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MANUEL STEPHENS
EL FESTIVAL DE SAN LUIS
La danza contemporánea mexicana tiene dos citas rituales que se cumplen anualmente desde hace ya más de un cuarto de siglo: el Premio inba-unam y el Festival de San Luis, como se les conoce coloquialmente. Ambos han sido detonadores y conformadores del panorama dancístico a nivel nacional y vasos comunicantes con artistas de otros países. No se puede entender la historia reciente de nuestra danza sin subrayar el papel indispensable que ellos han jugado.
Lila López fundó el festival que ahora lleva su nombre en 1981 y abrió caminos para este tipo de encuentros a nivel continental. El Festival Internacional de Danza Contemporánea de San Luis Potosí es el más antiguo e importante en Latinoamérica. Desde su primera emisión tiene como ejes principales la difusión y la enseñanza. Lila López fincó un espacio para que coreógrafos y bailarines pudieran dialogar a través de su trabajo creativo en el escenario, pero también respecto de la actualización de conocimientos. A la distancia, el Festival sigue conservando esta estructura de retroalimentación artística y didáctica.
Tras la muerte de la Maestra Lila, en 2001, el Festival ha ido transformándose de manera natural y clara para adaptarse a las condiciones de desarrollo de la danza en el nuevo siglo, mas sin perder de vista los principios que le dieron vida. En primer lugar, se cambiaron las fechas en que tiene lugar para hacerlo coincidir con el Festival Internacional Cervantino y así tener la posibilidad de contar con representaciones extranjeras que de otra manera no serían posibles –tal es el caso este año de Sankai Juko, una de las compañías de danza butoh más reconocidas del mundo–; además de que el "Lila López" se suma así a la ebullición cultural de la temporada en el centro del país.
Posteriormente, se ha visto un cambio en los criterios de programación, sujeta ahora a la valoración de un consejo artístico. Con anterioridad, el Festival ofrecía dos funciones diarias en el Teatro de la Paz y el Raúl Gamboa, además de una serie de actividades paralelas. Para esta edición xxvi, las presentaciones se alternaron en los teatros y se sumaron espacios alternativos. Pero es sin duda el programa académico de este año el que ha planteado mayores expectativas y el que brindará mayores frutos.
Una de las características esenciales del Festival de San Luis es la posibilidad de entrar en contacto con creadores y establecer vínculos profesionales y personales. Como resultado de esta su dinámica inherente, vimos en 2005 la "intervención escénica" Luz de neón para Prometeo, de Óscar Ruvalcaba, Benito González, Evoé Sotelo y Alicia Sánchez, que se presentó en Ciudad de México, pero que se gestó a raíz de la participación de los coreógrafos en San Luis. Aun si la colaboración entre directores de compañías ha tenido ya otras manifestaciones, fue inédita la forma en que se concretó en este caso en particular. Y seguramente lo mismo ocurrirá en relación con el ejercicio interpretativo de los bailarines.
Por primera ocasión se audicionó para integrar un grupo de trabajo intensivo para las dos semanas de duración del Festival. Este se constituyó por bailarines de varios estados de la República cuya jornada empezaba desde la mañana, con diversos talleres impartidos por maestros de primer nivel, hasta terminar con la función del día. Pero lo trascendental es que los cursos cerraron con dos puestas en escena derivadas del taller de improvisación, impartido por Dominik Borucki y Alonso Alarcón, y del de cabaret, impartido por Tito Vasconcelos. Esto vuelve al Festival no solamente una muestra de lo que está pasando en el ámbito dancístico, sino un generador real de propuestas que toman verdadero cuerpo en la práctica de la representación en el foro y al interior del propio Festival, a lo que se sumaría la posibilidad de que se repliquen en un futuro y bajo otras circunstancias.
Fue en un cabaret
, bajo la dirección de Vasconcelos, tomó por asalto el Bar Greko dejando en claro que la danza rebasa por mucho los espacios convencionales, y dando la oportunidad a los comprometidos y noveles bailarines de esta edición del Festival de explorar las intersecciones de la danza con la actividad teatral nocturna.
Es notable el trabajo de renovación y permanencia que están haciendo la dirección, el consejo artístico y el patronato del "Lila López" y sólo cabe esperar que los aciertos se sigan multiplicando.
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