Ante la ausencia de políticas federales, aumentan medidas antinmigrantes en ciudades
Cambian migrantes la fisonomía de EU; el Capitolio alarga debate para una reforma
Nueva York, 5 de abril. La capital de la música country es ahora multilingüe, y los estados de Carolina del Sur, Tennessee, Delaware, Arkansas, Georgia y Alabama registran las mayores tasas de crecimiento de su población migrante.
La gran mayoría de los nuevos migrantes en esos estados provienen de México y América Latina, y el español allí ahora se mezcla con el inglés con su particular acento sureño. Pero el idioma es apenas la manifestación en esas regiones de un profundo cambio no sólo demográfico sino cultural, político y, por supuesto, social.
El estado de Arkansas -sede de Walmart, los pollos Tyson y lugar de nacimiento del ex presidente Bill Clinton- es el que registró el mayor crecimiento de la población de origen latinoamericano, que se incrementó 48 por ciento entre 2000 y 2005, según un nuevo informe del Urban Institute, publicado esta semana.
Los mexicanos y latinoamericanos en Arkansas representaron 67 por ciento de los 104 mil inmigrantes en ese estado en 2005 (comparado con aproximadamente 50 por ciento a escala nacional).
El informe, realizado con el apoyo de expertos del Migration Policy Institute y otros académicos, registró que en Arkansas 51 por ciento de los migrantes en 2005 era indocumentados (comparado con 29 por ciento a escala nacional). Los inmigrantes ahora conforman 4 por ciento de la población estatal de 2.7 millones.
El sector manufacturero de Arkansas -particularmente procesamiento de carne de pollo y otros del sector alimenticio- fue la principal fuente de empleo inmigrante (42 por ciento). El informe calculó que los trabajadores inmigrantes contribuyen de manera sustancial a la producción económica del estado, y que sin su mano de obra la producción manufacturera se desplomaría en aproximadamente mil 400 millones de dólares, 8 por ciento de la contribución de ese sector al producto bruto estatal.
Dicho informe se puede consultar en http://www.urban.org/url.cfm?id=411441.
Pero Arkansas es sólo un ejemplo del nuevo mosaico demográfico estadunidense, y estos cambios dramáticos locales son los que nutren un debate nacional sobre la migración. Sin embargo, los políticos continúan buscando construir un consenso sin poder resolver lo que todos consideran un sistema de migración "descompuesto".
En ese vacío político, cada semana hay más noticias sobre respuestas locales al fenómeno, casi todas antinmigrantes. Por ejemplo, esta semana Oklahoma podrá ser el próximo de varios estados en promulgar una legislación antinmigrante, que negaría beneficios del sistema de bienestar social, asistencia financiera para estudios universitarios y varias otras prestaciones a los trabajadores indocumentados.
Además, buscará otorgar poderes a la policía local para detener a indocumentados, obligaría a las empresas que tienen negocios con el gobierno estatal a comprobar que no tiene empleados sin papeles y convertiría en delito estatal albergar a un inmigrante indocumentado.
El proyecto de ley fue aprobado en la Cámara baja de la legislatura estatal por 88 votos contra nueve y está en espera de ser aprobado por el Senado. Si ocurre, Oklahoma se sumaría a Colorado y Georgia al aprobar una legislación antinmigrante.
"Los extranjeros ilegales no vendrán aquí si no hay empleos para ellos... si saben que serán físicamente detenidos hasta ser deportados", comentó esta semana el representante republicano estatal Randy Terrill, patrocinador del proyecto legislativo, al periódico Los Angeles Times. "Oklahoma obviamente no es uno de los estados más ricos de la unión. No podemos ser un estado de bienestar para el resto del mundo".
La población migrante de Oklahoma se calcula en menos de 5 por ciento del total de 3.5 millones, pero como otros estados ha crecido dramáticamente y se ha duplicado sólo en la ultima década.
Estas respuestas antinmigrantes también se registran a escala local, donde decenas de gobiernos municipales por todo el país -Pennsylvania, Colorado, California, Texas, Nueva York y más- buscan promover medidas contra los inmigrantes.
En Nashville, Tennessee -capital de la música country (su apodo oficial es Music City USA), lugar famoso por sus músicos -incluyendo a Elvis Presley-, una reacción ante el hecho de que su población migrante ha aumentado cuatro veces desde 1990 para llegar al punto de que según el censo uno de cada 10 de los casi 550 mil habitantes nació en otro país, es la promoción de una medida local para declarar el inglés idioma oficial.
La mayoría de los inmigrantes en Nashville, como en otras partes del sur, son latinoamericanos. Hay nuevos barrios llamados "pequeño México" y más de 100 restaurantes mexicanos. Pero también hay africanos, bosnios, iraquíes y una de las comunidades kurdas más grandes en este país.
Su presencia multilingüe generó la aprobación por la legislatura local de una ley que establece el inglés como único idioma en que el gobierno local podría realizar sus tareas. El alcalde, Bill Purcell, vetó la legislación, pero sus patrocinadores buscarán implementarla mediante un referendo en 2008, reportó Los Angeles Times.
En casi todos estos casos, estatal o local, políticos y analistas coinciden que lo que están generando estas respuestas es la frustración colectiva por la ausencia de una nueva política migratoria a escala federal que enfrente las implicaciones de este fenómeno a todo nivel.
Tanto promotores como opositores de estas medidas indican que por la falta de una reforma migratoria u otras acciones por Washington, las consecuencias, implicaciones y cambios de la migración se tienen que abordar a escala local.
Mientras, continúan en Washington las negociaciones para una reforma migratoria, y se espera que durante los próximos meses se intensifique el debate para intentar lograr algo este año. Por el momento, las propuestas ofrecidas tanto por un proyecto de ley en la Cámara y un frágil acuerdo alcanzado en las negociaciones entre la Casa Blanca y el liderazgo de la minoría republicana en el Congreso, no ofrecen gran esperanza para los que buscan una solución a la situación de los 12 millones de indocumentados y el flujo de migrantes a futuro.
Con su combinación de multas de miles de dólares, procesos complejos que incluyen la salida y regreso de quienes desean "regularizar" su estancia, y programas de trabajadores temporales con vías casi imposibles a la residencia permanente, las fórmulas ahora bajo discusión son más restrictivas que las aprobadas por el Senado en 2006, lo que está generando profundas divisiones entre sectores de los promotores de una reforma migratoria y podría complicar aún más el panorama político para alcanzar una eventual legislación este año.
Mientras tanto, la política migratoria de mayores barreras fronterizas, más guardias y centros de detención, redadas y medidas antinmigrantes en diversas entidades locales y estatales es poco menos, en esta Semana Santa, que la continuación de la crucifixión de los migrantes.