El filósofo Fernando Martínez considera positivas las reflexiones sobre el quinquenio gris
La riqueza mayor del debate radica en la cultura política del pueblo cubano
"Ya no se habla siquiera de libre competencia, porque no la hay en el neoliberalismo"
Ampliar la imagen El filósofo Fernando Martínez Heredia, durante el encuentro con La Jornada Foto: Carlos Cisneros
El filósofo cubano Fernando Martínez Heredia, premio Nacional de Ciencias Sociales 2006, califica el debate en curso de los intelectuales en torno a la etapa de censura y persecución denominada el quinquenio gris como "un asalto a los dogmas".
Pero, a pesar de considerarlo "positivo y necesario", el ensayista -víctima él mismo de aquella época de intolerancia con la clausura en 1971 de la revista que había fundado, Pensamiento Crítico, y del cierre del Departamento de Filosofía que dirigía en la Universidad de La Habana- hoy toma con pinzas el intercambio de ideas que algunos han llamado "un deshielo".
Hasta ahora no ha participado en la corriente de declaraciones cibernéticas sobre el tema. En entrevista con La Jornada, el académico de la Universidad de La Habana y miembro del consejo científico del Ministerio de Cultura, fija su posición: "Espero que haya la suficiente sensibilidad para que lo hagamos bien. Pero en mi opinión, lo que digamos los escritores y los intelectuales no es lo principal. La riqueza mayor radica en la cultura política del pueblo cubano; creo que en esta nueva batalla de ideas lo verdaderamente importante será la participación de los trabajadores de la industria y del campo, los estudiantes, los técnicos, los ingenieros".
"La rebelión de los escribas"
En los meses recientes se produjo una avalancha de protestas de escritores, dramaturgos, gente de cine y del arte contra la aparición en la televisión cubana de tres de los principales censores de la primera mitad de la década de los 70, marcada por la intolerancia y la ortodoxia. Lo que se percibió como intento de reivindicar a los repudiados "comisarios" -Luis Pavón, Jorge Serguera y Armando Quesada- desató este debate. Con los documentos generados en esto que se ha llamado la "carga de los e-mails" o "la rebelión de los escribas", se integró un dossier que ha sido discutido ya con el ministro de Cultura, Abel Prieto. La Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) reconoció que las entrevistas con los censores fue un error, pero se refrendó la continuación de la política cultural del gobierno, "dentro de la Revolución".
Pese a la polvareda que levantó este tema, para Martínez Heredia el meollo no está ahí. "Hoy día es mucho lo que está a debate y no sólo en el medio intelectual. Esto se refleja, por ejemplo, en las críticas que se hacen desde las organizaciones de base al poder popular en los municipios. Se está hablando abiertamente de la ineficiencia en la gestión de algunas autoridades municipales. ¿Cómo seguir desarrollando esta participación de la sociedad en la vida pública? Ahí es donde necesitamos avanzar para mejorar el desarrollo de nuestra democracia."
-¿Era previsible el debate de los intelectuales?
-Hace tres meses no me lo hubiera imaginado. Fue un error grande la presentación de los censores, dirigentes que cometieron abusos graves contra ciudadanos hace 35 años. Con razón su reaparición fue percibida como una ofensa.
-Usted fue víctima de esa situación...
-Sí. Hace 35 años la revolución tuvo que acotar el alcance de su proyecto por las condiciones que prevalecían en el mundo. En los años 70 vimos que Cuba no podía salir de subdesarrollo con la celeridad que se esperaba, vimos en América Latina la imposibilidad de que otras revoluciones triunfaran. Nos quedamos solos en el continente y esto nos obligó a una adhesión incondicional al CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica, del bloque de Europa Oriental). Ello subordinó la ideología de la revolución cubana al mal llamado sistema marxista-leninista soviético. Nosotros, en Pensamiento Crítico, estábamos muy lejos de las ideas de Moscú.
-Como intelectual que padeció la censura, ¿cómo vive este debate?
-Es otro campanazo a nuestra conciencia. Es positivo que el Partido Comunista haya dado señales de que se unía a la protesta de los intelectuales. Granma publicó en primera plana el pronunciamiento de la UNEAC solidarizándose con la preocupación de los escritores. Otra señal importante ha sido la presencia del vicepresidente Raúl Castro en la Feria del Libro. El fue, abrazó muy cálidamente a los escritores que estuvieron ahí, muchos de los cuales habían participado en las protestas. Son señales muy expresas.
-Durante el quinquenio gris fue clausurado Pensamiento Crítico en su momento de mayor creatividad. ¿Está resentido por ello?
-¡Qué va! Por eso me mantengo tan joven. El resentimiento envejece.
-Cuénteme del trabajo que se hacía en aquél Departamento de Filosofía que usted dirigía y que ya no existe.
-Pues estábamos muy lejos de los dictados que llegaban de la Unión Soviética. Para los soviéticos la Revolución Cubana era una herejía. No se concebía que en la América Latina subdesarrollada, tan cerca de Estados Unidos, pudiera construirse el socialismo. Nosotros sosteníamos que esa herejía era posible, era nuestra vía.
-¿O sea que usted fue un hereje?
-Pues sí, lo fui y me siento feliz. Por cierto que el Che Guevara y Fidel son los grandes herejes.
