Casi nulo beneficio al producir grano biotecnológico: expertos
México es centro de origen del maíz y el jitomate, así como de productos como el algodón, sobre los cuales, en el caso de los transgéncos, ya hay 21 autorizaciones para su consumo en el país. De la gramínea, aunque no está permitido su cultivo comercial, las transnacionales ya cuentan con autorizaciones de la Secretaría de Salud.
De 31 permisos que ha emitido la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), 16 corresponden a la transnacional Monsanto, mientras el resto está repartido entre los corporativos Pionner, Calgene, AgrEvo Mexicana, Aventis y Dow AgroSciences.
El maíz tiene nueve autorizaciones. De ellas seis pertenecen Monsanto y tres a Pionner. Se trata de maíces a los cuales se les introdujo la bacteria baccillus thuringiensis (bt), para obtener resistencia a insectos y lepidópteros, tolerancia al hercibida glufosinato de amonio, al herbicida glifosato, al gusano de raíz y a la diabrótica.
Sobre el algodón también se han dado nueve autorizaciones y ya se cultiva comercialmente en México desde 1996; de la canola hay cuatro permisos; del jitomate y
la papa, tres, y de la soya hay dos.
Mientras los representantes de las empresas argumentan que los rendimientos de los cultivos transgénicos aportan mayores rendimientos y se utilizan menos químicos, hay versiones de que no es así.
Expertos mexicanos señalan que el incremento en la producción de maíz biotecnológico es tan sólo 0.5 por ciento más, mientras la revolución verde de finales de la década de los 70 generó incrementos del 20 por ciento.
De acuerdo con el Grupo ETC, cultivar maíz, soya y algodón transgénicos ha llevado, desde 1996, a un incremento de 55.2 millones de kilogramos en el uso de plaguicidas. Si bien los cultivos bt redujeron el uso de insecticidas durante este periodo en aproximadamente 6.79 millones de kilogramos, los cultivos tolerantes a herbicidas incrementaron el uso de herbicidas a 62.5 millones de kilogramos. El uso total de plaguicidas creció en 4.1 por ciento en la superficie plantada con variedades transgénicas.
Entre los riesgos ambientales de los transgénicos que la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y otras instituciones han detectado, está el crecimiento de malezas; para combatirlas los agricultores están siendo forzados a aplicar cantidades mayores de herbicidas sobre ciertos tipos de transgénicos, señala ETC.
Agrega que el glifosato, el agroquímico más utilizado en todo el mundo, se considera típicamente menos dañino que otros productos de su tipo; pero nuevos estudios sobre este químico, y la fórmula patentada de Monsanto, Roundup, han levantado serias preocupaciones acerca de su seguridad para la salud humana y el ambiente.