Se cumplen 400 años del estreno de esa ópera emblemática del autor italiano
L'Orfeo, de Monteverdi, a escena por primera vez en México
Las funciones serán el 23 y 25 de febrero en el Teatro Degollado, de Guadalajara
La partitura nos da una idea de todo el arsenal que poseía el compositor, señala el flautista Horacio Franco
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El flautista Horacio Franco, en imagen de archivo
Foto: Luis Humberto González
A 400 años de su estreno en Mantua, Italia, la ópera L'Orfeo, de Claudio Monteverdi, será escenificada por vez primera en México, en sendas funciones a realizarse los días 23 y 25 de febrero en el Teatro Degollado, de Guadalajara, Jalisco.
El hecho, per se, constituye un acontecimiento histórico para el ámbito de la música y de la cultura nacional. Sin embargo, adquiere mayor realce por ser éste el primer montaje en forma que se hace en el país de un título de ese autor italiano.
Más aún: por significar una celebración de los cuatro siglos de existencia del género operístico, pues si bien, antes de la mencionada obra de Monteverdi hubo algunos atisbos o escarceos, fue con ella que la ópera alcanzó la mayoría de edad y marcó los cánones que habrían de seguirse en lo sucesivo.
En su realización artística intervienen el flautista Horacio Franco, como director concertador; Mario Montenegro, en la dirección escénica, y la Orquesta Filarmónica de Jalisco, con un elenco integrado por cantantes locales.
Desde Nueva York, donde realiza una serie de presentaciones, Horacio Franco explica que el planteamiento musical del montaje está apegado a los lineamientos históricos del siglo XVII, con el empleo de instrumentos y técnica de ejecución de la época.
''La partitura fue editada en 1607. Lleva una instrumentación muy peculiar, que nos da una idea de todo el arsenal que tenía Monteverdi como compositor para disponer de una serie de sonidos y colores sonoros muy característicos", explica.
''Es, de hecho, la única partitura en la que el autor deja escrita la instrumentación que debe llevar. Para el continuo: un arpa doble; tres tiorbas, que son un tipo de laúd grande; dos clavecines, dos órganos positivos, tubulares; un ceterone, que es prácticamente imposible de conseguir; el realejo, un instrumento muy utilizado en el siglo XVII, que consta de caña y de teclado de fuelle; dos cornetos y cinco sacabuches, que son los antecesores del trombón."
De acuerdo con el intérprete, L'Orfeo es una de los títulos operísticos más difíciles y de más alta factura que se han escrito en la historia mundial de la música, considerado por musicólogos a la altura de El anillo del Nibelungo y Tristán e Isolda, de Wagner, o los de Giussepe Verdi.
Subraya, de la parte vocal, el profundo conocimiento y manejo que Monteverdi hizo en esta obra de una amplia gama de florituras y ornamentaciones, de gran exigencia para los intérpretes.
El recitativo, un detonante
La puesta en escena de L'Orfeo resulta trascendental para el ámbito sonoro mexicano, además de ser ''una rareza", ante la dificultad de conseguir la partitura, subraya Horacio Franco.
Si bien no fue la primera ópera de la historia en sentido estricto, explica, sí fue la primera realizada por un solo autor, el cual sirvió de guía para sus sucesores.
''Fue la primera la gran ópera y una de las de más importantes en alcance en la historia de la música. Monteverdi es, sin duda, el más grande compositor del siglo XVII; entonces no era para menos que hiciera una obra, una innovación de tal magnitud", agrega.
''Lo que hizo con esta obra fue utilizar el recitativo como una manera de expresión y una forma muy peculiar de entrelazar la palabra hablada con la música, y a partir de eso vinieron otros autores en lo sucesivo que usaron esa técnica. Puede decirse, pues, que con ella se da el punto de partida de la ópera, fue el detonador".