Usted está aquí: miércoles 14 de febrero de 2007 Capital Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Las Golondrinas de Gobernación

Excusa mezquina de su titular para negar apoyos

Cientos de familias entre el oprobio y la opulencia

Alguien la llamó, por alguna razón olvidada, Las Golondrinas. Se halla entre la opulencia de Santa Fe y el oprobio de algunos de los asentamientos de pobreza extrema en la ciudad de México, y está a punto de desaparecer.

Desaparecer, es la suerte de las más de 200 familias que sobreviven en ese asentamiento ubicado en la delegación Alvaro Obregón, si se toma en cuenta que a nadie, o a muy pocos funcionarios tanto del gobierno local como del federal, le importa que esta porción de la capital se encuentre como queso gruyere, es decir, asentados sobre suelos minados a punto del derrumbe.

El delegado en esa demarcación, Leonel Luna, pidió ayuda a la Secretaría de Gobernación para obtener recursos federales con el fin de evitar una catástrofe, pero la dependencia respondió, como era de esperarse ­a fin de cuentas en esto no interviene la IP para obtener ganancias­ con una negativa, o lo que es lo mismo deberán abrirse los boquetes hechos bajo tierra para extraer minerales, caerse las casas y, eventualmente, morir personas para que la dependencia federal considere que allí hubo un desastre natural y se destinen fondos a remediar lo para entonces ya irremediable.

Es ampliamente conocido el valor que el secretario de Gobernación da a la gente. Los actos de represión que encabezó, por ejemplo, en Guadalajara, y éste, el de Las Golondrinas, donde lo que menos le importa son las personas, marcan el perfil del personaje que despacha en Bucareli.

Por eso no cabe la sorpresa, aunque el delegado, en la idea de seguir los cauces legales, que tanto pone como condición el gobierno federal, seguirá luchando para arrancar algo de lo que después aparece ­hay que recordar a Carmen Segura, hoy diputada local­, o mejor dicho desaparece, y que debería ir hacia las víctimas de un desastre natural.

Y es que de esa palabra: "natural", de donde se agarran los panistas en el poder para negar los fondos de ayuda que reclama la delegación Alvaro Obregón, dicen que los hoyos sobre los que vive la gente de Las Golondrinas fueron causados por el hombre, y por ello no se pueden obtener los dineros que impedirían que uno de estos días las viviendas de las colonia se colapsen, con las consecuencias que nos podemos imaginar.

Ahora que sería muy conveniente que el titular de Gobernación recordara que uno de los causantes de la desgracia y el peligro en el que viven en esa colonia fue precisamente un panista que fue delegado de aquel lugar, y que hoy está en la cárcel, nos referimos, desde luego, a Luis Eduardo Zuno Chavira, a quien se deberán pedir cuentas por la explotación ilegal ­de eso ya platicaremos­ de las minas en Alvaro Obregón.

Entonces, como se ve, será necesario que ocurra la desgracia, como señalábamos antes, para que se sensibilice, si es que eso puede suceder, el titular de la Secretaría de Gobernación, quien además encontró la excusa mezquina para ayudar a un gobierno delegacional de izquierda, condición real por la que negó el dinero del Fonden.

El gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador, y hasta el mismo PRD en la capital, se preparan para dar ayuda a la gente de Las Golondrinas. Sus acciones a este respecto se pondrán de manifiesto desde ya; lo que no se ve, por ningún lado, es el apoyo que el gobierno de Marcelo Ebrard debería prestar al asunto.

Es más, el secretario de Gobierno ha comentado que más que tomar acciones claras sobre el problema, lo mejor es dialogar con las autoridades federales, para llegar a acuerdos, lo que parece tan insensible como la postura de la propia Secretaría de Gobernación, por eso es que la lucha del delegado Luna parece tan solitaria y aislada.

La urgencia es mucha, son vidas las que están en juego, por eso López Obrador ya está en camino para buscar formas que prevengan lo que a todas luces sería un desastre. Las diferencias marcan con claridad los rumbos políticos de unos y otros, y son los hechos los que marcan las profundas diferencias. Así es la cosa.

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