Después de 27 años regresa a la isla como invitada de la feria de La Habana
Cuba es un país heroico y algo de eso suena en mí: Elena Poniatowska
Presentará edición especial de su novela Tinísima en ese encuentro editorial
Volver allá es como tomar una lección sobre cómo se le hace para salvar a una nación, indica
Ampliar la imagen Elena Poniatowska, periodista y colaboradora de La Jornada, con la actriz Jesusa Rodríguez, ayer, en La Habana Foto: Felipe Haro Poniatowski
La Habana, 13 de febrero. Después de 27 años de ausencia, Elena Poniatowska vuelve a Cuba. Es invitada de honor a la Feria Internacional del Libro de La Habana, donde el viernes presentará la primera edición cubana de Tinísima, novela biográfica de la fotógrafa italiana Tina Modotti. Su visita tiene expectante al medio cultural habanero. Mucho tiempo y muchas cosas han pasado desde su anterior estancia en la isla.
Es la noche del lunes. Poniatowska llegó alrededor del mediodía. La acompañan la actriz Jesusa Rodríguez y la compositora Liliana Felipe. Luego de recorrer el Centro Histórico de la ciudad y encontrarse con algunos autores cubanos, la escritora mexicana evoca en entrevista sus visitas anteriores y repasa su relación con Cuba. La conversación tiene lugar en una residencia situada en un exclusivo barrio habanero. El inmueble, bello y suntuoso, suele utilizarse para alojar visitantes distinguidos.
Elena Poniatowska vino por primera vez a la Cuba revolucionaria en 1959, a un festival para conmemorar la gesta: ''Todavía estaban aquí los estadunidenses, estaba un embajador de Estados Unidos que se llamaba Philip W. Bonsal. Todavía funcionaban los casinos y los cines gringos. También venían Lázaro Cárdenas, Carlos Fuentes, Fernando Benítez, Manolo Barbachano Ponce y uno que creo era tío de este muchacho Carlos Loret de Mola y escribía en Siempre! Recuerdo que se metió al mar en calzones, cosa que me escandalizó muchísimo.
''Acababan de nombrar a Alejo Carpentier secretario o responsable de Cultura. Todavía estaban aquí Guillermo Cabrera Infante y Carlos Franqui, que después se fueron."
Imborrable visita en 1959
¿Venía como reportera?
Vine invitada por Manolo Barbachano porque trabajaba yo en una cosa que se llamaba Televerdad. Le hice una entrevista a Carpentier y una crónica del viaje con Lázaro Cárdenas. Me acuerdo que en una comida me sentaron a su lado y cuando pidió una Coca-Cola le dije que no se la podía tomar.
¿Le emocionaba ese momento de la naciente revolución?
Era muy emocionante para todos. Benítez iba gritando por las calles: ''¡Aquí ninguna parte del cuerpo es vergonzosa, miren cómo se mueven las cubanas!", y él se movía para todos lados. Todavía eran muy gorditas las cubanas, ahora ya las veo flaquitas.
¿Y Carlos Fuentes qué hacía?
A él le gustaba mucho ir a jugar al casino. Me decía: ''Poni, dame 20 dólares y te devuelvo 40". Y era cierto, me devolvía 40 dólares. Era bueno, en esa época era muy bueno. También vino Julio Scherer García, muy joven. Era reportero. Se comía las uñas hasta la raíz.
La periodista y escritora retiene una imagen imborrable de aquella visita del 59: ''Vi llegar a los guajiros a La Habana. Eso fue impresionante. Caminaban por las avenidas con sus grandes sombreros de paja. En la noche hubo un discurso de Fidel y, como siempre, habló muchísimo. Todos los guajiros aplaudían con sus machetes y entonces se oía un rumor de fragua, así como de un poema de Federico García Lorca, ¡taz, taz, taz! Como todo estaba iluminado, se veían los brillos de los machetes como una ola de acero por encima de las cabezas de los campesinos. Había letreros en las ventanas de los hoteles, en los aparadores de las tiendas que decían: 'Compañero guajiro, aquí puedes dormir'. Venían de Matanzas, de San Antonio de los Baños, de Santiago, nunca habían estado en La Habana. Fue un momento maravilloso. Estuve cuatro o cinco días, no más".
Pasaron 20 años antes de la siguiente visita de Elena Poniatowska a La Habana. Volvió en 1980, a recabar información para su novela Tinísima sobre el militante cubano Julio Antonio Mella, quien perseguido por el dictador Gerardo Machado se había exiliado en México. Allá conoció y entabló una relación sentimental con Tina Modotti.
Esa vez ''venía con mis hijos Felipe y Paula, que estaban chiquitos, como de nueve y 10 años; entrevisté a una novia de Julio Antonio que se llamaba Sarita Pascual, que ya murió; también entrevisté a su marido, Roberto Vizcaíno, quien me escandalizó porque me dijo que había estado en la Guerra Civil de España y había matado a alguien.
