que actualmente la mayoría de los cardenales y obispos latinoamericanos se caracterizan por su conservadurismo y sometimiento a la curia romana, que en los últimos 25 años ha inhibido las actitudes de apertura crítica y búsquedas sociopastorales emanadas del Concilio y de las posteriores conferencias, en especial la de Medellín.

Hace unos días apareció, la Síntesis de los aportes recibidos para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, texto muy general, poco autocrítico, sin novedades dignas de relatar, muy centrado en la propia Iglesia con un análisis casi aéreo sobre la compleja realidad actual, resumiendo los lugares comunes de los diferentes episcopados que parecen encarar desganados esta nueva conferencia.

La globalización y los cambios en la cultura, especialmente en las áreas urbanas, emergen como los nuevos grandes desafíos que analizarán los obispos.

El Celam nace en 1955 en plena guerra fría, se conforma casi paralelamente a la OEA con los aires anticomunistas de la época. Este importante organismo regional de la Iglesia favorece la conformación de las actuales conferencias episcopales nacionales. En su momento es conducido por la inspiración del obispo chileno Manuel Larraín, quien tuvo la virtud de lograr la recepción del latinoamericanismo, sin perder su especificidad de tradición católica. Supera así, los viejos debates hispanistas e iberoamericanistas que marcaron a la Iglesia en décadas anteriores en ardientes debates contra el protestantismo y su propuesta interamericanista quedan atrás.

La nueva visión del Celam se sitúa en una sintonía más moderna sobre la región. Los vasos comunicantes y relaciones personales de altos dirigentes eclesiásticos se hace intensa con personajes como Hélder Cámara (Brasil), Juan Landázuri (Perú), Darío Miranda y Eduardo Pironio (Argentina), entre otros.

Sin duda la atmósfera y las aperturas del Concilio fueron determinantes para un despetar latinoamericano. Si el Concilio Vaticano II se abre a las nuevas realidades de la modernidad, especialmente noratlántica, marcadas entonces por los milagros económicos y la secularidad cultural; en América Latina los obispos operan otra recepción en la segunda Conferencia Episcopal de Medellín, en el convulso 1968; se trata de la otra cara de la modernidad: el atraso, la tensión social y "violencia estructural". Si en Concilio los obispos latinoamericanos apenas pintaron, la recepción de éste en el continente fue audaz e innovador; Medellín genera un valor agregado propio: la "opción por los pobres" y la teología de la liberación, que serán las grandes novedades y aportaciones de la Iglesia latinoamericana y convertirá a esta segunda Conferencia General en un acontecimiento paradigmático. La teología latinoamericana acompañará a las comunidades de base y catalizará las disputas y contradicciones internas en la vida eclesiástica.

Particularmente la tercera Conferencia General del Celam (Puebla, 1979) estará marcada por el conflicto interno sobre el papel social de la Iglesia. El tema era central, ya que Iglesia ejercía marcado liderazgo social, particularmente su jerarquía, que había actuado con determinación frente a las dictaduras militares y gobiernos autoritarios. Las Iglesias habían propiciado espacios de participación y de libertad, desde donde las oposiciones resistían. Identificándose con la sociedad civil muchas Iglesias nacionales vincularon apasionadamente un binomio conflictivo: evangelio y defensa de los derechos humanos. A partir de la caída del Muro de Berlín, el Vaticano reforzó su centralidad y control de la vida eclesial. Prueba de ello fue la cuarta Conferencia General (Santo Domingo, 1992), de la cual los propios prelados reconocen que no correspondió a las expectativas creadas; en cambio, fue notoria la discrepancia ante la excesiva injerencia de los diferentes dicasterios del Vaticano.

Parece evidente la pérdida de gravitación de estructuras de servicio como el Celam, que pasa por una crisis estructural debido a la concepción más continentalista de Roma. Las grandes temáticas de región que aborda el Celam enfrentan un decaimiento de la perspectiva latinoamericana ante la integración internacional y regional, como TLCAN y Mercosur, enmarcados en los procesos de globalización. En muchos países latinoamericanos la Iglesia ha perdido centralidad social y protagonismo, y aun se ve amenazada por el avance de los nuevos movimientos religiosos. Los sectores eclesiales anteriormente progresistas acusan fatiga y cierta apatía y la carencia de creatividad de los sectores conservadores tan acostumbrados a los acatamientos romanos. Hay anemia en la quinta conferencia del Celam.

 
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