Usted está aquí: viernes 16 de marzo de 2007 Opinión Una niña, un padrastro y un juez

Gabriela Rodríguez

Una niña, un padrastro y un juez

A sus 13 años, en febrero de 1998, Maru sufrió la primera violación sexual de su padrastro, quien aprovechó que estaban solos en la casa. Tres veces más la violó; ella tenía 14, 15 y 16 años, periodo durante el cual sufrió cáncer de ovario izquierdo, del que finalmente se recuperó, gracias a los tratamientos que siguió en diversas instancias del sector salud. Aún no se reponía de la quimioterapia, cuando nuevamente fue violada en 2000. Dos años más tarde recayó: el cáncer se instaló en el ovario derecho y debió someterse a una histerectomía. Fue hasta su tercera recaída, en 2004, cuando Maru confió a su terapeuta que había sido violada por su padrastro, Humberto García Santiago, lo cual desencadenó la denuncia y aprehensión del agresor. Fue hasta entonces cuando ella pudo comunicarlo a su madre.

El 21 de junio de 2004 se presentó la denuncia correspondiente ante el Ministerio Público investigador, con sede en Chalco, estado de México (expediente número 237-04, remitido al juzgado). Humberto García Santiago fue aprehendido en diciembre de ese año; mientras se llevó a cabo el proceso la joven estuvo bajo custodia.

García Santiago fue absuelto en septiembre de 2006; el tercer juez en turno, Elmer Hugo Guerrero Domínguez, resolvió en favor del acusado argumentando "prescripción del crimen", sin considerar las agravantes como son la relación de parentesco entre víctima y acusado, y que este último vivía y trabajaba en el domicilio familiar.

Las denunciantes resolvieron apelar. La sala revisora decidió revocar la sentencia y devolverla al juez Guerrero Domínguez, argumentando que "los agravios expresados por el agente del Ministerio Público adscrito al juzgado de origen sí cumplen con la totalidad de los requisitos que exige la codificación procesal en la materia, motivo por el cual, con fundamento en lo dispuesto por el artículo 290, párrafo primero íbidem, se declaran operantes y, por ende, se revoca el acto de sobreseimiento por prescripción de la acción penal recurrido" (resolución de la apelación, emitida en diciembre de 2006 por la primera sala colegiada, sita en Texcoco, estado de México). La cita textual quiere decir que el delito por el que se liberó al acusado no había prescrito y que el juez debía volver a revisar el caso para emitir una nueva sentencia.

En enero de 2007, madre e hija acudieron al juzgado tercero de lo penal, en espera de la nueva sentencia. El 25 de enero del año en curso, el juez Guerrero Domínguez emitió una nueva sentencia, otra vez absolutoria, con un argumento enteramente distinto: que "no estaba bien presentado el cuerpo del delito", señalando tres elementos: 1) aduce que las lesiones vaginales de Maru obedecen a intervenciones quirúrgicas por vía vaginal, cuando esas intervenciones se practicaron por el abdomen; 2) argumenta que la demanda responde a un conflicto personal entre la madre de Maru y Humberto García Santiago, el padrastro, utilizando a su hija para que denuncie la violación; y 3) señala que la declaración de Maru no tiene apoyo en otro tipo de prueba (diferente de su palabra), cuando se sabe que delitos como la violación son de ejecución secreta.

La parte acusadora volvió a presentar una apelación, volviendo a presentar agravios, en el juzgado de Texcoco, donde están las salas colegiadas (o de segunda instancia), a las que corresponde emitir la tercera y última sentencia. Se espera que esto suceda alrededor del 19 de marzo próximo.

Hasta hoy Maru nunca ha podido expresar sus deseos ni ha conocido la dicha que significa acercarse al ser deseado. Para ella, como para tantas, el cuerpo ha sido un mundo de sombras, heridas y vejaciones.

Según la Organización Mundial de la Salud, la violencia contra la mujer es el crimen más común y menos castigado del mundo: una de cada cinco mujeres ha sufrido violencia sexual. Pero me pregunto: ¿de qué sirven esas cifras? ¿De qué le sirve a Maru que el pasado 8 de marzo la alta comisionada para los Derechos Humanos, Louise Arbour, pidiera acabar con la impunidad en los casos de violencia contra mujeres y niñas? ¿Sabrá el señor juez de Chalco que desde 1994 México firmó la Convención Internacional para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer? ¿Por qué es tan difícil hacer justicia en este tema? ¿Qué motiva a un hombre a violar a las niñas? ¿Qué motiva a un juez a encubrir a un violador?

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