De la religión al toro
Es la tradición española enlazar las festividades religiosas a las corridas de toros. En Sevilla al inicio de la primavera previo a su feria torera, se realizan las festividades de la semana sata que terminan el sábado santo y dan paso a la corrida de resurrección, el domingo con cartel de lujo.
"¡Oh la saeta al cantar/ Al cristo de los gitanos/ Siempre con sangre en las manos
Siempre por desenclavar!/ ¡Cantar del pueblo andaliz/ Que todas las primaveras/Cuida pidiendo escaleras/ Para subir a la cruz!/ "¡Cantar de la tierra mía/ Que echa flores/ Al Jesús de la agonía/ Y es la fe de mis mayores!/ "¡Oh no eres tu mi cantar!/ ¡No puedo cantar, ni quiero!/ A ese Jesús del madero,/ Si ni al que anduvo en el mar!
Así cantaba Antonio Machado en Semana Santa sevillana. El canto le era natural, un ingrediente sustantivo de su forma de ser que partiendo de Andalucía -donde madura el limonero- avanzó hacia un ámbito idiomático universal. En la copla se sumerge en su pueblo, a pesar de no gustar de las corridas de toros y el jaleo.
Cantar que da pie a la copla taurina como La Feria de Sevilla, de Adriano delValle.
"¡Feria de Abril en Sevilla!/ Entre el trigo y el jazmín,/ Entre el asfalto y la vega,/ El olivar y el jardín/ Cual la antesala del cielo.../ Torres, palomas, campanas
Mirador del alelí/ Pluma que en el aire es aire/ Y esquila en el campanil".
No es la Feria de Sevilla la que canta al Jesús crucificado del madero, sino al que anduvo en el mar como percibe espléndidamente Antonio Machado.