''Y platiqué con un muchacho que a fuerza quería que yo hablara ruso, imagínate yo que no sé ni polaco. El me dijo: 'Gracias a la revolución soy violinista y pude ir a la Unión Soviética a estudiar'. Esa oportunidad se la había dado la Revolución.
''En esa ocasión me acompañó Eliseo Altunaga. Estuve una semana, me hospedé en el hotel Nacional. Recuerdo que mis hijos querían un helado de Copelia y fueron solos a comprarlo, les di un billete demasiado grande. Entonces regresaron con el helado, con el billete y en una guagua; los habían traído y los habían dejado en el hotel. Era impresionante el cuidado a los niños, una maravilla. Lo comprobé con mis propios hijos. ¿En México cuándo puedes mandar a dos niños solitos en autobús a donde sea? Eso no existe."
Y desde 1980 hasta hoy.
Hasta hoy, aunque me han invitado varias veces, a ser jurado del Premio Casa de las Américas, pero por angas o por mangas no pude venir.
¿Qué significa para usted que se publique Tinísima en Cuba?
Bueno, es una alegría enorme y también me da mucho gusto que haya hecho el prólogo Zaida Capote Cruz. Veo que es una edición muy bonita, en color rosa o rojo, será por la ideología de Tina.
No puedo decir como ve, porque apenas ha llegado, pero ¿cómo se siente ahora respecto de Cuba?
Pues sí, apenas llegué hace ratito, no me puedo hacer una idea así, cualquier cosa que dijera sería sin fundamento. Necesito ver. Cuba es un país heroico, a mí me toca mucho todo lo que tiene que ver con el heroísmo, a lo mejor porque tengo antecedentes polacos. Los polacos eran tan locos que se lanzaban con sus caballos y sus lanzas en contra de los tanques de guerra. Entonces algo resuena en mí.
El ''comes y te vas'', vergüenza para México
¿Es usted revolucionaria Elena?
No. A Antonio Vidali, quien fue el último amante de Tina Modotti, una vez le dije que creía que yo era una reaccionaria romántica, porque todos mis antecedentes son reaccionarios. Mi familia era como de Porfirio Díaz.
Usted se ha ocupado de los revolucionarios y rebeldes en sus libros.
Me he ocupado de las causas que me conmueven porque me enriquecen mucho. No digo que me guste ver sufrir a la gente, sino que me conmueve el esfuerzo que hace la gente para salir adelante, con creatividad. Como lo que vi ahora en el plantón de Lopez Obrador por el fraude electoral.
Hubo un momento en que varios intelectuales que al principio apoyaron la Revolución, se distanciaron por el caso de Heberto Padilla. ¿En ese momento qué pensó?
Lo viví poco realmente, como reportera, pero no tengo una opinión sobre eso. La vida me ha ido llevando por las cosas, pero que en esa época me injertara yo en pantera, no.
Pero de un modo u otro está al tanto de lo que ha ocurrido desde su primer viaje hasta ahora.
Me duele mucho el deterioro de las relaciones entre México y Cuba. Eso que le dijo Vicente Fox a Fidel de ''comes y te vas" es una gran vergüenza para México. ¿O tú como la ves?
¿Ahora me va a entrevistar usted?
Ah, yo siempre entrevisto. Bueno, pero lo de Fox fue muy lamentable.
Vivir con lo esencial
No pretendo que cometa una descortesía, dado que es invitada del gobierno cubano, pero hay temas...
Soy invitada de la Feria del Libro. Pero, le insisto, piense que no he venido en 27 años, que no soy experta en el tema, entonces prefiero no entrar en ese campo. El solo hecho de ver que no he venido en tantos años también quiere decir algo, ¿no? Pero ahora no lo vamos a decir. ¿Para qué? Creo que la resistencia de la Revolución frente al poderío de Estados Unidos ha sido un ejemplo muy importante. El mito famoso de David contra Goliat. Su resistencia al consumismo voraz que quiere homogenizar a todo el mundo, les ha enseñado a vivir con lo esencial; eso también es un ejemplo importante.
¿Tiene alguna opinión sobre la reciente apertura en Cuba del debate sobre el llamado quinquenio gris, caracterizado por la discriminación y represión de los homosexuales?
Es importante todo lo que sea discutir para llegar a la verdad, creo mucho en la verdad, me importa mucho llegar a ella y vivir dentro de ella. Es algo que encontré durante el plantón en la ciudad de México, ahí en la inmediatez, en esas condiciones, había una gran verdad y una gran generosidad. Para mí es muy importante venir a Cuba después de esa experiencia que me dejó muy movida, muy esperanzada y muy dolida a la vez. Creo que este viaje es como una continuación, como tomar una lección sobre cómo se le hace para salvar a un país, contra qué se lucha y cómo se lucha. Entonces hay lecciones vigentes de la Revolución Cubana que todavía no asimilo porque llevo unas horas aquí.