Usted está aquí: miércoles 28 de febrero de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Ebrard y el operativo en Tepito

Sigilo y calma vs escándalo e ineficacia federales

Para disgusto de muchos consolidó su perfil político

El dilema puso nerviosos a una buena parte de los muy pocos que sabían hasta donde iba el operativo a realizar aquella madrugada. Dejar Tepito tal como estaba parecía un despropósito cuyos costos se tendrían que pagar a muy alto precio. Entrar, para extirpar de un tajo uno de los centros de distribución y acopio de drogas más importantes de la ciudad, aparecía, por un lado como un riesgo político, como el pretexto ideal para alimentar las campañas en su contra que estaban un tanto adormiladas, y, por el otro, dejar de cumplir con la palabra empeñada durante su campaña, por el temor a la crítica, pero, por fin, marcar, con un sello inconfundible el perfil de su gobierno.

Apenas unos días después de la expropiación de Tenoch 40, Marcelo Ebrard levantó un muro entre las políticas federales y las que ya emprende su gobierno, sin mayores explicaciones, en un acto de corte cultural fue donde estableció las diferencias "muy relevantes que habrá en naturaleza pública y política" con el resto de la Federación.

Poco se atendió a aquellas palabras que, sin embargo, daban certeza y respondían al problema del narcomenudeo que existe en la ciudad, pero de igual forma, bien leídas, mostraban el filo político de la diferencia entre las formas escandalosas, pero ineficaces de Felipe Calderón, y la decisión de ir a fondo en todas las acciones del gobierno de la ciudad.

No era para menos, en el gobierno del DF se sabía, sin que fuera noticia oficial, que el gobierno federal panista se preparaba para imponer en algunos puntos de la capital otros operativos similares a los instaurados en Michoacán o Guerrero. Incluso se tenía seguro que algún delegado de la zona oriente, quien pedía la intervención del Ejército en la delegación que gobierna casi a gritos, se convirtiera en el gran colaborador de las intenciones federales en contra del gobierno de la ciudad.

Se trataba, una vez más, de decir que el DF era tan, o peor de inseguro que otras ciudades del país. Se trataba, cuando menos para el gobierno azul, de desacreditar los esfuerzos, buenos o malos del gobierno de Marcelo Ebrard, en la lucha contra el narcomenudeo.

Pero en el Zócalo ya se había tomado una decisión: cumplir con los habitantes de Tepito que señalaban a Tenoch 40 como un problema grave para la seguridad del barrio, y de toda la capital. El operativo se preparaba con calma y sigilo. No se haría en respuesta a las intenciones federales, porque se empezó a cocinar antes de que se supieran las intenciones del gobierno de Calderón, pero también serviría para ese fin.

El operativo estalló sin que se tuvieran todos los elementos jurídicos bien afinados. Hay quien dice que en la Asamblea Legislativa un grupo del propio PRD entorpecía la posibilidad de hacer las adecuaciones legales para tal efecto, condicionándolas a los beneficio que su grupo pudiera obtener, pero la decisión ya estaba tomada.

Tepito es un barrio que ha resistido el paso de los gobiernos, y sus caprichos, desde antes de la Colonia, fundamentalmente por su carácter de barrios, es decir por la solidaridad entre sus habitantes, pero allí mismo, en Tepito, se dice que el barrio está tocado de muerte.

Esta vez, los tepiteños no salieron en oleadas furiosas a defender su tierra. Hubo, es verdad, alguna resistencia, pero los verdaderos hombres y mujeres del barrio, los que aún viven, día y noche en el lugar, fueron espectadores silencioso del accionar policiaco.

Marcelo Ebrard ya consolidó, para disgusto de muchos, el perfil claro de su quehacer político, no se alejó de las formas que marcaron el gobierno de López Obrador, pero sí señaló su diferencia exitosa para con el gobierno del odio. Los federales están en jaque.

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