Usted está aquí: martes 16 de enero de 2007 Ciencias Trichomonas vaginalis

Javier Flores

Trichomonas vaginalis

Ampliar la imagen En el centro de la imagen se observa un Trichomonas vaginalis a través de un microscopio electrónico Foto: Reuters

Se trata de una venganza. El parásito Trichomonas vaginalis ataca lo más íntimo de nuestros cuerpos. Produce una infección en los órganos sexuales de mujeres y hombres. La tricomoniasis es una enfermedad que se transmite sexualmente. Pero ahora, ha llegado el momento de cambiar los papeles y hurgar en la intimidad del microrganismo: se ha logrado descifrar su genoma.

Es un mal incómodo. En las mujeres produce inflamación vaginal, comezón y un flujo gris o verde amarillento con un olor característico. En los hombres generalmente no presenta síntomas importantes, excepto malestar o ardor durante la micción. El tratamiento ya se conoce: se emplea el metronidazol y el nitidazol, que son los mismos fármacos que se utilizan para combatir la amibiasis. Pero no son totalmente seguros, pues puede presentarse resistencia a estos medicamentos.

Se trata de un parásito muy fotogénico, quiero decir que es muy bonito. En las fotografías con microscopio electrónico luce muy bien. Tiene una cola o flagelo que lo dota de gran movilidad. Se adhiere a la pared vaginal y de eso vive. Produce cambios importantes en el medio ambiente en el que se asienta, que en condiciones normales es ácido, y lo transforma en más alcalino, o sea, más salado, lo cual facilita la instalación de otros padecimientos. Diversos estudios muestran que la tricomoniasis favorece el ingreso del VIH-sida, entre otras infecciones.

Los síntomas están determinados por su capacidad destructiva sobre las mucosas vaginal y de la uretra (conducto por el que sale la orina). La actividad destructora del Trichomonas vaginalis depende de una provisión de energía, que en este caso radica en un órgano del propio parásito llamado hidrogenosoma (que es una especie de mitocondria, el organelo productor de energía en nuestras células). Los tratamientos están orientados a anular esa base energética, pero como se ha dicho no son totalmente efectivos. La tricomoniasis sigue siendo un reto.

Pero el viernes pasado Jane M. Carlton y sus colaboradores, publicaron en la revista Science un trabajo en el que se descifra completamente el genoma del Trichomonas vaginalis. Esto es ir a las entrañas del microrganismo y averiguar la estructura de su material genético. ¿Para qué?

Cada día nos enteramos de que se ha descifrado el genoma de algún ser vivo, sea planta o animal. No es cualquier cosa. Significa que sabemos la secuencia completa de una molécula que se encuentra en el núcleo de las células de diferentes especies, y que es determinante en la estructura y las funciones de todos los seres vivos. Esa molécula es el ácido desoxirribonucleico (ADN). Los genes, que son una porción del ADN, son responsables de que el Trichomonas vaginalis sea tan bonito, ya que en los humanos determinan el color de ojos.

Los genes regulan no sólo la forma, sino diversas funciones de los seres vivos mediante la creación o síntesis de proteínas. Por ejemplo, el daño que produce el parásito depende de su capacidad para adherirse a la pared vaginal. Esto depende de varias proteínas, algunas de las cuales han sido ya identificadas (AP65, AP51, AP33 y AP23). Entonces identificar a los genes responsables de la síntesis de estas proteínas puede ser crucial en el combate de esta enfermedad. Lo mismo puede decirse del aprovisionamiento de energía del microrganismo. Las bases genéticas de la actividad del hidrogenosoma pueden ahora ser entendidas y eventualmente modificadas.

Pero olvidémonos por un momento del Trichomonas vaginalis. Conocer la estructura del ADN en microrganismos puede ser clave en el combate a diversas enfermedades. Pero además esto lleva a otras reflexiones. El desciframiento del genoma de cualquier organismo implica poseer un conocimiento especializado y el manejo de una tecnología realmente muy compleja. La lectura del genoma de un animal o una planta no es cualquier cosa, y no ocurre en cualquier parte.

Por fortuna en México contamos con investigadores de muy alto nivel en este campo. En la Universidad Nacional Autónoma de México se ha descifrado el genoma de un organismo clave, el frijol. El grupo encabezado por Julio Collado Vides, del Centro de Ciencias Genómicas de nuestra máxima casa de estudios, es una muestra de la capacidad de nuestro país en esta área.

Por lo mismo, no podemos dejar de lamentar que al Instituto Nacional de Medicina Genómica, dependiente de la Secretaría de Salud, se le haya recortado en casi un tercio su presupuesto para 2007 por razones ideológicas.

 
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