Con su creación, a iniciativa de los propios comuneros, se frenaron invasiones
Parque ejidal San Nicolás Totolapan, lugar de solaz en la ciudad de México
La organización del pueblo impidió que trasnacionales se apropiaran del lugar, dicen
Ampliar la imagen Diversas actividades al aire libre como el ciclismo de montaña se pueden realizar en el Parque Ejidal San Nicolás Totolapan Foto: María Luisa Severiano
Ampliar la imagen En el Parque Ejidal San Nicolás Totolapan, ubicado a la altura del kilómetro 11.5 de la carretera Picacho-Ajusco, aún se puede apreciar fauna silvestre Foto: María Luisa Severiano
Como una forma de frenar la proliferación de asentamientos irregulares y preservar los bosques del sur de la ciudad, hace nueve años surgió el primer proyecto de ecoturismo en la ciudad: el parque ecológico San Nicolás Totolapan, a iniciativa de los propios habitantes de ese pueblo, ubicado en la delegación Magdalena Contreras.
El parque de mil 800 hectáreas destinadas al ecoturismo y otras mil 800 a la zona de reserva "es uno de los proyectos más exitosos en cuanto a las actividades recreativas y en materia de educación ambiental y que ha servido de ejemplo a otras comunidades", indica Ana Lilia Morales Espinosa, directora general de Desarrollo Sustentable de esa demarcación.
Señala que el desarrollo ubicado en el kilómetro 11.5 de la carretera Picacho-Ajusco es un lugar ideal para el esparcimiento y el contacto con la naturaleza, debido a que cuenta con diversas rutas que van de 15 a 30 kilómetros para practicar el ciclismo y ciclismo de montaña; un lago de pesca, una granja de trucha arcoiris, una granja didáctica con caballos tipo poni, cabras, borregos, una vaca, un burro, gallinas y patos, entre otros, a los que los niños pueden acercarse; en una zona de seis hectáreas se encuentra un venadario con unos 40 ejemplares, esparcidos dentro de su hábitat natural.
Dentro del parque se encuentra también una zona para acampar y otra de cabañas, que cuentan con vigilancia las 24 horas del día. Los visitantes pueden disfrutar de paseos a caballo y conocer los viveros, donde se producen hortalizas orgánicas, libres de fertilizantes y regados con agua de los manantiales, así como los árboles que sirven para la reforestación del bosque de coníferas y clima templado, cuya altura va de los 2,700 a los 3,750 metros sobre el nivel del mar.
Pedro Rivera Flores, uno de los ejidatarios encargados del parque, señala que la organización del pueblo de San Nicolás Totolapan fue un factor fundamental para impedir que empresas trasnacionales se apropiaran del lugar y realizaran proyectos contrarios al hábitat natural, cuya concesión solicitaban por 99 años, a cambio de dar empleos a la comunidad.
"De aceptar su propuesta hubiéramos pasado de ser dueños de la tierra a empleados de limpieza o mantenimiento". Refiere que empresas como Chrysler, "ofrecían 30 millones de dólares para realizar proyectos como un museo del árbol, cuando aquí los tenemos de manera natural. También planteaban otros museos, como del automóvil, de la tauromaquia, entre otros, que si bien para las ciudades son atractivos, resultan inconvenientes dentro de un bosque y cuando ello significaba la tala de extensas áreas de árboles.
Los campesinos sabemos ser empresarios
Pedro Rivera, jefe de Promoción y Difusión, comenta que en 1997, cuando surgió el proyecto, eran unos ocho ejidatarios los responsables, pero ahora ese número de socios se ha elevado y generado empleo a unos cien habitantes del ejido, desde hijos, nietos y sobrinos de los propietarios.
También subraya que entre la comunidad se ha formado un grupo interdisciplinario, compuesto por biólogos, agrónomos, ingenieros, arquitectos y abogados, quienes son los encargados de realizar los proyectos en el parque, "tomando en cuenta, por un lado, la zona productiva y de recreación, y por el otro la viabilidad y sobre todo de preservación".
Pedro Rivera considera que la clave del éxito ha sido la organización y la participación de la comunidad del pueblo de San Nicolás Totolapan, visión que ha sido retomada por los más de 20 proyectos ecoturísticos de la ciudad y de otras entidades del país, como el Parque Nacional El Chico, en Hidalgo; San Juan Nuevo en Michoacán; Cola de Caballo en Monterrey, entre otros.
"Hemos demostrado que los campesinos nos sabemos organizar y podemos ser empresarios, capaces de desarrollar proyectos sustentables y al mismo tiempo preservar nuestro bosque, que constituye uno de los pulmones de esta ciudad y uno de los puntos de mayor recarga al acuífero".