Alicia para niños
Lewis Carroll es autor de uno de los grandes clásicos de la literatura universal: Alicia en el país de las maravillas. La noticia es que Ediciones Era publica Alicia para niños en la versión del poeta mexicano José Emilio Pacheco para continuar con la tradición de los cuentos mágicos para los pequeños, y con las ilustraciones que John Tenniel realizó para la primera edición, que se publicó en 1864. Con autorización de Era, La Jornada ofrece a sus lectores el primer capítulo de esta historia. Este volumen empezará a circular el lunes en librerías mexicanas
1. El Conejo Blanco
Había una vez una niñita llamada Alicia.
Tuvo un sueño muy curioso. ¿Te gustaría saber lo que soñó?
Bueno, esto fue lo primero que ocurrió: un Conejo Blanco pasó corriendo a toda velocidad. Al llegar junto a Alicia se detuvo y sacó del bolsillo su reloj.
¿No te parece divertido? ¿Has visto algún conejo que tenga un reloj y un bolsillo para guardarlo? Por supuesto, si un conejo tiene reloj debe tener también un bolsillo para guardarlo: nunca debe llevarlo en la boca y, además necesita sus delanteras para correr.
Tenía hermosos ojos rosados (creo que todos los conejos blancos tienen ojos rosados) y orejas rosadas y un lindo abrigo café. Puedes ver el pañuelo rojo que sale de su bolsillo. ¿Te gustan su corbata y su chaleco? ¿Verdad que el conejo está muy elegante?
-¡Dios mío, Dios mío! -dijo el Conejo-: ¡Voy a llegar tarde!
¿Adónde iba a llegar tarde?, me pregunto. Bueno, verás: tenía que visitar a la Duquesa (pronto verás un dibujo de la Duquesa sentada en su cocina). Y la Duquesa era una vieja dama de muy mal humor. Y el Conejo sabía que iba a encontrarla enfurecida porque la hizo esperar. Por tanto el pobrecito estaba mucho muy asustado. (¿Te das cuenta de cómo tiembla? Mueve un poco el libro de un lado a otro y lo verás temblar) y temía que la Duquesa ordenara que lo decapitasen como castigo. Es lo que hacía la Reina de Corazones cuando se enojaba con alguien (En seguida la verás dibujada). Al menos, mandaba cortar cabezas y pensaba que era obedecida, aunque en realidad jamás le hacían caso.
Así, cuando se fue el Conejo Blanco, Alicia quiso saber qué iba a pasar con él. Corrió tras el Conejo, corrió, corrió y corrió hasta que cayó en la boca de su madriguera.
De verdad fue una caída muy larga. Cayó, cayó y cayó hasta que comenzó a preguntarse si no estaría atravesando el mundo y no iría a salir del otro lado.
Era como un pozo muy profundo, sólo que sin agua. Si alguien de verdad hubiera caído en esa forma seguramente se habría matado. Pero, como sabes, caerse en un sueño no duele para nada, porque cuando supones que caes en realidad estás profundamente dormido y acostado en algún lugar seguro y firme.
Al fin la terrible caída llegó a su término y Alicia descendió sobre un montón de varas y hojas secas. Pero no se lastimó en absoluto. Se levantó de un salto y siguió corriendo tras el Conejo.
Y éste fue el comienzo del curioso sueño que tuvo Alicia. La próxima vez que encuentres un Conejo Blanco haz un esfuerzo e imagínate que tú vas a tener un sueño tan curioso como el de la pequeña y adorable Alicia.