Usted está aquí: viernes 30 de marzo de 2007 Mundo Nadie apuesta en Washington por que este año se apruebe en EU la reforma migratoria

El tema indocumentados, espinoso, polarizado y manipulado por diversos intereses

Nadie apuesta en Washington por que este año se apruebe en EU la reforma migratoria

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Nueva York, 29 de marzo. Uno de los pocos asuntos en que coinciden la Casa Blanca y el liderazgo demócrata del Congreso es en la necesidad de una reforma migratoria, pero el tema es tan espinoso, polarizado y manipulado por diversos intereses que a pesar del aparente acuerdo entre la cúpula política nadie se atreve apostar que estos deseos se convertirán en hechos este año.

La Casa Blanca ha redoblado esfuerzos de negociación y durante semanas se han realizado intensas reuniones a puerta cerrada en el Capitolio entre miembros del gabinete del presidente George W. Bush e influyentes senadores de su partido, para intentar buscar un consenso que logre obtener el apoyo de suficientes republicanos para una propuesta de reforma migratoria.

Entonces el resultado será presentado a las contrapartes demócratas encabezadas por el senador Edward Kennedy, y de ahí arrancará otra ronda de negociaciones con la intención de culminar con un proyecto de ley que cuente con el apoyo bipartidista necesario -incluyendo el de la Casa Blanca- para ser aprobado.

El hecho de que los secretarios de Seguridad Interna, Michael Chertoff, y de Comercio, Carlos Gutiérrez, y altos funcionarios de la Casa Blanca hayan participado directamente en estas constantes sesiones de negociación con varios senadores y asesores legislativos parece indicar la prioridad que el esfuerzo tiene para el mandatario.

El diario Los Angeles Times reporta hoy que el esfuerzo ha sido concebido por el estratega político del presidente, Karl Rove, con dos propósitos: asegurar que Bush logre por lo menos un triunfo político más antes de concluir su periodo presidencial ante un legado que ahora está dañado por la guerra en Irak y una serie de escándalos en otros frentes, y generar mayor apoyo del electorado latino para los republicanos.

Pero aún no se han logrado superar una serie de obstáculos a un consenso sobre la reforma, particularmente en torno de asuntos de la legalización o no de los inmigrantes indocumentados, el tipo de programa de trabajadores temporales y si éste incluirá o no un mecanismo para obtener la residencia permanente y hasta la ciudadanía, y las medidas de seguridad fronteriza e internas para controlar el flujo migratorio.

Por el momento, la negociación entre los republicanos en el Senado y la Casa Blanca ha producido un borrador preliminar tóxico para los defensores de los derechos de los inmigrantes al incluir no solamente el requisito de que los indocumentados deberán abandonar el país para poder regresar "legalmente", sino que elimina el mecanismo para adquirir la residencia permanente y ciudadanía a participantes en el programa de trabajadores temporales (y sin poder traer a sus familias).

Hoy, representantes de sectores empresariales, sindicales, religiosos y defensores de derechos de inmigrantes rechazaron las medidas incluidas en la propuesta preliminar negociada entre la Casa Blanca y sus senadores. "Representa un paso atrás (...) No es algo que podrá ser aprobado ni puede funcionar", dijo Angela Kelley, subdirectora del Foro Nacional sobre Migración.

Laura Reiff, quien representa a una coalición nacional de empresarios del sector de servicios (Essential Worker Immigration Coalition), se hizo eco de esta evaluación y sugirió que se deberían retomar las mismas fórmulas aprobadas por el Senado en 2006.

Tom Snyder, director político del sindicato nacional Unite/Here, calificó de inaceptable cualquier propuesta de trabajadores temporales que no ofrezca un mecanismo a la residencia permanente. "No vamos a aceptar una versión del Programa Bracero del siglo XXI", dijo, y también rechazó condiciones para un proceso de legalización "que sólo obliga a los inmigrantes a esconderse aún más en las sombras".

Estas negociaciones no sólo revelan divisiones entre legisladores (entre y dentro de ambos partidos), sino también entre diversas corrientes de las coaliciones por una reforma migratoria.

Mientras los dirigentes políticos calculan el costo-beneficio de su apoyo u oposición a una reforma migratoria, la constelación de organizaciones migrantes, sindicales, de la iglesia, latinos y otras se encuentran en su propio debate sobre sus demandas, y qué tanto se necesita ceder para obtener algún tipo de reforma.

Algunos insisten en que más vale no tener nada frente a una reforma viciada y parcial que incluye toda una serie de medidas antimigrantes. Otros, en particular las agrupaciones nacionales que se dedican a la negociación política en Washington, insisten en que se debe cabildear de manera pragmática entendiendo que no se podrá conseguir todo lo que se desea, pero tal vez lo suficiente para cambiar las vidas de millones de migrantes que sufren situaciones inaceptables por falta de una reforma.

Estas divisiones están empezando a provocar dudas sobre la posibilidad de lograr una reforma migratoria integral este año. Aunque varias agrupaciones nacionales pro reforma elogiaron como un buen primer paso la entrega hace una semana del primer proyecto de ley presentado en la Cámara baja por el representante demócrata Luis Gutiérrez y el republicano Jeff Flake, otras denunciaron que la propuesta contiene varias medidas que buscan complacer a los críticos de una reforma migratoria.

Sin embargo, varios participantes pro reforma en este debate expresan cierto optimismo por el alto nivel de las negociaciones, particularmente la participación más activa de la Casa Blanca, como también la intensificación de esfuerzos de cabildeo y presión sobre legisladores en todo el país por parte de promotores de una reforma.

A la vez, indican que el tiempo está corriendo y que la oportunidad para lograr algo se podría agotar al acercarse el ciclo electoral de 2008. Por ahora, al parecer, hay un paso para adelante y dos hacia atrás

 
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