Los ciudadanos sentían zozobra e incertidumbre, pero ahora hay rumbo claro, asegura
Calderón afirma hacer recibido un país sombrío, inestable y con crisis estatales
Ampliar la imagen Elementos de seguridad retiran a un manifestante que gritaba consignas frente a Palacio Nacional mientras el Presidente presentaba un balance de gobierno Foto: Notimex /Guillermo Ogam
En la segunda celebración de sus 100 días de gobierno, el presidente Felipe Calderón declaró haber heredado un país que lucía sombrío, con inestabilidad política, crisis en varios estados, cuyos ciudadanos sentían zozobra e incertidumbre, pero aseguró que ahora México tiene rumbo claro.
Sin mencionar a su antecesor, Vicente Fox, el mandatario hizo en los hechos una serie de críticas al gobierno anterior, sobre todo cuando habló de cómo encontró la seguridad y de su decisión de restituir el escudo nacional en la papelería oficial.
Aunque su discurso incluyó una autoevaluación positiva, también hizo referencia a sus "limitaciones" y a que todavía quedan muchos problemas por superar.
El michoacano encabezó un acto que parecía su primer Informe de gobierno, sólo que en el Palacio Nacional, acompañado de los integrantes de su gabinete legal y ampliado, de gobernadores, líderes de partidos políticos -con excepción de los de PRD, PT y Convergencia- de embajadores y consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE).
Al igual que en sus anteriores visitas al Zócalo, elementos del Estado Mayor Presidencial, la Secretaría de Seguridad Pública y seguridad privada debieron montar un operativo en los alrededores, que incluyó cierres a la circulación y la colocación de altas vallas metálicas.
Este cerco de seguridad no evitó que grupos de personas se mantuvieran en la Plaza de la Constitución y en las inmediaciones de la Catedral Metropolitana gritando consignas y mostrando pancartas. "Felipe, espurio, por miedo te repudio", exclamaban, y uno de ellos fue golpeado por elementos de seguridad.
Adentro se realizó una breve pero vistosa ceremonia, a la que acudieron unos mil invitados. En el presídium se podía ver a todos los secretarios del gabinete, así como a los presidentes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, José Luis Soberanes; de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Jorge Zermeño, y del IFE, Luis Carlos Ugalde.
Atrás de Calderón había 13 gobernadores, entre los que se encontraba el de Oaxaca, el priísta Ulises Ruiz, y en la última fila un grupo de indígenas de Querétaro que fueron llevados por la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas. Salieron a las seis de la mañana y a las cinco de la tarde no habían comido.
Flanqueado por dos macropantallas y enormes mamparas que decían "Balance de inicio de gobierno", Calderón hizo una síntesis de estos más de tres meses en la Presidencia. Como complemento se distribuyó un libro de 76 páginas a colores y finamente impreso que declara cumplidas las 100 acciones de gobierno, a pesar de que aún hay varias pendientes.
No obstante el panorama "sombrío" que encontró al inicio de su administración, dijo que tomó con firmeza y determinación la conducción del gobierno y resaltó en particular el hecho de haber rendido protesta como establece la Constitución.
Fue insistente en señalar que México tiene rumbo claro gracias a la solidez de las instituciones y a la responsabilidad de los líderes y actores políticos.
Gobierno "de resultados, no de excusas"
Al presentar un balance de esta etapa, aseguró que quiere un gobierno "de resultados y no de excusas ni de pretextos", y por eso presentará informes periódicos a la sociedad sobre los avances y desafíos del gobierno federal.
Aunque después reconoció que hay muchos problemas y desafíos por superar, entre ellos el de la seguridad, y que seguramente no se alcanzan a percibir todos los frutos concretos que se quisieran.
Al inicio de su balance resaltó dos decisiones: el decreto de austeridad que significó la rebaja en 10 por ciento a los sueldos de los funcionarios y la restitución del escudo nacional en la papelería oficial en lugar de la llamada "águila mocha" que instituyó Fox.
En otra referencia velada al foxismo, señaló que encontró una "muy seria descomposición" en la sociedad y en algunos casos en el gobierno y en corporaciones policiacas en diferentes zonas que tenían a la población atemorizada y paralizada.
Con ese argumento justificó los operativos de seguridad, lo mismo que la extradición de 18 delincuentes que eran reclamados por la justicia de Estados Unidos.
"Ello nos permitió romper el mando que algunos de ellos seguían teniendo desde la prisión sobre sus bandas, retomar el pleno control de las prisiones y librar de chantajes constantes y amenazas a diversos órganos de la administración de justicia."
Admitió que no pueden esperarse resultados inmediatos y por eso está preparado para una batalla larga y que significará pérdida de vidas humanas.
Mientras se interrumpía la señal de las macropantallas, presentó un largo listado de acciones cumplidas y se enorgulleció de "haber defendido los derechos de los mexicanos" frente al presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Al final reconoció la responsabilidad y la disposición de los legisladores para dialogar y analizar sin merma de principios para nadie las mejores opciones del país.
Manifestante golpeado
Al final del acto, un manifestante que vestía con una camisa en favor de Andrés Manuel López Obrador yacía en el piso, a un costado de la Catedral. De acuerdo con Juan Carlos Escandón, del Grupo Resistencia Civil Pacífica, se trataba de Rafael Acosta, quien fue internado en el hospital Rubén Leñero debido a las lesiones que le provocaron individuos con ropa negra con la leyenda "Seguridad Privada". Otras seis personas resultaron golpeadas y se desconocía el paradero de Antonio Jiménez.
También se dio una singular escena. A causa del operativo, los agentes de seguridad tuvieron que maniobrar para levantar una valla con el fin de que se pudiera arriar la bandera en la Plaza de la Constitución.