-¿Qué consecuencias prácticas va a tener este debate?
-El ciclo en Casa de las Américas va a continuar. En marzo me toca a mí; haré una presentación sobre la cultura cubana en los años 60. Estamos en un proceso de recuperación de nuestra historia para poder dar mayor fuerza a los valores presentes. No creo que interese sólo el rescate de lo que ocurrió en ese periodo; para eso bastarían uno o dos libros. Para mí, lo importante es que el debate nos permita avanzar a la construcción de un socialismo del siglo xxi, para enfrentar el futuro mejor armados, con mejores ideas.
-Hablando del socialismo del siglo xxi, es un concepto del que se habla cada vez más en América Latina.
-Durante la primera mitad del siglo pasado, el socialismo soviético dominó el mundo de las ideas. Pero esto terminó y ahora sigue, renovada, la búsqueda de un nuevo socialismo, la lucha social anticapitalista, que combina ideas de la lucha de liberación nacional, lucha anticolonial -porque el colonialismo sigue, el imperialismo existe- con nuevos referentes en la revolución china, vietnamita y cubana.
"En el siglo pasado las premisas eran más simples, por eso fue más dogmático. Por ejemplo, antes los marxistas negaban la cuestión femenina porque querían encuadrarla sólo en la lucha de clases. Hoy se habla de la cuestión de género o el tema de las preferencias sexuales. En el pasado fue más fácil discriminar. Hoy es imposible. Son millones los que entienden el tema como de derechos fundamentales. Y los otros millones están tratando de entender.
"Hoy el mundo es más complejo y el socialismo puede ser más universal. Los efectos del capitalismo han sido muy negativos a escala mundial. Los países de lo que se llamaba el socialismo centroeuropeo y los países del tercer mundo han perdido toda posibilidad de desarrollo con el modelo capitalista.
"En los años 80 se habló de la década perdida, en los 90 ya no fue una sino dos décadas las perdidas. Hoy ya no se habla ni de progreso ni de desarrollo en los países pobres; ni siquiera de libre competencia, porque no la hay en el neoliberalismo. El capitalismo ha eliminado sus propias premisas. En la práctica se desconoce el principio de la soberanía nacional y se pretende desconocerlo también en el derecho internacional."
-¿Y cual es la aportación cubana a este debate?
-Cuba tuvo que vencer las ideas del marxismo soviético de los años 50. Ya en 1957, en su diario, el Che Guevara advertía que el asalto al Cuartel Moncada tenía dos filos: un asalto a las oligarquías y un asalto a los dogmas.
-¿Hay dogmas que sacudir en la Cuba actual?
-Los hay. Dos principales. Uno, la creencia de que el Estado puede resolverlo todo muy bien, que puede contar con el consenso sin la participación de la población en sus decisiones. Es un profundo error reducir todo a la función del Estado.
"El otro dogma es el contrario, que viene del campo capitalista: que el Estado es incapaz. La tesis muy extendida hoy día de que las privatizaciones hacen más eficientes a las industrias, es un dogma. El desarrollo de algunas industrias en Cuba, pese a las condiciones adversas, es una prueba de que el Estado puede ser un factor de primerísima importancia para el desarrollo económico eficiente."
-Mencionaba usted antes de que el concepto de la soberanía va en picada en la escala de valores del mundo.
-Es consecuencia de lo que yo llamo la guerra cultural de capitalismo, que cuenta con todo un andamiaje para hacerle creer a las sociedades que no existen el futuro ni el pasado, sólo el presente; que sólo hay dos categorías, el éxito y el fracaso. Se trata de desarmar a la gente de ideas, de modo que se les pueda dominar, no sólo por medio de la violencia, sino, con frecuencia, con el consentimiento del dominado.
-¿Qué peso tienen esos valores para las nuevas generaciones en Cuba?
-Los jóvenes no se conducen como nosotros, ¡por suerte! En Cuba hay una gran masa que tiene estudios de nivel medio y profesional o técnico, para quienes el nivel del desarrollo en Cuba es insuficiente; no todos encuentran dónde desplegar toda su capacidad y creatividad. Entonces tenemos corrientes de jóvenes que emigran, no como de otros países subdesarrollados, para ver en qué cosa se emplean, sino porque tienen calificaciones profesionales muy altas y quieren ejercerlas.
-Eso deja un gran sustrato de frustración, ¿no?
-A los clásicos no les faltó razón. Marx decía que la revolución socialista debe ser mundial o no será. Cuba es una isla en más de un sentido, está rodeada de un universo que se rige por las reglas del capitalismo. Pero lo destacado es que la juventud cubana ha llegado a la conclusión de que lo que más le conviene es seguir luchando por una Cuba socialista. Ellos, que no vivieron el quinquenio gris, son los principales participantes en el debate.
-¿No percibe entre los dirigentes preocupación de que esta forma tan libre de hablar de los errores pueda salirse de cauce?
-Todo lo contrario. Eso no nos debe inquietar. Inquietud nos debería causar no abrir el debate.
-¿No teme que el dogmatismo pueda volver por sus fueros?
-Con el nivel de la cultura política que se ha alcanzado en Cuba, lo dudo. Si alguien quiere cerrar la puerta, la gente no lo va a permitir.