Ciudad Perdida
¿Maiceo en la Asamblea?
Obediencia ciega ante el poder del dinero
Teléfono apagado o las ganas de no escuchar
Para los mal pensados, que son muchos, el dinero que reciben los diputados locales, además de su dieta como legisladores, y que aprueba Víctor Hugo Círigo, presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, es una vieja forma para mantener el control sobre los asambleístas, sistema inventado durante el priísmo que también se conoce en la jerga política como maiceo.
Las actividades legislativas significan para los representantes del pueblo una entrada de dinero mensual que puede ser hasta cinco veces más que lo que obtiene el jefe de Gobierno por su labor. Parece cuento de horror pero hasta donde se nos ha platicado es absolutamente cierto. Veamos:
Un diputado a la legislatura actual son 66 recibe un salario o dieta de 63 mil pesos mensuales, además se le dan 64 mil para los módulos de Atención Ciudadana, donde atienden, supuesta o ciertamente, a los habitantes de sus distritos; para las actividades legislativas, sean cuales fueren, tienen otros 125 mil pesos; el estar dentro de alguna de las comisiones de trabajo les proporciona otros 75 mil, y ahora, como si todo esto no les alcanzara, pueden ejercer 75 mil más como apoyo a los trabajos del programa de capacitación ciudadana llamado Ciudad de Leyes.
Total, en un mes, éstos abnegados servidores públicos se meten a la bolsa más de 380 mil pesos. No queremos decir con esto que tal cantidad se quede en sus bolsillos, algo habrán de gastar en las tareas que les corresponde, pero sin duda esto es, más que una vergüenza, una verdadera afrenta contra la mayoría de ciudadanos de la capital, que en un 46 por ciento de la población económicamente activa apenas gana dos salarios mínimos.
¿Será por eso que a los políticos ya no les importa el signo ideológico de las organizaciones y brincan de un lado a otro sin el menor recato? ¿Será por eso que al llegar a la curul obedecen ciegamente a quienes ejercen el poder del reparto sin mayor cuestionamiento? El asunto es grave porque de ser así las cosas la voluntad popular, las necesidades de la gente, pasan a un segundo o tercer término, y sólo se camina por la ruta del maíz, es decir, el dinero que les permite hacer política, al gusto del maicero.
Entonces, cuando se miran este tipo de ejercicios, por decirlo de algún modo, se comprende por qué el dedo fácil de los asambleístas se levanta como en coro para aprobar cualquier tipo de aberración, como el presupuesto a las delegaciones.
Por lo pronto, después de conocerse la noticia de la partida para eso de la Ciudad de Leyes que inventó Vícto Hugo Círigo, este mismo funcionario despareció de la escena, desconectó su teléfono celular y sólo se sabe que hoy saldrán algunos diputados a defender, una conferencia de prensa, la cuota que se han asignado.
Tal vez sea cierto que estos legisladores necesitan de todos esos recursos para cumplir su tarea, que los beneficios a la ciudadanía, a partir de todo ese dinero, den los resultados previstos y estos representantes se queden, nada más, con su salario. Tal vez sea cierto, pero deberán explicar el destino de cada centavo a la ciudadanía para que se disipen las terribles dudas.
Por lo pronto, hoy se supo que el PRD recibe mensualmente 4 millones 200 mil pesos. Alguien tendrá que aclarar cómo los utilizan, antes de que a alguien se le ocurra empezarlos a llamar ladrones.
Las cosas al revés
Lo que quiso decir Jesús Ortega Martínez en la reunión de la tribu Nueva Izquierda de hace un par de días, es que la guerra en contra del jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, está en lo más alto de su fragor. Por eso, que nadie se confunda, contra Ana Rosa Payán o los dineros a la delegaciones políticas panistas de la ciudad, ni una palabra. Esas acciones son democracia, lo demás es desviación. ¡Ujule!