Ruta Sonora
2006: lo ponedor (rock I)
Ampliar la imagen Bob Dylan el 3 de mayo de 1966 en Inglaterra Foto: Tomada de The Hulton Getty Picture Collection 1960´s
2006: AÑO EN que por Internet, Myspace y You Tube patearon el trasero a las disqueras, al contribuir en la distribución musical de los creadores. Año en que el "roquero" dejó de inclinarse por el post-punk y la fiesta, y se fue tras la música intrincada, oscura, melancólica. Año de lobos (Wolfmother, Wolf like me de TV on the Radio, Los Lobos...) y cuchillos (los grupos The Knife y The Young Knives, Knife de Grizzly Bear). De cantar sobre guerra, sangre, funerales. De escapar rumbo a mundos fantásticos, de vivir sólo una vez.
1. TOM WAITS. Orphans: Brawlers, Bawlers & Bastards. ¿Hay quien iguale su estilo único, austero, rasposo, festivo y a la vez errático? Uno de los compositores más prolíficos del gabacho subterráneo, ofrece una caja con tres discos. En total, 56 canciones: unas, rarezas grabadas mas no editadas; otras, tomas alternas a temas editados; 30 son nuevas. Cada disco, una personalidad: Brawlers muestra a ese Waits rocanblusero y socarrón; Bawlers, al más abrasivo e íntimo; Bastards, al más desnudo y entrañable, entre arreglos operísticos, monólogos enfermos, experimentos a capella... Un autor invulnerable.
2. BOB DYLAN. Modern Times. Al viejo lobo ya no le cuentas nada. "Ya lo he visto todo", canta cínico, sonriente, mientras sencillo y suave, mediante su blues-folk, ríe de sí cual Charlot colgando de la maquinaria actual, para contra la guerra, sin amargura, proponer amor, sexo y bíblicas metáforas. Delicioso.
3. SCOTT WALKER. The Drift. Estadunidense de culto en Inglaterra desde los años 60 (es admirado por David Bowie y Brian Eno; ha asistido en producción a Ute Lemper y Pulp), este misterioso compositor (su último disco salió hace once años, y el anterior hace 22), emite un álbum inclasificable, que provoca terror y sublimación: cual crooner macabro canta sobre teclados fantasmas, ambientes tenebrosos, cámaras de eco, cuerdas, pisadas, trombones y demás ruideros frugales. Ultra-denso.
4. THE RACONTEURS. Broken boy soldiers. Guitarras roídas, sintes pachecos: respeto por el hard-blues setentero llevado a una posmodernidad que roquea machín gracias al despeluque silvestre de Jack White (The White Stripes) y la concreción pop de Brendan Benson. Discazo.
5. TV ON THE RADIO. Return to cookie mountain. Apadrinado por David Bowie, el combo de Brooklyn ofrece en su segundo plato un sonido que no se parece a otra cosa: atmósferas nebulosas, metales distorsionados, percusiones sincopadas. Tunde Adebimpe aúlla melancólico, vital, mientras David Sitek toca y produce, hipnóticamente.
6. THE FLAMING LIPS. At war with the mystics. Acidos y surreales, críticos contra la guerra, los de Oklahoma, comandados por Wayne Coyne, arremeten con sus melodías gozosas y sus asaltos de ruido y descontrol, sus ecos, sus coritos juguetones, ofreciendo multi-arreglos explosivos sin provocar cansancio. Sicodélicos y a la vez inmediatos. Pop irónico, funky-electrónico y etéreo contra el poder.
7. CAT POWER. The Greatest. En su séptimo disco (quizá su obra cumbre), Chan Marshall destila su corazón tras viajar a Memphis y dejarse acompañar por músicos tradicionales de gran cepa. Country-blues-soul de instrumentación discreta, cantado con una sensualidad indescriptible, ligera y a la vez cruda; dulce pero agresiva. Esta hechicera hace de la discreción emocional un monumento a la melodía.
8. JOANNA NEWSOM. Ys. Una voz infantil y temblorosa, frágil cual cristal del bosque, pero poderosa en expresión, recrea delicias de diez minutos entre orquestaciones barrocas, historias medievales y arcanos épicos. De Nevada, esta gema supera su debut. Hermoso.
9. MORRISSEY. The ringleader of the tormentors. Moz deja atrás la condena del desamor y se asume "el cabecilla de los torturadores", mientras exuda elegancia inglesa, sinceridad y belleza, mediante orquestaciones y una voz taciturna, exquisita, apasionada, sin duda en su mejor momento.
10. YEAH YEAH YEAHS. Show your bones. No es una secuela del aclamado y pegajoso Fever to tell (2003), sino un regreso a sus primeros EP's: distorsión y esquizofrenia, entre estructuras bizarras, menos pop y más "texturosas", que emocionalmente exhibe de más las tripas y la osamenta de este trío neoyorquino. Fregón.
11. WOLFMOTHER. Wolfmother. Guitarras pesadas, arpegiadores, batería exterminadora. De Australia llega este trío para recordar a los chamacos que existió un tiempo de detonación stoner-progre-sicodélica. Emulan a Led-Zep, Black Sabbath y Emerson Lake & Palmer, tras pasar por Wire, Queens of Stone Age y Soundgarden. ¿Mero refrito posmo? Quizá sea una gracejada efímera... pero harto gozosa.
12. BELLE & SEBASTIAN. The life pursuit. Primaveral, pop-sesentoso y feliz, el sexto disco de estos escoceses comandados por Stuart Murdoch, quien ha depurado su estilo y su paleta de colores sonoros: lounge-jazz, funky ligero, flautas, guitarras a-go-gó; melancolía paisajista, alegría por vivir.
13. BORIS. Pink. Guitarras y bajos marranos, bataca frenética, producción sucia. Mientras en occidente el "punk" es modita de boutique, tras 12 años de carrera, llega de Japón este trío que recuerda a los Melvins. Su metal-punk-stoner se siente vivo, real: te parte la crisma.