Usted está aquí: jueves 29 de marzo de 2007 Opinión Irán: tensión incrementada

Editorial

Irán: tensión incrementada

La captura de 15 militares ingleses que, según Irán, se habían internado en sus aguas territoriales, y las ásperas reacciones occidentales ante el incidente, constituyen los más recientes desarrollos de una tensión regional que no ha dejado de incrementarse desde hace cuatro años, cuando una fuerza militar angloestadunidense invadió el vecino Irak, arrasó el país e impuso en él una ocupación tan sangrienta y corrupta como inefectiva para conseguir los supuestos propósitos de estabilización democrática local y regional.

La incursión colonialista en el país vecino, si bien destruyó al más claro enemigo regional de la República Islámica y dio a los chiítas locales -aliados tradicionales de Irán- un espacio que resultaba impensable en la dictadura de Saddam Hussein, ha representado para Teherán una amenaza permanente en sus propias fronteras. Hay que recordar que en los días iniciales del ataque angloestadunidense, en abril de 2004, el gobierno iraní reportó la caída de misiles de los invasores en su territorio y violaciones a su espacio aéreo. Asimismo, con su presencia militar en Irak, Washington ha conseguido tener a tiro de piedra posibles objetivos en el país vecino.

En este contexto enrarecido, la continuación del antiguo programa iraní de desarrollo de tecnología nuclear -sea para fabricar bombas atómicas, como asegura Occidente, o bien para incrementar la generación de electricidad, como sostiene Teherán- ha sido explotado por los enemigos de la República Islámica como un ariete diplomático y político para tender un cerco en torno a Irán, y los medios occidentales se han referido con insistencia a la posibilidad de que Estados Unidos o Israel lancen una agresión militar a territorio de lo que fue Persia para destruir los reactores iraníes. El gobierno inglés ha sido, debe recordarse, un activo promotor del bloqueo a Irán con este pretexto, y uno de los más beligerantes en la exigencia de que ese país renuncie a sus perspectivas de desarrollo nuclear.

En vísperas de que el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas emita una nueva resolución sobre el tema, que se espera adversa a Teherán, y en el escenario regional descrito, el incidente de los marinos británicos capturados por la armada de Irán en las aguas de Shat-el-Arab, que sirve de línea divisoria entre ese país y su vecino invadido, tiene olor de provocación. Lo de menos, en este caso, sería esclarecer si los efectivos ingleses incursionaron en territorio iraní, como lo afirma Teherán, o si se encontraban en Irak, como lo asegura Londres.

En circunstancias normales, el episodio no tendría por qué tener mayores consecuencias y habría de ser resuelto sin mucho ruido por las diplomacias de los países involucrados. Pero en las condiciones actuales del Golfo Pérsico cualquier nube se vuelve tormenta. En lo inmediato, el gobierno inglés ha cometido la desmesura de congelar las relaciones comerciales con la República Islámica, y la exigencia de la liberación inmediata de sus soldados ha recibido el respaldo de la Unión Europea.

Es probable que el incidente desemboque en una solución rápida, y cabe esperar que así sea. Por desgracia, en el contexto que impera en el Golfo Pérsico hoy día, el asunto podría convertirse en el detonador de una nueva escalada bélica.

 
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