Forma moderna de esclavitud, los contratos temporales, afirman organizaciones
Divide el programa de trabajadores huéspedes a promotores de una reforma migratoria en EU
Nueva York, 15 de marzo. Para George W. Bush, los empresarios estadunidenses y algunos promotores de una reforma migratoria, un programa de trabajadores huéspedes es parte central de una solución política y económica de la crisis de inmigración en Estados Unidos, pero para algunos líderes migrantes y latinos, y varios sindicatos, los programas de trabajadores temporales son más bien una forma moderna de esclavitud.
El consenso general en un amplio abanico de políticos, defensores de derechos de inmigrantes, sindicatos, empresarios, religiosos, grupos latinos y de migrantes en pro de una reforma migratoria integral -que incluye a los presidentes de Estados Unidos, México y otras naciones latinoamericanas- se fractura en dos temas: el programa de trabajadores temporales y el vínculo entre seguridad nacional e inmigrantes.
Ambos elementos forman parte de las propuestas de una reforma promovidas por el presidente Bush, la Cámara de Comercio, algunos sindicatos nacionales, el Consejo Nacional de la Raza, el Foro Nacional de Inmigración y otras agrupaciones nacionales, que estarán integradas en el proyecto que se está elaborando en el Senado estadunidense, que establecerá el marco para el debate sobre la reforma migratoria.
Varios promotores de la reforma migratoria, en gran medida organizaciones con sede en Washington, insisten en que la realidad política los obliga a tener que hacer concesiones a la Casa Blanca, los republicanos y los empresarios para alcanzar consenso político sobre dicha reforma.
Por tanto, dicen integrantes de esta óptica -que incluyen a la Cámara de Comercio, sindicatos nacionales de servicios, el Consejo Nacional de la Raza y el Foro Nacional de Inmigración, entre otros-, se deberán considerar medidas de seguridad fronteriza y mayores controles al interior, y un programa de trabajadores huéspedes para lograr la aprobación de una reforma este año.
Sin embargo, otros promotores de una reforma migratoria, que incluyen a organizaciones de migrantes, la central obrera AFL-CIO, asociaciones latinas como LULAC, Maldef y el Willie C. Velásquez Institute, y diversos grupos de defensa de derechos de inmigrantes, se oponen a incluir un programa de trabajadores temporales.
"Nos oponemos de manera absoluta a un programa de trabajadores huéspedes", declaró a La Jornada Alexis Mazon, de la Coalición de Derechos Humanos en Arizona, al hablar en nombre de la Red Nacional por Derechos de Inmigrantes y Refugiados (NNIRR, por sus siglas en inglés), una agrupación de cientos de organizaciones de inmigrantes y defensores por todo el país.
"Sabemos que la estructura de esos programas está viciada ya que liga la condición de un inmigrante a su empleo... No podemos apoyar la creación de una subclase de trabajadores", afirmó esta semana durante una conferencia de prensa.
Mazon y Catherine Tactaquin, directora ejecutiva de la NNIRR, señalaron que los programas de trabajadores huéspedes sólo benefician a las grandes empresas, "mientras tratan a inmigrantes y refugiados como mano de obra barata y desechable".
Un informe difundido esta semana por el Southern Poverty Law Center concluyó que hay un extenso abuso contra los trabajadores que participan en los actuales programas de trabajadores temporales.
Al llegar se encuentran vulnerables y casi indefensos ante la explotación, asegura el informe, que documenta cómo los trabajadores temporales son frecuentemente engañados respecto de las condiciones y el pago por su trabajo, y casi encadenados a los reclutadores y los patrones que se encargan de su estancia en este país.
El informe se enfocó en los 120 mil trabajadores migrantes que ingresan a Estados Unidos cada año bajo el programa de trabajadores temporales existente, a veces pagando cientos y hasta miles de dólares en cuotas por el privilegio de trabajar, y así endeudados no se atreven a quejarse. En esa situación, afirma, son "sistemáticamente explotados y abusados".
"El título del informe, Casi esclavitud (Close to Slavery), es una ilustración precisa de los programas de trabajadores huéspedes en Estados Unidos... y no es una hipérbole", afirmó Richard Cohen, directivo del Southern Poverty Law Center.
Aunque algunos argumentan que buscarán mejorar los programas de trabajadores temporales con normas y derechos laborales, los opositores señalan que el concepto en sí es el problema, ya que crea una subclase de trabajadores. Otros recuerdan que la historia comprueba que esas promesas casi nunca se han cumplido.
Sotero Cervantes, jornalero de 85 años de edad originario de Jalisco y ahora californiano, fue bracero entre 1950 y 1962, y trabajó en los campos de California y Texas hasta 1978. En la actualidad se dedica a luchar para recuperar lo que todavía no les han pagado a los braceros.
"Hemos sufrido mucho y soportado muchas humillaciones", afirma al recordar cómo se necesitaban los "brazos mexicanos para cultivar los campos, regar las huertas con nuestro propio sudor, para que los estadunidenses tuvieran los alimentos sobre sus mesas". Pero hoy aún no reciben lo que les fue prometido.
"Necesitamos lo que es de nosotros... fue una estafa lo que nos hicieron", dijo en conferencia de prensa realizada esta semana en Washington.
Todos coinciden en que la crisis actual es cada vez peor. El diario The New York Times publicó hoy un editorial en el cual señala que "mientras el país espera para que el Congreso y el presidente promulguen una reforma migratoria, la indecencia de las políticas existentes se está volviendo intolerable. La subclase migrante está en un estado de miseria y temor creciente".
Pero tal vez sorprenda a los negociadores políticos en Washington y al New York Times que los migrantes no estén dispuestos a solamente observar el debate, sino que esta vez desean participar para determinar su propio futuro.