Más anomalías en el sexenio de Fox
La Auditoría Superior de la Federación (ASF) presentó el jueves pasado al Poder Legislativo los resultados de la revisión de la cuenta pública del año 2005. Dicho órgano fiscalizador encontró anomalías por 26 mil millones de pesos durante el quinto año de gobierno del señor Fox.
Según el titular de la ASF, Arturo González de Aragón, casi todas las dependencias del gobierno cometieron irregularidades. Una de ellas tiene como protagonistas a quienes encabezaban la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), destacadamente el rector general Luis Mier y Terán (hoy director del Sistema Nacional de Investigadores) y el secretario general Ricardo Solís Rosales. Se les señala en el informe por las irregularidades que cometieron en el proceso de compra-venta de un predio destinado a instalar la cuarta unidad académica de esa casa de estudios en la zona de Cuajimalpa, que permitiría atender a 12 mil estudiantes. Desde un principio el proyecto fue severamente cuestionado por las agrupaciones vecinales (destacadamente la asociación civil Pro Contadero) y por quienes defienden el medio ambiente.
La nueva unidad de la UAM ocuparía 12.5 hectáreas que hacen parte del bosque El Encinal, el cual cumple un importante papel en la recarga del acuífero, además de poseer rica flora y fauna, y prestar otros servicios ambientales. Esa universidad compró a un particular esas hectáreas en 187 millones de pesos. Cabe señalar que casi la mitad de la extensión (poco más de cinco hectáreas) está cubierta con una plancha de concreto, pues allí funcionó una empresa dedicada a la producción y empaquetado de champiñones: Monte Blanco, la cual se estableció en medio del bosque, en tiempos en que la ciudad no contaba con directrices para cuidar el ambiente y los recursos naturales. Pero aun cubiertas con concreto, esas hectáreas están catalogadas como equipamiento rural, lo que impide dedicarlas a uso urbano o educativo. Tampoco se puede construir en las otras siete hectáreas del terreno, por ser suelo de protección ecológica.
Muchas razones expusieron los vecinos de Cuajimalpa, las organizaciones ambientalistas, legisladores locales y federales e importantes funcionarios del gobierno citadino para oponerse a que en El Encinal se construyera la cuarta unidad de la UAM. No solamente por ser un área de protección ecológica, sino también por las limitadas vialidades de la zona que tendrían que soportar la circulación de más de 3 mil nuevos coches. Fueron un fracaso las reuniones que sostuvieron vecinos y directivos de la casa de estudios para resolver el asunto de la única manera posible: que la universidad buscara otro sitio para levantar su nuevo plantel. Y que, en un gesto que la enaltecería, levantara el concreto que cubre cinco hectáreas del predio y las sumara al suelo de conservación ecológica.
Finalmente, la UAM tuvo que desistirse de su empeño de asentarse en Cuajimalpa. Aunque los opositores al proyecto reconocían la importancia de ampliar la oferta educativa en la metrópoli, sostenían que la UAM podía encontrar otros lugares en el poniente de la ciudad para establecer su cuarta unidad. Ahora se sabe con certeza lo que en 2005 era sospecha: la adquisición del predio se hizo sin cumplir con las normas vigentes sobre la materia, que el Patronato de la UAM y sus directivos sabían que El Encinal era de conservación ecológica y que, por lo mismo, estaba prohibido construir allí. La ASF afirma, además, que los fondos destinados para adquirir el predio no fueron autorizados por el Colegio Académico de la universidad.
Asimismo, la instancia correspondiente debía investigar a los funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Urbano de la ciudad que autorizaron, también en Cuajimalpa, un "desarrollo" inmobiliario para 21 familias de altos ingresos que acaba de ser clausurado por la autoridad. El "desarrollo" se encuentra en plena zona de conservación ecológica, de recarga del acuífero, en el terreno que ocupó el Club Hípico La Sierra. Por arte de magia (aunque no faltan los que sostengan que por arte del dinero), los funcionarios convirtieron un tupido bosque, rico en flora y fauna en peligro de extinción, en zona habitacional.